POLUCIÓN (Mi poema)
Avelino Hernández (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Recuerdo que hubo un tiempo en que los sueños
regaban de placer todas mis noches
sin nada que pusiera en los empeños
cerrando aquella estancia con sus broches
haciendo a la mañana mil reproches,
por ser tan agradables y halagüeños.

Llamaban polución y no entendía
pues yo siempre cuidé del medio ambiente
a qué tal polución se refería,
si acaso se tratara de una fuente
que tiene que expulsar agua corriente
logrando produjera esa sangría.

Llegué a pensar que yo era un pervertido
obseso como el diablo del pecado,
un niño fantasioso y consentido,
que aquello yo lo hiciera de buen grado
jugando con el fuego y que tiznado
me había hasta las trancas corrompido.
©donaciano bueno

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Definición:
-Contaminación del medio ambiente, en especial del aire o del agua, producida por los residuos procedentes de la actividad humana o de procesos industriales o biológicos. «la polución es mayor en invierno»
-Expulsión de semen, especialmente cuando se produce de manera involuntaria durante el sueño.

MI POETA SUGERIDO: Avelino Hernández

Cita

Y ahora ya que los dos sabemos
que ser o no ser
no era un cita de Shakespeare,
nos queda hacer lo que mejor hacemos;
seguir queriéndonos.

Adiós al mar

Estaba atardeciendo.
Bajaba el sol a acostarse en Miramar.
Yo sentado en la proa,
tú en el timón, desnuda.

¿Y no ha de haber ya más navegar así
de la mano,
solos, libres,
juntos,
en balanceo constante del llaüt sobre las olas?

¡Volad! gaviotas! Os de vuelvo al mar.

A mis lectores

Vivo gozoso en las montañas de Lluc
Escasas monedas llegan cada mes a mi cuenta.
¿Qué dinero puede darle el mundo a un hombre que pasa la mañana
leyendo los poemas de Li Po bajo las parras del otoño?

Por eso pido poco, lector: sólo que pagues
Las 1.800 pesetas del precio de la venta.
De ellas me darán a mi 180
Y de estas, 18 serán para mi agencia.
(El 18% de ganancia que reste
lo entregaré, puntual, al fisco en primavera.)

Y ahora ya me animaré al que falta (con toda circunspección, pues el palacio arzobispal no es precisamente territorio frecuente)
Mitad humano
mitad divino,
mitad de allí
mitad de acá,
mitad azul celeste
mitad azul marino
excelentísima mitad.

Arzo de día
de noche bispo,
chica en el desayuno
en la cena limoná
mitad carne
mitad pescado,
Eminencia raro, pero nunca santidad.

Mitad pescador
mitad santo
mediamentira
mediaverdad
mitad y medio
ilustrísimo cuarto y mitad.

(Disculpadme, creyentes, si alguno sois lectores.
Ya veis que mis esfuerzos me resultan inútiles.
No acierto a cantar vuestros pastores.
¡Aguja desmañada en paños tan inconsútiles!)

“Un bar cualquiera”

Entre en el bar, un bar cualquiera.
Tenías en la mesa una cerveza, yo pedí un martín seco.
Me mirabas con ansiedad pero me sonreías.

“Cáncer irreversible; un año…”
“¡No puede ser! ¿Por qué?
Y los dos nos callamos.
Sólo acertábamos a no dejar de mirarnos.

Bebí vermú,
Bebiste cerveza.
Me tomaste la mano,
Te trencé los dedos,
Me acariciabas el vello del brazo.
Sin decirnos nada.

Nos levantamos.
(En otras mesas
A nadie le importaba)
Hiciste el gesto
De sacar el pañuelo
Y enjugarte los ojos.
Pero lo guardaste
En el tirante del sujetador.
Y los dos nos reímos.
Y nos dimos un beso.

Fuiste a pagar al mostrador.
Tomé la bolsa con lo que habías comprado
Mientras me esperabas.
Guardaste las vueltas,
Regresaste,
Buscabas la bolsa.
La tenía yo,
Me dijiste gracias.
Y salimos a la calle cogidos de la mano,
Sonriéndonos,
Para volver a casa.

Nunca ya aquel bar podrá ser para nosotros un bar cualquiera.
Ninguno de nosotros recordamos cómo se llama.

El día en que lloró Walt Whitman

Desde la copa del árbol al que se había encaramado,
advirtió primero la columna de humo que ascendía,
lejana, desde su aldea ardiendo. Ya no quería mirar. Estaba
atenta sólo a los rumores del chaparral. Esperaba
ansiosamente detectar algún sonido familiar que, confundido
con el canto de las aves o el ulular de las alimañas,
le dijera que quedaba alguno de los suyos.
Dispersos en el chaparral, el puñado de sobrevivientes
se fue reagrupando a lo largo del día.
Nada se dijeron cuando se reencontraron. El silencio
era el duelo. Había cuatro mujeres Y una muchacha, dos
hombres, un anciano y el niño.
Estaban inquietos por si aún permanecía emboscado
alguno más. A intervalos se escuchaba la llamada del
vigía, que se confundía con los rumores del bosque,
crecientes a medida que el atardecer avanzaba.
Pronto caería el crepúsculo; no podían esperar …

Fecundas hijas de Mneummósine,

compañeras del fulgente Apolo,
que, supliendo las carencias de mi estro,
me habéis dado cantar con cálamo piadoso,
a quienes son estrellas rutilantes en este amado tiempo nuestro.

Ferviente os ruego que lo que mis insuficiencias
esta vez me han impedido,
quiera Apolo mañana donármelo con éxito:
cantar a los más grandes, a los magníficos, a los amos verdaderos,
discretos pese a todo, circunspectos siempre, sobrios se dice, de
apariencia austeros, avizores, sigilosos, lábiles, arteros, dañinos de
verdad, garrapatas perennes, sanguijuelas sin fueros…

No sigas, son los banqueros.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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