NO TODOS LOS SANTOS SON SANTOS (Mi poema)
Mercedes Cebrián (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

No todos los que están en los altares
pudieran demostrar que han sido santos,
igual que los que están en camposantos
no pueden afirmar que han sido autores.

Que autores hay con fama y con prestigio
y algunos hay que a mi no me merecen
las loas y menciones que se ofrecen
en base a los valores de ese oficio.

Que el mundo lleno está de confusión
del día en que las reglas se perdieron,
los muchos que sus textos escribieron
se dicen escritor de profesión.

Y hablando de poemas, qué decir
¿quien es aquí el censor que las bendice?
cualquiera sin saber lo que se dice
lo suelta en el papel sin corregir.

Hay muchos, ya lo sé, pues yo los leo,
¿que gusten de verdad? con cuentagotas.
De clásicos no más yo tomo notas,
del resto yo los miro y me recreo.
©donaciano bueno

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Ya sabes eso de que no es oro todo lo que reluce.

MI POETA SUGERIDO: Mercedes Cebrián

Muchacha de Castilla

¿Pero qué te has creído, muchacha de Castilla,
que podías desear lo mejor en forma de país?
Te engañaron quienes aseguraban que el castillo en desuso
y la almena mellada le daban hidalguía a tu meseta.
Algo irrumpió hace tiempo y nos quitó
con muy malos modales
el arcabuz, la pica y el palillo atrapado
entre hileras de dientes.
Hoy tu meseta es un erial cuyo horizonte
no voy a describir.
Hay mal diseño en los campos de Castilla
y peor intención: se expanden
a lo ancho igual que tú y en ellos
solo brota, a raudales, la vida sedentaria.
Y mientras tanto, en otras latitudes ya no se dice
Colón descubrió América. Se dice la encontró
porque iba despistado por completo. Los rudos
señores extremeños que llegaron con él
a ese allí tan lejano, ¿a qué se dedicaban?
Entérate, muchacha de Castilla,
observa el disimulo con que esconden
puñados de esmeraldas en sus calzas.
Reconozcamos el valor de esos hombres
al viajar en un barco mugriento durante diez semanas.
Salieron en agosto, llegaron en octubre
y hasta febrero del siguiente año
nadie tuvo noticias de su paradero.¿Habrán
llegado bien nuestros muchachos? ¿O acaso
perecieron por falta de Vitamina C?
Son ellos tus ancestros, tu saliva lo indica. Los celtas
y los íberos te engendraron en un baile de pueblo.
Uno empotró a la otra junto al pozo
o detrás de una tapia: de ahí naciste tú, muchacha de Castilla.
Cuando cantas el himno de tu patria
te veo la campanilla y dos o tres empastes.
Tengo seguro médico, diles a los que muestren reparos
hacia tu anatomía. En España, todo bicho viviente
es atendido si se desploma ante un hospital público, insísteles
en eso.
Ya está bien de pronunciar barrotes, de farfullar tanta
reja oxidada. Yo hablo modernidad: mírenme
mis empastes, son de categoría. La odontóloga
que me los fabricó es más joven que ustedes y este fin de semana
se marcha a Copenhague solo por diversión.
El presidente de mi país nació después
que yo. En medio de un discurso nos pregunta: ¿Qué habría
que evitar, que cierren un quirófano o una biblioteca?
No busca una respuesta: él sabe que un quirófano
no puede convivir con un lote de libros: cualquier
mota de polvo que se encuentre en sus páginas
puede infectar la sangre del paciente.
El presidente de mi país
es más alto que el vuestro.

Pero si son muñecos

Mamíferos es lo que buscamos, muñecos
de sangre caliente con ojos que miren
y boca que mastique. Que parezca
que algo les late dentro. El exterior, que sea
de pelo suave. La nariz
es quizá lo de menos. Con eso
funcionamos, o incluso con peluches
que hayan estado un rato cerca del radiador.
Qué haremos cuando sólo nos quede un caramelo
de los que dejan la garganta suave.
En esta caja llevo el último: has de saber
usarlo como bálsamo. Pues justo así es la vida
que me queda, o así la siento al menos al chuparla,
como ese caramelo que en la boca
se escurre como un pez.

RECHINAR DE DIENTES

Llegan buenos o malos tiempos y en forma
de qué llegan, ¿quizás como tormenta
que arma gran polvareda, o como una ventisca
o un polvillo suave
que se mete en los ojos? Definitivamente,
los malos tiempos se instalan muy adentro y ya
ni te permiten
–como decía Rabindranath Tagore
desde un poster de infancia–,
ver las estrellas. Hoy son tan pocos
los que saben de estrellas y de constelaciones;
yo las confundo
con naves espaciales siempre que miro al cielo
en plena madrugada.

No importa entonces que nos ciegue la arena
fina y constante de los malos tiempos. Los buenos
tienen distinta forma de acercarse a nosotros.
Sólo el Apocalipsis se presenta
con su timbre estridente. Ahora no sabemos
qué tiempo llega y cómo: no avisa
cuando viene, no nos anuncia jamás sus intenciones.

