EN NOMBRE DE LOS POBRES (Mi poema)
Ricardo León Román (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA …de medio pelo

 

En nombre de los pobres yo me acuso,
en nombre de los pobres me rebelo,
en nombre de los pobres grito al cielo
y exijo pues le veo muy confuso.

En nombre de los pobres yo protesto
lanzando voy al aire mi alegato,
no quiero que se muera ningún gato
ninguna flor fenezca en un mal tiesto.

En nombre de los pobres indigentes
e incluso de los malos desgraciados,
de aquellos sin hogar, los desahuciados,
o aquellos que se mueren de repente.

En nombre de los pobres yo renuncio
a ver y a que mis ojos puedan ver
a aquellos que no tienen qué comer
y en prueba de bondad aquí denuncio.

Denuncio, sé muy bien de lo que hablo,
cual Góngora yo soy inteligente,
-pues rían mientras ande yo caliente-
me apodan soy Iglesias, un tal Pablo.

El nombre de los pobres reivindico,
que en nombre de los mismos me he hecho rico.
©donaciano bueno

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Este caballero, Pablo Iglesias, ha logrado en un escaso periodo de tiempo, recién salido de la Universidad, sin haber dado un palo al agua, pasar de un piso de protección oficial en una zona deprimida de la ciudad de Madrid, Vallecas, a comprarse una finquita en una de las mejores zonas, la Navata, y de ganar un sueldo mínimo a dos máximos como corresponde un Vicepresidente de Gobierno y, no podía ser menos, el de su señora, también Ministra por la gracia de dios.  Todo en nombre de los pobres. A esto se le llama progresar. Hoy los famosos círculos de participación se han convertido en un punto.

MI POETA SUGERIDO: Ricardo León Román

Ricardo León Román

HORAS DE AMOR

¿Te acuerdas? Quise, con impulso leve,
sobre tu pecho colocar mi oído
y escuchar el dulcísimo latido
con que tu blando corazón se mueve.

Prendí en mis brazos tu cintura breve
y hundí mi rostro en el caliente
nido de tu seno, que es mármol encendido,
carne de flores y abrasada nieve.

¡Con qué prisa y qué fuerza palpitaba
tu enamorado corazón! Pugnaba
tu talle, en tanto, más, con ansia loca,

bajo la nieve el corazón latía,
y, en su gallarda rebelión, quería
saltar del pecho por besar mi boca…
De Las horas del amor y de la muerte

DE PROFUNDIS

De lo profundo de mi pecho clamo
plañendo en las tinieblas mis gemidos.
Oye, Señor, no cierres tus oídos,
que con angustia y con pavor te llamo.

Ve el dolor, la vergüenza en que me inflamo,
no mis maldades; oye mis quejidos
como avecicas nuevas que en sus nidos
hoy ya saben piar a tu reclamo.

Si sólo a nuestras culpas atendieres,
¿quién podría aguardar que le asistieres?
Mas la efusión de tu piedad nos salva.

Todo está en el corazón

No a conocer la vida, sino a amarla,
viniste al mundo; del amor naciste;
si es bella y es mujer, ¿quién a gozarla,
varón, mozo y poeta, se resiste?
Goza, como los niños y las aves,
del blando seno y el caliente nido;
no te apures jamás porque no sabes
de dónde vienes y por qué has venido.
Amor lo es todo, conocer no es nada:
¿quién la razón de la Razón conoce?
Deléitate en los brazos de tu amada
sin descender al fondo de tu goce.
Huye del triste, apártate del sabio,
de aquel que estruja la razón y el seso;
no se hizo la miel para su labio
ni su labio se hizo para el beso.
Nunca la duda el corazón te enfríe;
marchita su ilusión quien la razona:
no escudriñes el bien; goza y sonríe;
no te asombres del mal: ama y perdona.
No esquives los suavísimos regazos
del amor y la fe: ponte de hinojos,
que aquí está la verdad; tiende tus brazos,
abre tu corazón, cierra los ojos.
Huye de ese mortal desasosiego
que interroga a las sombras del Destino,
la vida es ciega y el amor es ciego,
pero nunca equivocan el camino.
Amalo todo, bebe de las rosas,
como la abeja, el zumo y la dulzura,
entrégate a la gracia de las cosas:
la vida, como el arte, es la ternura.
No deslustres su cándido atavío,
ni levantes la punta de su velo;
¿qué logras con pensar que está vacío,
que no es cielo ni azul tu hermoso cielo?
Renueva el corazón a cada hora
y aprende a renacer cada mañana,
como el paisaje al despuntar la aurora,
como el sol que amanece en tu ventana.
Sé artista, sé poeta, sé el espejo
del ancho mundo; aunque después te roben
los años su esplendor, no serás viejo:
la poesía es el arte de ser joven.
No te atraigan las sombras del abismo.
¿Qué importa adónde vas, de dónde vienes?
No busques nada fuera de ti mismo:
todo en tu propio corazón lo tienes.
De La lira de bronce (1901)

