Vivir es consumirse lentamente,echar leña y pasión a cada instante,seguir siempre de frente hacia adelante,borracho disfrutando en el presentecual caballero andante..
He visto. He visto a dios en mi azoteay en mi mente febril a dios he visto,lo mismo que yo he visto cuando meael niño que alargando se recreael pis que hace regar dándose el pisto.
Nunca tuvo en la vida ni un resquicio de descanso, minuto, ni un instante, pues que vino a cubrir una vacante con la fusta dispuesto al sacrificio, y el arte de fingir como un marchante.
Parece fuera ayer cuando, inocentes, jugábamos a moros y cristianos, sin nada más que sueños en las manos, ni manchas que ensuciaran nuestras mentes,...
No creo fuera dios quien hizo al hombre, y aún menos que naciera de la nada, ni creo que él lo hiciera a mano alzada y nunca yo creí, nadie se asombre, que fue por un
Ya sabe que es mayor, mejor, que es viejo, la muerte va pisando sus talones, que escaso anda de vicios y pasiones, y de cerca precisa un catalejo para trazar renglones.
Ha jugado al solitario y ha ganado y ha perdido y en un beso se ha escondido, y en las cuentas de un rosario y en el show de un calendario y en el soplo de un olvido....
Y un día ha de venir, yo estoy seguro, en que el mundo espabile y se despierte y se plante sin miedo ante la muerte y atienda a la razón poniendo un muro.
Es inútil querer cambiar el mundo, y adornarle de flores, diferente, se incline hacia otro lado de repente, trocando su carácter nauseabundo en gozo que resulte complaciente.
¡Qué rápido fue! Nació, creció, murió. Vivió sin conocer por qué vivía asido a los poemas que escribía cual ficha que se aferra al dominó o espíritu penando en sacristía.
Soy yo. Hablo de mi. De quien bosteza. Sus mimbres, sus miserias, su fortuna, a solas con su sombra y con la luna, sus sueños, sus deseos, su torpeza, y todas sus perezas una a una.
Ansias de sed. Los pájaros hambrientos arrastran sus pezuñas sobre el lodo que pasan junto a mi. Van codo a codo. posible sean mas de mil. Quinientos seguro que yo he visto que, beodos,
Partamos de la infancia. El crío piensa en bromas y en jugar, amigos, que le incordia el estudiar, si encuentra su alimento en la despensa y para de contar.