Recuerdo no sé si en mayo, si aconteciera en abril, que éste que escribe fue yayo y se convirtió en lacayo de una rosa en su jardín. Y es por eso que yo hoy con mis lectores me explayo...
El era un artesano de la piedra, un buen picapedrero, que vino al mundo a bordo de un velero creciendo hacia lo alto cual la hiedra, mimando su granero.