Me acaba de llegar esta noticia: soy yo la inanimada,
la sin boca ni cejas. Se me ha desdibujado
la colección de rasgos: apenas los usaba.
Es el momento entonces de emigrar
al nuevo exoesqueleto.
***
Como por arte de magia
se ha curado la niña, su cuerpo
está libre de úlceras y ahora
puede andar, como una muñeca
a pilas. Donde ayer hubo calvicie
hoy nace pelo; eso es también milagro
y se considera
positivo. Es bueno que ande
la niña, aunque nos preguntemos
para qué y sobre todo, ¿hacia dónde camina?
¿Y qué nos dice el pelo con su crecimiento?

***

Noto cómo me rozan el progreso, el liderazgo, el éxito
y, sin embargo, si hubiera aquí un banquito me sentaba
a mirar, a ver pasar a gente que entra y sale
de sitios. Aquí ninguna mujer
es mi madre o mi tía, ninguna lleva una blusa envuelta
que recogió del tinte: todas tienen
mucho que hacer después, incluida yo misma
y aun así
pido disculpas por mi poca productividad: no solamente
no dejo propina en el café al que voy
sino que robo
las monedas del tarro de cristal que está junto a la caja.
Con disimulo dejo caer al fondo dos botones
de nácar. Escuchan el sonido y dicen “Thank you”.
Después, cuando los ven, esperan que algún día
aquello se convierta en divisa
de curso legal.
***
He aquí la sonrisa que no va a ningún lado. No se dirige
a nadie pero se deja puesta en caso de emergencia.
El reloj no me dice cuántos meses
he de permanecer aquí:
está especializado en un paso del tiempo
de pequeño tamaño.
Llevo una sucursal del siglo diecinueve
en la muñeca izquierda: solo me ofrece horas,
minutos y segundos. Aquí no me da tiempo
ni a estar muerta.

***
Mal tenis de mesa; mal uso de la raqueta. La pelota
cae al suelo todo el tiempo. Frío dentro
del calor, como el helado de un restaurante chino
refrito en la sartén, frío en el interior
de lo que me vendieron como confortable: si se tratase
de un anorak de plumas podría denunciarlos
por estafa.
***
No se quiere a la gente, lo que se quiere es el invierno
de la gente: sus alfombras, sus mantas de franela,
sus radiadores siempre bien purgados.
Y fuera, la tormenta,
inimitable de tan amarilla.
(Parecen elefantes barritando
y en realidad es el viento, es la versión
acústica del Arca de Noé).
***
El abrigo de paño gris oscuro
forjó la idea de Europa —nos subimos
el cuello por detrás si refresca
más de lo que esperamos. Ahí se ve
su parte más innoble. Milán es un ejemplo,
agazapada bajo las solapas
de la famosa Italia.
Viena o Milán. Probablemente invierno.
(Pero si solo faltan dos paradas, no merece
la pena que te subas a Europa).
***
Me habéis visto vivir, tropezar en ese idioma vuestro;
me disteis un confort muy similar
al de una manta eléctrica. (España a cambio
os cedió su verano). Y me diréis ahora
qué hacer con los adaptadores, con las series de humor
y las cubreteteras.
***
Venimos siendo carne
picada últimamente, y no es del todo malo
que así sea. Albóndigas, salchichas,
hamburguesas: es increíble
la versatilidad de la carne picada.
Sirve como relleno y al tumbarse sobre ella
nos resulta mullida.

¿Qué opinas de parecer largos fideos rojos?
Si hay un próximo encuentro entre nosotros, será
en ese formato. Buscar ojos y bocas en las caras
es una práctica del siglo diecinueve, hoy la expresividad
procede de los leves matices del rojo
en el músculo muerto.

Hoy va lento internet.

Pijama

Desde que vivo aquí no distingo el pijama
de la ropa de calle: franela y estampado
de cuadros escoceses ya no quieren decir
lo que aprendí en El Corte Inglés.
Y es que todo es posible donde nadie te mira:
la idea de libertad
se encuentra bajo el forro del abrigo.

El control de pasaportes lo toman
muy en serio; sin embargo en la ropa
suprimieron los puestos fronterizos. La actividad
les asigna su nombre: pantalón de deporte,
prenda para dormir o para andar
por casa. El guardián
del dormir es la ropa muy floja,
la que perdió los bordes hace tiempo.
Así es como vestimos para el sueño
que nos libera a todos
de nuestros respectivos soliloquios.
El exceso de comodidad no tiene vuelta atrás:
si se rompe el elástico se caen los pantalones
sin remedio. (Y qué si se cayeran: estamos preparados
para cualquier catástrofe)

Pese a que vivo sola
llamo a la puerta del baño antes de entrar, por ver
si está ocupado.
Allí es donde residen los pantalones
de cuadros escoceses; allí es donde se encargan
de impedir que sean las familias
quienes concierten nuestros matrimonios.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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