Algún día, quizás, yo esté en el cielo observando curioso a los humanos y pueda comprender a estos gusanos que bullen sigilosos por el suelo.
¡Oh, ese feliz paraíso prometido!¿por qué te has ido?, di, ¿dónde ahora estás?No me insistas que aún existes, que no mássoy un ciego que no ve, que está perdido.
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El que escribe, Donaciano, como el labriego en Castilla va esparciendo la semilla a voleo con la mano. Lo mismo que hace el cristiano que a Dios no ha visto y le reza y espera de su grandeza que llegado el mes de abril le riegue con aguas mil la madre naturaleza.
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Leer poesía? Ni loco!