Pues yo no tengo nada contra ti no atiendo a lo que haces, lo que dices, tampoco si lo que hago yo bendices, mas sepas no consiento que tú a mi me toques las narices.
Él ha sido un escritor que nunca supo escribir, mas que se hartó de reír y a Dios no guarda rencor. El que en busca de un amor en Quito blandió su espada....
Recuerdo, yo era un niño, las matanzas, mi padre con el gancho y el cerdito, el cerdo el pobrecito y sus andanzas, la gente en torno al mismo haciendo chanzas, y yo sin entender por qué aquel rito.
Decido no escuchar más las noticias, no puedo soportar tanto dislate, publican que hoy le han dado el jaque mate a alguno más, presumen de primicias, parece un disparate.
Comparo aquellos tiempos de miseria después de que una guerra se acabara cansados de luchar y de llorar, sintiendo soy un mono en una feria, sin sueños, sin un dios que los fundara,...
Los dioses, esos seres inventados al ritmo que nacieron los idiomas, poniendo así los puntos y las comas, al cielo en que aparecen los nublados, renacen los enfados y las bromas.
La vida me he tragado a borbotones, cansada de aguantar ya no es traviesa, que soy lo que se dice una compresa insulsa, sin atisbo de pasiones, que va soltando el lastre que le pesa.
Por qué si al cielo ha puesto dios tan alto obvió el de ponerle a una escalera, que pudiera acceder el que quisiera. Yo que a veces lo intento y pego un salto no acierto comprender si es que Él
En el pueblo, aquí, donde ahora vivo, donde nada conozco del lugar, y en que nadie se acerca a saludar, hoy me siento cual ciervo que está herido, como el ave sin alas, sin volar.
Hace tiempo que dicen que estoy triste, lo lamento, no sé disimular, es tan poco lo que hay que celebrar que la vida a seguir se me resiste y me afloran las ganas de llorar.
Admitamos que el mundo es una mierda que anda envuelta en papel de celofán, donde algunos comiendo un trozo van en tanto otros, al verla así de cerda...
¿Los jueces son los dioses? no lo creo. ¿Los jueces son humanos? eso dicen. Sentencias dictan, pues, y las bendicen seguros de acertar y no hacer reo...
Esa noche la tarde agonizaba en las fauces voraces del sosiego entre tanto la luna lo observaba, yo andaba por allí como anda un ciego y a mis dudas salida no encontraba.