DEFENDER LO INDEFENDIBLE (Mi poema)
María Elena Hernández Caballero (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Discutir y algo endeble defender,
y atacar sin que exista un argumento
es morir sin dudar en el intento,
más valiera decir hasta más ver,
se lo ha llevado el viento.

Inventar, ese engaño tan manido
o salir del lugar por peteneras,
un recurso a emplear de uvas a peras
pues no sirve cual roto al descosido
por muchos que tú quieras.

Sostener que tú sabes lo que dices
y salir con el rabo entre las piernas,
es lo mismo que un loco en las tabernas
que al final va dejando cicatrices,
destino a las galernas.

Insistir como un gato panciarriba,
para nada empecinarse en resistir
si es que el otro no puede percibir,
mejor será evitar gastar saliva,
gritando hasta morir.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  María Elena Hernández Caballero

EL ARCA DE NOÉ

Aquí está lo necesario para emprender la marcha.
Quien nos empuja conoce todos los secretos. Bien sabemos:
A los duros el mar nos mecerá en su seno.
La barca se divierte, mis hijos se divierten.
La paloma cuando gira se divierte.
Sólo Él, como un loco, abre heridas en el cielo
para que todo muera cuando apenas retoñe
para que volvamos cuando cese la luz.
No fue el hombre quien se emborrachó con la jugosa carne.
Él ofreció limpia su alma y se la devoraron las aves de rapiña.
También ellas construyen sus torres de vidrio.
No hay punto de partida (ni de llegada).
Sólo un punto invisible donde guarecerse.
Allí hacen cruces las hormigas.
Hasta aquí nos traído el mar.
Su ola no se movió para socorrernos.
La tibia ola arrolladora, la que aguantó su mano.
Que los sabios muerdan ahora esa mano de la negación.
Cógela tú, serpiente, y arrástrala a la orilla del río.
O tú, bestia, que a pesar del camino casi no endureces.
(El reptil que no alcanzó a ver el espacio
no se detiene por una mano cósmica).

Hasta aquí nos ha traído el olvido.
Bajaremos de este infierno
los que un día retornaremos
resignados.
Impotentes.

El condado de Harris

Ni la yerba ni el ocio que la yerba trae.
Nada te convoca.
Pisotea tú mismo la leyenda,
búfalo herido.
Canta con sangre.
Canta que Harris huyó.
Abandonó su pelo.
Se hizo ermitaño.
Comedor de rosas tubérculos.
Solo con tu filarmónica oh Harris.
¿Para quién volver?
La tierra es redonda en todas
partes.
¿Reducirla, una meta?
¿Trasladar montañas
de oro,
vivas?
Rotas las manos oh Harris
por el far away casi vuelas.
Casi arañas lo que los hombres aman.
Huye.
Huye poco.
Pero huye.
La felicidad tiene espinas en los ojos.
Lunas atadas a las vías del tren.
Y la esperanza de uno desquiciado.
Traedor de putas.
Nubes.
Polvo.
Balas listas para ser incrustradas
en el cansancio de Harris.
Harris was myself.
Iba a rescatarlo.
Pero no.

Mi cabeza reposa sobre la poesía completa de Anne Sexton

Nada ocurre que debas pintar, Magritte.

A la ardilla
le gusta mi tarja en la cabeza.
Acaba de cambiarte por un modelo
familiar.
Bajo mi pelo,
perfora el plástico.
Tantas miradas en la tierra.
Otra sin accesos
toca
el timbre.
Es una ardilla, Magritte.
Ávida.
Camino de la escuela.
Quiere aprender tristeza.
¿Aquello debo contarle?
¿Tu vida
antes del útero?
¿Que el hombre de las nieves
la fecundó?
A la Sexton,
digo.

AMNESIA

Abrió la reja y se quedó en la yerba.
La primavera vestía íconos rojos.
Abrió la reja al atardecer, como si nada.
Del otro lado alguien gritaba algo sucio entre los pinos.
Duele la infección de la primavera en las tráqueas,
el vacío, la náusea, el polen que se deposita en los ojos.
Como una mariposa tirada en la plaza sueño
mientras me sacan la astilla.
No es una mariposa esto que mordisquea.
No es una corriente de carne silenciosa.
Por un pasillo, en la yerba patas arriba.
Creo haber jugado de niña con levines.
Pero a la primavera no le he visto nunca la cara.

VÍSPERA

El sol arrugaba la última hoja.
Las paredes los cuchillos se doblaban.
La última cena.
La última palabra.
La mano quemaba el incienso.
La mosca nadaba en el último vaso.
El asesino volvía por mí.
Mi madre limpiaba el lugar de los hechos.
Los monjes de velludos dedos abrieron el libro:
septiembre.

EXILIO

Dicen que en Livonia nadie cierra los párpados,
y que la nieve es ámbar, y que por nombrarla se pierde
todo. Sin saber cómo se quita de entre los restos lo nevado,
una región y luego una mujer ya se perdieron.
Pero mi ámbar es más fuerte que el ámbar de Livonia.

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Donaciano Bueno Diez
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Sol de mediodía. Un parque, cuatro mesas y…
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