DEL COMER Y OTRAS HIERBAS (Mi poema)
Josefina Soria (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Como la mayor parte, de pequeño
yo era un niño goloso, glotón y muy egoísta.
Mi madre, la gran santa,
con frecuencia insistía en que a mi me comía a besos,
para ver que poco después
con rabia me reprendía:
¡hijo, ya está bien!
¿otra vez comiéndote los calcetines?
¡cuántas veces te lo tengo que decir!
o, ¡a ver cuándo, diablos, se te quita la fea costumbre de comerte los mocos!
(al percibir dos lamparones en mis gélidas narices),
y, ésta que era otra,
¡deja de meterte el dedo en la nariz, mocoso!
(al ver como lo introducía a modo de barrena),
que éste era otro de sus sonsonetes.
O, en fin, donde comen dos, comen tres.
¡Comer para engordar!

Después, de joven,
(tú, come y calla;
la comida entra por los ojos)
cuando ya empecé a soñar,
(sin conocer aún que todo en ese mundo era mentira
ni tratar de evitar el riesgo de atragantarme),
yo me quería comer el mundo
y apostillaba, con patatas.
E incluso no me importó tragarme,
así fuera injustamente,
muchos sapos.

Y hoy, ya mayor o viejo,
(para qué andarnos con eufemismos),
me he convertido en pan comido.
Me he vuelto más dadivoso e inapetente.
¿cómo será que a veces,
muchas veces,
hasta devuelvo,
(aquí entra en escena la herencia)
lo poco que pude comerme
o incluso aquello que aún no me he comido?
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Josefina Soria

LA MAESTRA

Cada día la vida desvelaba
el pudor escondido
en las hermosas voces.
Descubrir que doña Amparo, la maestra, no era
la torre fuerte, endurecida y fría
que pensáramos siempre.
Aquel jueves, cuando los aviones
en círculo volaron a la hora del recreo
y calleron las bombas al lado de la escuela…
Perdió la compostura la maestra.
Nos buscaba llorando
y abrazaba con fuerza cada cuerpo,
gozosamente incrédula.
Delicadamente palpaba las cabezas
y reía besándonos
como si su premio fuera estar ilesos.
Esa mañana supe
que era de carne y lágrimas
como las otras madres. Y descubrir aquello
me puso un nudo amargo en la garganta.
Es decir ya estábamos
en medio de la calle, igual que muchos.
Sin un muro,
sin una mujer grande
que fuera a protegernos de la guerra.
Que, doña Amparo, la maestra, era leña para
quemar, igual que todos.
De La oscura Gente. Ediciones Torremozas

VENDRÁ LA PRIMMAVERA

Se llenarán los árboles
de hojas y de pájaros.
Vendrá la primavera
con sus voces de trinos y savia.
Nosotros miraremos
absortos el paisaje,
sin ninguna prisa:
que ya seremos dueños de las horas.
Cuando nada pregone
la bulliciosa sangre
el tiempo será nuestro.
Nos dejarán estar
verdaderos y profundos
y no nos dolerá
que grite la arboleda,
que el astro sea hielo,
que yazga derramado
el nido de las águilas.
Sobrevendrán resueltos
los espacios inmensos,
los nuncas, los mañanas.

HORA PRIMA

Un mar lleno de peces me navega.
Abro a la vida sus compuertas altas
y en resplandor me anego.
¡Soy yo la que amanece!
¡Contempladme!
Han nacido palabras en mis labios
soñando hacerse verso.
El viento mañanero
músicas va poniendo en mi garganta.
Es temprano.
Ahora mismo
el horizonte estrena una alborada
de primorosas luces.
A esta hora no se hacen reproches.
Las falaces promesas
no han comenzado a oírse todavía
dispuestas van las horas
a dejarse llenar por la hermosura.

ABRIL

Venid conmigo, entrad. Esta es mi casa.
Sobre el húmedo césped abril camina
adensando el aroma de los pinos.
Quizás queráis llegar hasta el almendro
y preguntarle qué soñó esta noche
o volver a la higuera y convidarla
a una taza de té con yerbabuena.
¿Oís esas palomas cuyo zureo escucho?
Parece que trajeran en sus alas
aromas de azahar.
¡Son hermosas las mañanas de abril!
Contemplad como vienen pintando el horizonte.
Con su perfil convoca gorriones
en el viejo tejado.
Este es el momento de encontrar
esa dicha infinita que buscamos.
Antes que alguno se levante
abra la radio
y preso ponga el tiempo en los relojes.

OIGO TU VOZ

Oigo tu voz y llego
al delirante mundo de las rosas.
Deletreo tu nombre
y las jaras se yerguen
con su salvaje aroma
y florece el aloe
sin memoria de acíbar
y azules se perfilan
los genios de la noche.
Te acercas a llamarme
y se llenan los aires de arrebatadas voces.
El espino permite
que emerja su ternura
y su ruda presencia el cierzo guarda.
Tú y yo nos encontramos
y surge la canción definitiva
su tonada llevando hasta los astros.
Para colmar de gozo
los umbrosos caminos de la noche.

VEHEMENCIA

Y luego, un día
llegaron los deseos
a ceñirme las sienes y tus manos,
tus manos cual magnolias
ocuparon mi sangre.
Estelas que marcaron los caminos
con cauces deslumbrantes.
Qué inusitado gozo fue aprenderte.
Nunca me dijo nadie
que tan hermosa fuera
esta entrega total.
Caminar
sin saber dónde llevan los caminos.
Te seguí fascinada a donde dispusiste.
Donde Dios quiere el mundo
enhebrado en su fuego.
Sin tener más noticia.
Y encontrar que ya era
tan hermoso el amor.

ASALTO A MEDIANOCHE

Cual furiosa avalancha
que invadiera mis sueños
se acerca a despertarme
un alud de palabras.
Se apoyan en mi almohada
sugerentes, impúdicas, soberbias.
Se columpian en mis pestañas.
Danzan ante mis ojos,
que apenas pueden mantenerse abiertos.
Se arrojan en tropel hasta mi frente.
Las nombro levemente
desde mi duermevela. Las acaricio
y ellas se apoyan en mis labios
que arden.
Finalmente me levanto
tomo pluma y papel
y las voy anotando en mi cuaderno.
Ya rendida
las cito para mañana
y lo hago apresurada. Antes
de que alguien despierte
abra la puerta y se pregunte
qué nueva orgía
organicé esta noche.

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Cual rana que no encuentra ningún charcose cuelga…
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