Escucho con frecuencia que ha muerto fulanito, y espero si apostillan a ver qué edad tenía, después se me aparece la pena o la alegría según, como y el cuando del cielo el requisito a mi me tocaría.
Como la mayor parte, de pequeño yo era un niño glotón y muy egoísta. Mi madre, la misma que insistía en que a mi me comía a besos, frecuente, con rabia me reprendía: ¡hijo, ya está bien! ¿otra vez comiéndote
Me acerco hasta mi hogar. Tomo aire fresco. La vida se me escapa a cada paso. Me pongo a recordar. Hago un repaso. No sé qué pinto aquí que nada pesco y nadie me hace caso.
Pintar, pintar..., yo ya no pinto nada, que soy como el pintor que está acabado, la brocha de no usar se le ha secado, del bote la pintura en desbandada en busca de otra novia le ha dejado.
Digo vivir y pienso hoy en la siesta, vivir es despertarse lentamente dejándose arrastrar por la corriente gozando del bailar en esa fiesta el tiempo en que la vida tienda un puente.
Pregunto si existir vale la pena o acaso aquí es vivir una memez, que empieza cuando empieza la niñez y acaba con la muerte, esa condena lo mismo que sin agua muere el pez.
A veces, solo a veces me confundo que a ratos quiero ver lo que no he sido, me encuentro como un pollo desvalido sin nada que machar, sin almireces, me encuentro muy jodido.
Y qué será de mí cuando no esté, mis ojos ya no puedan ver el río ni chopos de la orilla con su hastío; de sólo sospechar que no veré ya me entra escalofrío.
Yo sé muy bien que el tiempo ya pasó y sé muy bien que nunca volverá. Por más que insista yo sé que se esfumó, el tiempo fue, la infancia se alejó ¡qué lejos queda ya!
¿Qué le pasa a este mundo, quién lo sabe? ¿enfermo, no está enfermo, está muy sano? ¿es joven, se resiente o ya es anciano? ¿los hombres son culpables de que acabe? Yo en esto soy profano.
¿Creer algo sin verlo? Yo no creo. ¿Creer sin conocer, un disparate, especie es de una farsa o de un dislate? No piense aquí al creer que le hago un feo y aun menos le maltrate.
Así no he de seguir, no me interesa, pues paso, me entristezco y me consumo, la vida es cigarrillo que me fumo, me acecha a cada paso y que me pesa y casi no echa humo.
Que el mundo no es mi mundo está muy claro, pues que éste lleno está de sabandijas, se meten con descaro en las rendijas dejando al que le pilla en desamparo...
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.