Érase un hombre que no tenía nombre, un ser pequeño, gordete y desgarbado, muy poca cosa, tartaja y jorobado, pies planos y patizambo era ese hombre.
Una persona era que miraba al espejo y se daba asco,¡qué sería que hasta el espejo recriminaba y se lo afea!que al verla los hombres se revuelven mirando con gran fiasco...
Era un mísero gabacho ¡qué de mísero sería que de un mísero gazpacho la miseria relamía!Seré mísero, muchacho,...
No soy quien para juzgar,para tus versos, mielero,no existe un buen basureroque los puedan soportar.
Nunca supo vivir. Fué un pordiosero,uno de esos que están en las esquinaspidiendo una limosna. Junto al clerovivió de la emoción. Frases divinas...
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El que escribe, Donaciano, como el labriego en Castilla va esparciendo la semilla a voleo con la mano. Lo mismo que hace el cristiano que a Dios no ha visto y le reza y espera de su grandeza que llegado el mes de abril le riegue con aguas mil la madre naturaleza.
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Leer poesía? Ni loco!