PALESTINA (Mi poema)
Isabel Zapata (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA …de medio pelo

 

Hay siete niños ciegos. Palestina.
¿Otros siete? ¡qué más da, y qué decir!
Otros siete a añadir. No hay medicina
que a los hombres obligue a discurrir
según la ley divina,

Otros siete a sumar, quizá un millón
de muertos y tullidos, mutilados.
Condenados están sin solución
mientras ciegos haya y descerebrados
y lerdos un montón.

Decidme, a esta barbarie ¿quién la para?
tal suplicio, dolor y sufrimiento,
¿el ansia de matar quién lo repara?
si un día ha de acabar este tormento,
que nadie hoy remediara.

Y cuántos ciegos más tendrá que haber
y cuántos niños más han de morir
sin siquiera poder envejecer.
Al cadalso, balazos y a sufrir
cual queso de gruyer.

Llorar, a qué llorar. Yo ya no lloro.
Si los que tienen responsabilidad
no acaban de abrazarse en torno a un coro,
negados de parar tanta maldad
y exentos de decoro.

Pues pueden más los odios y rencores
que anidan enquistados en entrañas,
nadie toma el timón de esos motores,
se comportan cual viles alimañas
culpándose de horrores.

Cuántos niños con ceguera ha de haber
para que a otros les cure la ceguera.
Lo que es cierto es que nadie quiere ver
el futuro tan triste les espera,
sin sitio en que yacer.

Quizás ha de llegar un hombre nuevo
que venga a poner paz, un superhombre
que ausente de pasión tome el relevo.
Un ser que presentándose sin nombre
les saque del medievo.
©donaciano bueno

Vino Hamás y el cielo se nubló
para añadir al pueblo su condena,
la mar cegó sus ojos con la arena,
jamás la paz el odio conquistó.

Hace unos días leí una noticia en la que se hablaba de un ataque israelí en la que siete niños palestinos habían quedado ciegos. Y pensé si debía conmoverme teniendo en cuenta el tiempo que lleva este conflicto y la incapacidad de sus representantes o líderes, responsables, para resolverlo y así evitar nuevas matanzas.

MI POETA SUGERIDO:  Isabel Zapata

Elogio de lo minúsculo

La atención es el principio de la devoción.
Mary Oliver

En la humedad de líquenes y helechos
habitan osos de agua tan pequeños
que escapan a la vista:
pandas transparentes de ocho patas,
invertebrados de paso tan lento
que apenas se desplazan por el mundo.

Cuando el agua se termina
la vida se desprende de ellos
en un estado de animación suspendida
que dura hasta que regresa la humedad.

Luego vuelven a moverse y parece
que nunca hubieran estado quietos.

Los tardígrados pueden sobrevivir
al vacío espacial, altísimas presiones
temperaturas extremas, radiación cósmica,
inmersión en alcohol puro.

Para resistir al estrés, se apropian
de genes ajenos, provechosos:
transferencia genética horizontal.

La bióloga italiana Tina Franceschi
rehidrató unos tardígrados que encontró
en la muestra de musgo de un museo
que llevaba seca ciento veinte años.

A los doce días, uno revivió.

Hay científicos rusos que aseguran
haber encontrado tardígrados vivos
en la cubierta de naves espaciales
recién llegadas del espacio exterior.

Lo minúsculo siempre se resiste.

Suenan a ficción las cosas pequeñas
pero pensándolo bien, no es extraño
que un oso de agua sea indestructible.

La creación del rinoceronte

Correspondencia

1
—¿Y por qué has venido a Delhi? ¿No ves que la gran ciudad yace tumbada como una cosa? ¿No ves lo que han hecho con ella los sahibs?
—He recorrido un largo camino desde Punjab. Regresé por el sabor terroso de las lentejas, por la dulzura imposible del jalebi.
Uno siempre vuelve a esta ciudad vencida.

2
Guardé una foto nuestra.
Habíamos salido y llegamos borrachos a casa. Estaba amaneciendo pero tú querías seguir tomando: prendiste la música y te pusiste a bailar mientras yo te veía desde el sillón.
No sé en qué momento nos quedamos dormidos.
Al despertar me levanté a buscar la cámara, la puse sobre el escritorio programada para tomar una foto y regresé a acostarme junto a ti. Cuánta belleza en un cuarto tan chiquito. Algún secreto nos pertenecía, estoy segura. Por favor escríbeme si te acuerdas de él.

3
Habito en ti como el naan habita en los trigales de Udaipur.

La sabana como tumba

1
Los científicos la llaman memoria selectiva
por eso no recuerdo al doctor Zinser ni recuerdo
por qué te quitaron medio estómago para qué
servía la heparina qué cosa brillante mirabas
en la ventana el nombre de la enfermera
que lavó tu cadáver de madrugada.

Recuerdo con qué palabras me explicaste
en el Videocentro de Avenida Revolución
que era buena idea rentar una película nueva
en lugar de llevarnos Las brujas otra vez
recuerdo el cuento del oso que no lo era:

le construyeron una fábrica encima mientras dormía
al salir de su cueva el capataz lo confundió
con un obrero, lo llevó con el supervisor, el gerente,
el director le dijo usted solamente es un hombre
tonto, sin afeitar y con un abrigo de pieles.

tres meses dijo uno de los médicos
dardo en cuenta regresiva
noventa días ochenta y nueve
y ocho y siete y seis y cinco y

Metieron tu cuerpo a un horno, las cenizas en una cajita
tallada la cajita a un agujero en la pared de la iglesia.
Luego unos tornillos apretados para que no se abriera.
Algo dijo el sacerdote sobre la muerte y la esperanza
pero qué más da:
hay animales que tienen la sabana como tumba.

2
Mis hermanos me miran
como si fuera algo tuyo
que le robé a la muerte
pero mi padre no soporta
repetido el torbellino
de tu temperamento.
No seas dramática,
ya estás como tu mamá.

El analista pregunta por el matrimonio de mi padres.

—Estaban separados desde antes, se embarazaron por torpeza, mi papá ya estaba con otra.
—Entonces, ¿usted piensa que sus padres no se amaban?
—Estaban confundidos.

De espaldas caminando hacia la playa.

Yo tengo seis años, una camiseta rosa, tenis
de plataforma, una cola de caballo despeinada.

Mi mano está en la tuya y a lo lejos
se ve un sol pequeño de amarilla
redonda perfección.

No alcanzo a distinguir
dónde terminas tú
dónde empiezo yo
en esa fotografía.

Envío

Madre, hermana, tina, pozo, precipicio,
animal deforme de las profundidades,
punto de partida de mi rostro, brevísima
flor de jacaranda, cuerda floja: cuéntame
a qué huelen los desiertos de la muerte,
cómo fluyen los ríos en ese reino.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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El tren de la esperanza se adivinay espera…
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