Hoy ya sé que he dejado atrás la historia,
que escribir el relato no he sabido,
que el pasado al pasar ya eché al olvido,
ya no queda resquicio en la memoria.
Hoy ya supe el dolor todo pervierte,
cuando salta al andar de rama en rama,
que la leche del cielo se derrama,
que la vida seduce hasta la muerte.
Que he sufrido en mi cuerpo un descalabro
y me niego al que venga aquí a cederlo,
así fuera que deba merecerlo.
Porque fuiste reto desmedido
a esta alegría
que no me terminaba de nacer
y no teniendo a la vista
otra vida
sino la que desgastan
mis pasos y mis horas
te designo albacea
de mi último suspiro
ORGASMO I
Nerviosa la hora parpadea
ante el tiempo que se ahorca
me rodea me cava me lame
una dicha sin tamaño ni fondo
mis dedos agonizando
en tus costados
se pierden con el mundo
en un suspiro
EXPLORADORAS
Tus manos
siempre encuentran en mi piel
una senda inexplorada
para zarpar con rabiosa gana
a la apetecida boca
del relámpago carnal
tus manos
saben evadir la rutina
cuando las pienso
se humedece mi memoria
e impaciente las aguardo.
PLEGARIA AL ORGASMO
Ajeno a mis pensamientos
huiste a un casto silencio
Hoy
que sedienta mi sangre te busca
ni a golpes ni a ruegos
te insinúas
enajenado prosigues
riguroso y oprimido y largamente oscuro
como pasillo de convento desolado
Tú
ángel de dura delicia
apático orgasmo rebelde
erizado temblor
pólvora vulnerable
de la herida descienden
azoradas lunas fecundas
que a compás de pausas
devastarán el rosa de mi vientre
lo advierte mi vulva
conjugando leyes fulminantes
en todo mi cuerpo.
FUEGO SOBRE EL MADERO
Después de romper el áspero
castrante
hostil
cerrojo de las ataduras
apuñalé al pecado
cayendo agónicas
mis trabas y mis culpas
Dejé de pedir permiso para vivir
Disponiendo conocerte
abrí tus brazos en cruz
cristo de mis pasiones
y hundí el sabor
de mi presencia
en tus pies
en tu cuello
en la blanca playa de tu espalda
Recorriéndote fui creciendo
hoja de tu rama
rama de tu árbol
árbol de tu bosque
hoja loca al vaivén
de tu tronco elocuente
Empinando a la fiebre
mi despertar
caminé y rodé en tus cumbres
y tu sexo brotó
dejando su vasta lluvia
en mi rezumante tierra nueva.
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.