La vida se nos va poquito a poco, deprisa, simulando va despacio, pasando la hoja nueva al cartapaccio, mirando hacia otro lado, haciendo el loco, al ritmo de las cosas de palacio.
Hoy he vuelto a mirar hacia el pasado observando a través de la mirilla a ese humilde terruño de Castilla donde un día algún dios hubo creado de padres, carpinteros, una astilla.
Partamos de la infancia. El crío piensa en bromas y en jugar, amigos, que le incordia el estudiar, si encuentra su alimento en la despensa y para de contar.
Pasan los días, pasan las horas, pasan los sueños, la vida pasa, y los deseos de las señoras, pasan las prisas y las demoras y hasta del cuerpo se va la grasa.
Aquí está. Es esa piedra moribunda sin lluvia, sin sonido, sin más nada, asida cual la lapa furibunda al germen de su baba, de carcunda desnuda de su piel y descarnada,
Amigo, hoy los tiempos han cambiado, travestidos en aras de otra ciencia, de acera sin decirlo se han mudado, a principios de antaño traicionado, convertidos en presos de conciencia.
El tiempo firme siempre se pasea siguiéndole al destino inexorable, tratando de evitar que alguien le vea, el viento anda metido en la pelea a veces violento, otrora afable.
Me dieron un reloj y me dijeron tu tiempo empieza aquí, procura aprovecharlo pues que así después no has de acusar que te jodieron, ni habrás de al fin decir me arrepentí.
Tiempos, que fueron de paz, cuando a la vida, los dulces rayos de sol de la mañana envían un soplo de emoción, ungida de olores a salvia espliego y mejorana.
Yo voy matando el tiempo al tiempo que él me mata, con el que bien me trata yo intento ser atento. Como soy educado yo sé decir lo siento, me excusen, no es preciso me estén dado la lata.
Y el tiempo fue pasando haciéndole más viejo, donando sus consejos, al ayer recurría, sus nietas adoraba, por sus nietas vivía, pensando solo en ellas se miraba al espejo.
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.