UN MUNDO SIN HUMANOS (Mi poema)
Diego Álvarez Miguel (Mi poeta sugerido)

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MI  POEMA… de medio pelo

 

Del cielo qué sería sin estrellas,
del mar, sin ese líquido elemento,
del sol sin resplandor, y qué del viento
que pasa por aquí sin dejar huellas,
sin aire que es su fuerza y su sustento.

¿Un mundo sin humanos? maravilla.
Que el mismo es el causante de sus males,
plagado de incorrectos carcamales
dispuestos a él a darle la puntilla
metido como está en juegos florales.

Habrían fenecido las traiciones,
los odios y rencores de un plumazo,
a todos los que aquí ponen el cazo
obviando su atención a las pasiones
de aquellos que van dando algún codazo.

Los mismos que se muestran prepotentes,
malajes, orgullosos, traicioneros,
que están ciegos y de egos prisioneros,
en líneas generales malas gentes
que ignoran que son ellos temporeros.

Los únicos que gozan de conciencia
y van haciendo el mal si les conviene,
a ver que el mundo muere no se aviene,
mostrándole al planeta su indecencia
que aquí creer ser dios es lo que tiene.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Diego Álvarez Miguel

HIDRATANTE OLIVIA

«Todo lo que he amado lo he amado solo».
Edgar Allan Poe

Hidratante Olivia,
voy a hacerte el amor sobre un árbol
o más arriba, como lo hace el lento
pájaro de la sombra
y lo hace el ligero astronauta.
Esta noche
voy a dejar abierto el cielo en todas
sus negras dimensiones para que huyas
conmigo hacia los márgenes del mundo.

Hidratante Olivia,
sabes que no vendré en un Audi gris
con asientos de piel de color beige
ni montado en un gran caballo blanco,
pero esta noche –escúchame bien– voy
a dejar una nota de advertencia
en la puerta del alto cielo para

que a nadie se le ocurra molestarnos.

ENCIENDO LA LUZ DE LA MESITA…

Enciendo ta lud de la meseta y
resulta que lla nura es lo istmo;
me tienes acantilado, amor, cerro
no puedo menhir sin arenas verte:
valla a donde playa te pienso, vaya
a donde valle te río; ínsula de ojos
abruptos, me cuencas y me tienes
escarpado. Gólfo decirte que te cabo,
amor mío, pen ínsula, tesoro; dime gólfo
decirte que estrá todo coral por el viento
que tec tónica la piel, colina, mon taña,
cordi llera que estés, espérame, y dime
si re lieves o no re lieves porque
si re lieves, cueste lo que costa pienso
amarte yo también; no cima solo,
ni duna vez, ni dos veces, ni tres,
sino siempre.

EL SILENCIO

En todas las canciones –dices mientras pones
el vinilo en el tocadiscos de tu padre–
hay un instrumento diferente
que no es de viento ni es de cuerda y
que suena entre todos los demás.
No hay músico alguno que sepa tocarlo
ni documentos en la historia que lo expliquen,
pero si me miras a los ojos mientras suena
–me dices– podrás ver que completa la canción
como el aire llena el árbol, como el cielo
hace con la imagen puntual de las estrellas.

EL PAÍS DE AMMYT

Fuiste la noche y te recuerdo porque
trajiste hasta mí el lejano país
donde los ríos discurren hacia arriba
y los mares temerosos retroceden
y se salvan. Te recuerdo porque el cielo
y porque tú y porque nos hundimos
en las sábanas del fuego y aquella
certera botella de vino, con su luz,
nos abrasó urgente las entrañas.
Eras la noche y por eso no te olvido,
porque evitaste ser vista por los guardias
y te reuniste conmigo en el zaguán
para llevarme de la mano hasta la muerte;
tu espalda hermética, tu pecho estanco,
eran la noche y los recuerdo porque
abreviaste mi nombre hasta el punto
de convertirlo en polvo. Y recuerdo
también cómo tu novio llegó mucho
antes de lo que esperabas y cogiste
mi corazón y me dijiste: este se queda
aquí conmigo, tú coge tus cosas y salta.

SI TÚ SUPIERAS

Si tú supieras, de verdad, lo que me ofreces
solo torciendo la mirada, apartando
tu pelo negro hacia la izquierda,
dejándome leer –nuevo braille– en tus labios
las palabras que no salen de la boca.
Si tú supieras, Santa mía, lo que ofreces
mientras te abres paso entre la bruma
de la ciudad sin siglo que es Madrid
como hacen los pájaros nocturnos
en este apartado puerto que es mi vida.
Si tú supieras, en serio, lo que ofreces,
entenderías por qué sigo aquí perdido
entre calles que nunca me acogieron
tratando de agarrarme a todo eso
que no sabes que me ofreces
–y me salva–.

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Donaciano Bueno Diez
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