CARTA A UN AMOR PLATÓNICO (Mi poema)
Mario Arteca (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA…de medio pelo

 

Pensé escribirte un día aun a sabiendas
que nunca a tu destino llegaría,
a fuer de ser verdad lo conocía,
mis ojos ocultando fui con vendas
pensando en la ilusión que a mi me hacía.

Metido como estaba en esa harina
ingenuo, fui admitiendo aquel engaño,
un día sin parar y año tras año,
negándome a correr una cortina,
tratando de ocultar mi desengaño.

El tiempo cura todo, me decía,
mas nunca a mi logré yo hacerme caso,
dispuesto a complacerme por si acaso
pudiera darme el cielo una alegría
volviendo a disfrutar de aquel parnaso.

En eso me entretuve placentero
soñando con que un día ella vendría,
en tanto que a la carta que escribía
el punto y el final puso el cartero,
que vino Dios a verle y se moría.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Mario Arteca

Proceso de reorganización lírica

Ni en sueños esas dos palabras hubiera
ocupado un sitio de preferencia, pero
así suceden las cosas, y no hace falta
dormirse para que surjan. Me esperaban
en ayunas “amotinar y radioactividad”,
en ese orden. La cosa urbana, introspectiva
y necesaria, como todo pensamiento al azar
que quita el aire desde su punto límite,
y donde una persona pregunta a otra
si aún está en la oscuridad, y el segundo
solo responde: “Puede encender”.

Cómo me gusta el presente

Con su grupo de amigos, dejó que la escena
transcurriera delante suyo entre sesenta
y mil veces. La misma era muy sencilla:
un túnel en llamas donde se aproxima
un tren por quemarse. Porque aquello
inexorable muestra su última condición:
que lo peor ha pasado y que no hay
advertencia previa, y porque anticipo
y suceso van de la mano, de la misma
manera que el hielo se integra al lago
ante el mínimo cambio de estación.
Lo que queda de la esfera pública
siquiera es proyecto, y una vida
sin marca personal no vale un centavo.
De este modo, no nacimos para ser meros
instrumentos. Sigamos con lo nuestro,
entonces. En condiciones normales,
las cadenas de azar marchan separadas,
pero golpean unidas. Una persona
carbonizada que supone serlo es parte
de la tripulación. La diferencia es que
se exhibe aliviada, con esa manera suya
de obtener placer de las experiencias
límites. El tren sabe que se funde a miles
de grados y, sin embargo, ingresa
con toda calma al túnel encendido.

XIV Un poem întrerupt de un apel telefonic (de la “Hotel Babel”)

a Andrés Ajens

Unos personajes con morrales quiteños
llevan de distintivo tornillos de cabeza
chata: la cuña que los arrrima espera
tres modos diferentes de escandir el sitio,
donde antes pudo escarbarse su género
cierta persona bigotuda y cuya parte curva
desde la nariz hasta la barba, semejaba
un zapato de mujer. Uno percibe cosas
en el lenguaje, ni bien cae en la cuenta
del funcionamiento de la cultura. También
de otras, para las que uno ha nacido,
y siquiera mira. La primera vez que entendí
qué significaba alguna cosa, fue en 1977.
Vivía la vida como una oferta que siempre
estaba llegando. Por eso, la mayor influencia
en mi vida fue nacer. Luego comenzó
la dictadura y estuve ahí, bajo los escombros
de silo de madera de los años posteriores.
Y aún después, los años del infierno puro,
dije al Servicio de Noticias el 25 de octubre,
a las 4.06 PM. Veintisiete grados Celsius
(27°C). Escobillones barrían esos gatos.
Y más tarde: “cuando uno llega a una ciudad
así, todo comienza a parecer increíble.
Las paredes todavía grises por la enemistad
del tiempo, siempre echando ruinas,
y donde lo posible era una vieja partitura
para invertebrados. Pero fue una experiencia
maravillosa. De chico amaba el paraíso
psicodélico de ciertas canciones anómalas,
descentradas, con su aire de demonios pegados
a la cabeza de un alfiler. Más tarde quise pintar;
y como no supe hacerlo comencé a escribir.
Así conocí a quienes se presentan como
la versión doblada de una misma frase
sin sonido. Y como en la adolescencia,
no darlo todo era darlo todo por sentado”.
(Más tarde, identifiqué a aquellos a los que
mi padre me advirtiera quiénes eran. Siempre
retengo esos nombres. Vivieron en un casa
durante algunos años, y mucho después
se retiraron. En todo caso, eran sólo manchas
confusas en forma de bola cuya proyección
es un tracto de tinta china. Ahora se recortan
en negro, sobre el fondo gris claro de un cielo
barrido por la niebla). Teléfono.

XVIII Il sogno di dell’incubatore (Të gjithë pushtetin për të “Hotel Babel”)

a Titina Falcón

Primeros pasos, para leerlos.
Para leer en ellos, tal como
se anuncia bajo una forma muy
determinada. Un sonajero, pues
no tenías. Es el pensamiento cuando
quiere desligarse de la última materia:
dar un paso lejos de la vida, pasar
la vida. La señora de Vismara:
una batita amarilla, que lucías
en la incubadora. ¿Y qué dice
el espíritu del merquero argelino,
pisado por el lumen de un semáforo
en rojo, también pisado porque sí,
a puntazos de acelerador? Dice:
“El pasado y el futuro han sido
siempre determinados como presentes
pasados o presentes futuros”. Otros
regalos recibidos: de familiares
y la señora de Pasos. Primera semana:
un kilo quinientos cincuenta gramos.
Estatura: 47 centímetros. Segunda
semana: un kilo cuatrocientos gramos.
Te miraban a través de los vidrios
de la incubadora; Regina Rizzi,
Chichita, Enrique, papá y Gustavito,
Cata y Mamina, Liliana y sus papás.
Compañeras de mamá. Las paredes
con la palabra VENCEREMOS,
grasa de carnero quemada, pues
entonces ¿qué?¿Qué es aquello
de lo que no se puede hablar?,
con un fusil al hombro y el pecho
desnudo de un color rojo ladrillo.

Color de cabello: dorado.
Color de los ojos: castaño.
Tez: blanca.
Complexión: muy delgadito
y pequeño.
::
La parte del vientre que estaba
en la sombra era de un azul
transparente, igual a la veladura
que daba una luz de frente
bajo la mirada de todos los
que se reunieron, y así verse
de nuevo torpes, con los pies
clavados en el suelo. Te aflojabas
los dientes con tesón, para que
cayeran. Hasta no ser más
que montones de trapos oscuros,
pliegues de piel amarilla
ya chafada por arterias turquí.
Como si no se renovaran nunca.
Como si nada pudiera renovarse,
o se condenara de antemano
por el estado de abandono
que siempre sigue a una fiesta
de amigos (Canto III/Ezra).
Anoche siguieron por inercia
el tránsito en las calles, con sus
automóviles enloquecidos, metidos
en las terrazas de los cafés.
La ciudad, aquella que tropieza
dos veces en su misma Dogana,
se ve cada vez más negra, desierta,
y ese sudor mezclado al pie
de un polvareda. Tropilla.
::
No podías tragar. Muchas veces
llegabas al Jardín con muestras
de zapallo en el cabello. Primero
te alimentaste con goteo. A los
nueve meses, comiste bien.
Más tarde andabas por toda
la casa. Clavabas tus zapatos
y pies en el barro. Te decías
asimismo Maiu. Abrías todas
las puertas de los muebles.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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