A UN CALENDARIO DE PARED (Mi poema)
Diego Medina Poveda (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Era bella, tan bella que imponente
su imagen deslumbraba al calendario
que fiel le acompañaba al presidiario
colgado en la pared, muy sugerente.

Si alguna vez su vida maldecía
la estampa su tristeza consolaba
al verla sonriente como estaba
soñando con que un día la vería.

No pudo sospechar que un mal gusano
con rabia al calendario arrancaría
matando a su placebo, su alegría,
sin nada a que agarrarse con la mano.

Y cuentan que atrapado en su tristeza
sin vida él en su celda apareció,
se ignora que fue aquello que pasó,
qué púdole pasar por su cabeza.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: <strong>Diego Medina Poveda </strong>

Diego Medina Poveda

AMORES DIGITALES

Te diré por debajo de la mesa
lo mucho que te quiero
por estos subterfugios de madera,
te diré con palabras lo del tacto:
esa brisa bermeja que se hunde
entre tus piernas de alabastro.
Te diré que te quiero
con ese amor que dan los dedos:
amores digitales y analógicas risas;
nombraré el verano de tus muslos
y la calima roja de tu falda,
las ventoleras
que mis cinéticas manos desbordan
por los suburbios de tus telas
donde guardas
el corazón elástico de los besos
y esa dicha malévola que da el calor, el fuego
sin sentido y el honor vulnerado;
porque frente a frente somos
amantes luciferes que se miran
con los haces lascivos de los ojos,
porque yo solamente no quiero
contemplar tu belleza que levita
sobre el mantel de sucia urbe estampada,
yo quiero atravesar los edificios:
andamiajes de faros derribados
donde la única luz que me guiara
fuera esa flor que escondes en tus labios
y el oscuro sudor de tu aliento
exhalando el lugar de tu mundo en mi oído,
palabras que tú clavas en mis tímpanos
para que pueda yo anclar tus piernas
a mis mares airados.

Desahucio

Ahuciar: 1. tr. desus. Esperanzar o dar confianza.
DLE

El abandono es inminente. Sabe
que en la oficina de extranjería
le explicarán las reglas de un juego
que ya ha perdido de antemano.

No será ciudadano este hombre bueno.
Alguna vez creyó que aquellos muebles,
los recuerdos que pudo guardar en sus cajones
y toda la vajilla que compró
en un supermercado,
serían el antídoto contra el vacío
o al menos la materia y la arcilla
para dar forma a tanto absurdo.

Pero no significa alimento
un plato llano,
ni un florero es la planta que germina,
ni siquiera la casa significa
su casa: ahora sabe que el hogar
es solo una entelequia de esas
que prometen igual que paraísos.

Ahora que la casa está vacía
que su cuerpo es un fardo
sin cura y sin remedio,
ahora que la ley suscribe su abandono,
no queda nada de este hombre
que, aunque vivo, no existe para el mundo:
hay un eco terrible en sus entrañas
y anónimo es su nombre en el registro.

Vivimos en la antítesis de un verbo
que muchos años antes se empleó
para hablar de esperanza.

Metempsicosis

De adquirir vengo un trozo de conciencia.

Ahora más que nunca soy creyente,
gracias al mundo estoy desengañado,
ni cantos órficos ni libros griegos,
ni la filosofía demostró
esta transmutación empírica
del alma hipotecada en otro cuerpo.
No es la reminiscencia de Platón,
una mirada basta para ver
los hilos de oro que nos unen
y que no vemos:

aquí viene ese espíritu al que despellejaron,
allá va ese otro que murió en la calle,
lo molieron a golpes, le quitaron
casa, vida, sueños,
aquel de allí con alas de Prozac
voló por la ventana, dejó mujer e hijos
pero tranquilos, no está muerto,
vive en la deuda que perdura,
transmigrada en dinero está su alma.
La salvación: un óbolo invisible
que paga con la sangre el heredero.

De comprar vengo un trozo de conciencia:

ya ni siquiera nuestra muerte
nos salva del comercio.

Reciclaje

Nos hicieron creer que reciclaban la basura,
nos educaron para adorar
contenedores
hasta arriba de dioses muertos.

Los vimos aquel día
juntar nuestros despojos
en plena calle —un sol mugriento alumbra
las carcajadas—.

A nadie le importó si cuidadosamente
yo separé la muerte de mi herida
o el amor arranqué
de un tetrabrik de leche desnatada .

Así intuyo que debe ser la vida,
y sin embargo
echaré este poema al azul
cuando termine.

Diario de a bordo

La pérdida de rumbo es la constante,
temperatura gélida, el tacto
se incendia en los metales,
llevamos guantes que imaginan
el contacto con otros cuerpos,
escafandras que evitan respirar
directamente el aire,
o cualquier beso: aquí los labios
son todos invisibles.

Tripulación apenas existente.
Recuerdo los amarres en el puerto,
la gente que pasaba a nuestro lado
a veces me llamaba por mi nombre
y el eco lo escondían sus gargantas.

Aquella voz ya no es mi voz ahora,
en esta latitud de página vacía
me miro en un cristal lleno de vaho,
deconstruyo mi ser en esas gotas
que caen como escombros del amor
y del lenguaje.

Perdido en los instantes transparentes,
en este punto absurdo del viaje,
se llama soledad la geografía.

Amor líquido

El amor es un préstamo hipotecario a
cuenta de un futuro incierto e inescrutable.
Zygmunt Bauman

Era frágil el lazo de cristal luminoso,
él había escrito en el envés:
«no tocar, hay un riesgo de rotura
inminente».
Pero no se tocaban ellos mucho tampoco,
y se hablaban lo justo,
no fuera a ser que un hálito de voz
destrozara su vínculo infalible;
eran como muñecos de nieve,
fríos y tiesos sonreían,
miraban a los niños de los otros
—son proyecciones naturales—.
«¡Mira qué guapos!, ¿y si hacemos uno?»,
y pensaron también
que se haría de mimbre el cristal
que los unía.

Planearon la boda,
de tálamo en jardín y unas orquídeas,
igual que en las películas románticas,
ese era el sueño amable de sus vidas;
no importaba el dinero, ya se sabe
que por amor… por el amor profundo
de un témpano de hielo
puede empeñar el hombre sus alhajas,
con una condición:
en la noche de bodas
mancillarían sábanas y alcobas,
y un retoño sería su seguro
a riesgo de rotura de vitrinas.

Pero un estruendo de cristales
—no sé si por azar o por justicia—
se oyó al primer beso enamorado:
se derramó la copa
y estalló el lazo —por una vez sincera
que habían invertido en su futuro —.

Les devolvió la vida la parodia:
se derritieron líquidos,
conectaron sus móviles,
eliminaron vínculos caducos.

En unos días navegaban de nuevo solitarios,
ávidos de rutina y de un amor
que tenga cobertura a todo riesgo.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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