LÁGRIMAS

Y Esta es mi vida , Ternuras
y compasiones y lástimas
risas que suenan a sollozos,
besos que saben a Lágrima…….

Alegrías que transcienden
a tristezas mal curadas
y desventuras que lloran
aunque parecen que cantan

Pena de todos los seres
que por el mundo se arrastran
compasión del que me odia
compasión del que me ama

Dulces las melancolías
las ilusiones amargas
triste el amor, triste el vino
y acre el pan y turbia el agua

Como las penas Presente
lloro las penas pasadas
y estoy padeciendo hoy
como el ayer y el mañana.

No sé olvidar en la memoria
tengo en mis cruces clavadas
yo llevo a todos mis muertos
insepultos en el alma.

Y esto fue toda mi vida

Lagrimás……………..

A MI MAESTRO Y AMIGO EL SR. D. FRANCISCO J. BELDA
Y PÉREZ DE NUEROS

Lo pide el arte y el amor lo quiere,
que en la portada vuestro nombre escriba
para que el mió junto al vuestro viva
lo que este libro fraternal viviere.

Por dilatada que la gloria fuere,
jamás pudiera presumir de altiva
la de un libro mortal, agua furtiva
que en mansas ondas se reparte y muere,

¿Quémucho que aquí escriba el nombre vuestro,
si vos, en arte y en amor maestro,
lo escribisteis, murando á lo infinito,

y en columnas más fuertes y gloriosas?
¡Ha tiempo que con manos amorosas
dentro del alma me lo habéis escrito!

¡Tengo una sed, Dios mío!

Más se despierta cuando más se bebe;
para esta sed no hay río
que agua bastante lleve,
ni fríos pozos de cuajada nieve…

¡Tristeza vespertina
que con viejas canciones me arrebatas!
¡Ay de la mandolina
que en suaves caminatas
acompañó mis dulces serenatas!

¡Oh fruto sazonado
del árbol de la vida, hermoso y fuerte!
Apenas te he gustado:
sólo encontré al morderte
el sabor de ceniza de la muerte.

Amor á lo divino
con todas las angustias de lo humano;
secreto peregrino:
ante tu obscuro arcano
arde mi corazón, tiembla mi mano.

¿Por qué no envejeciste

tú también, corazón? ¿Por qué guardaste
la lumbre y te dormiste?
¿Por qué no despertaste
y las ascuas aún vivas no apagaste?

¿Por qué las ardorosas
fiebres de amor infundes en mis venas,
cuando las puras rosas
de mis noches serenas
se han tornado en heladas azucenas?

No de los claros ojos
que, con dulce mirar, al buen Cetina
dieron tantos enojos,
la lumbre peregrina
el alma y los sentidos me ilumina.

Ojos negros, gitanos,
profundos como abismos del infierno;
maliciosos, tiranos,
á mi precoz invierno
con fuego abrasan que parece eterno.

Dejé una noche abierta

—sin ver á estos ladrones que pasaron—
del corazón la puerta,
y, entonces, penetraron,
y hallando sola el alma, la robaron…

Al nacer la mañana,
por aliviar mi pena y mi fatiga,
me asomé á la ventana:
guiando una cuadriga
pasó el Amor cantando su cantiga…

Aun siento de sus labios
en los míos la ardiente quemadura;
que, inocentes y sabios,
con su viva dulzura
semilla me dejaron de locura.

Mas ya no tengo el brío
de la pasada mocedad; es tarde
para el amor. ¡Dios mío!
Ante su bravo alarde
tiembla de miedo el ánima cobarde.

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Donaciano Bueno Diez
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