Un poema es un trayecto a la aventura que empieza sin saber si en el camino van a encontrarse abrojos. Y el destino ha de hacer muy pesada su andadura.
Leo al gran Azorín, pienso en Machado, Machado y Azorín, pienso en Castilla, ambos son componentes que a mi lado endulzan el café que, azucarado, le sientan como un beso a mi mejilla.
Como médico que soy, aunque no soy, vengo aquí a diseccionar la poesía, poetas que del fuego salvaría o siempre voy tras ellos cuando voy, permitan no citar quien quemaría.
Palabras que se ignoran, palabras que se cruzan, que al corazón le encoran, que hieren pues se azuzan, palabras sin sentido que andan disimulando, que antes de hablar se han ido sin nadie saber cuando.
Comprende que alguien diga que está loco, si el tiempo tan escaso que le queda haciendo un mal poema desperdicia, consciente nadie lea y que tampoco si existe algún valor nadie conceda....
¿Qué debe hacer mediando en las peleas? ¿Dónde quieres que ponga él su acento, si sólo ha de contar el sentimiento, o el punto de inflexión son las ideas?
Yo, cuando acabo un verso no reviso que prefiero ayudarle a otro a nacer, disfruto contemplando que ese guiso preparado está ya para comer subirme al paraíso.
Permíteme, lector, te diga amigo, así nadie nos haya presentado y sea por azar que aquí has llegado. Que sepas que por eso te bendigo. espero sean mis versos de tu agrado.
Yo venero a los que saben lo que dicen, que cuando hablan sólo dicen lo que saben, no me importa si los otros lo bendicen, nadie exista que a sus textos los alaben.
El tiempo firme siempre se pasea siguiéndole al destino inexorable, tratando de evitar que alguien le vea, el viento anda metido en la pelea a veces violento, otrora afable.