Como médico que soy, aunque no soy, vengo aquí a diseccionar la poesía, poetas que del fuego salvaría o siempre voy tras ellos cuando voy, permitan no citar quien quemaría.
Cuando nacen las horas, al comenzar el alba, cuando empieza el silencio despacito a rezar, la luz se hace notar y el sol asoma su alma, me asocio con la calma y empiezo a caminar.
Me fui sin darme cuenta que me iba. volví, me di la vuelta por si acaso, dudé de estar despierto al cielo raso, sentí llevar mi barco a la deriva, soñé que eras mi cielo. mi parnaso.
No he sido tan salao como Sabina tampoco tan sensible que Serrat, que he sido un botarate nada más que vióse ya metido entre la harina bailando sin llevar nunca el compás.
El tiempo firme siempre se pasea siguiéndole al destino inexorable, tratando de evitar que alguien le vea, el viento anda metido en la pelea a veces violento, otrora afable.
Poeta yo no soy pues no he leído, famosos, a poetas, los ingleses, y aun menos de Japón a japoneses, que soy como el tambor, toco de oído, y solo alguno que otro a los franceses.
¡Venid a leer mis versos a mi casa, hoy yo saldré a recibiros a la calle, mi atención yo os aseguro y un detalle, veréis, poetas, de mi ego a su argamasa!