AYER, HOY Y MAÑANA (Mi poema)
Juan de Tassis y Acuña (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Ayer, hoy y mañana, eso es el tiempo,
quien toma la medida a lo que pasa.
Y al paso que se da, suelta la grasa,
haciendo que el compás siga a destiempo
quemando su argamasa.

El tiempo siempre está en lo que acontece
cual fuera un enredado zascandil,
que avanza para atrás cuando más crece
y crece aunque parezca que envejece
con su alma juvenil.

Que el tiempo a mi se me hace cuesta arriba
y causa el consumirlo un gran trabajo,
hay veces que se mueve a la deriva
y debo de gastar mucha saliva
y esfuerzos a destajo.

El tiempo es el supuesto imaginario
que así que no se cuide, nunca muere,
y va dando la vuelta al calendario,
se muestra con la gente insolidario
tocando a miserere.

Que todos viejos somos en potencia,
y vamos hacia el fuego y caminamos,
y todos le oponemos resistencia
y habremos de pedir al fin clemencia,
de dios nos acordamos.

Ayer, tiempo, te vi, tan jovencito
mas ahora, si te vi ya no me acuerdo
mañana ya veré si eres un mito,
por eso yo camino despacito,
y encuentro si me pierdo.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Juan de Tassis y Acuña

A los presagios del día del juicio

Cenizas que aguardáis aquella trompa
para unir las especies desatadas
con que al Juicio Final, serán llamadas
las almas puras con gloriosa pompa,

cuando la voz de Dios, abriendo, rompa
los mármoles y losas más pesadas,
porque salgáis unidas y apuradas
en forma a quien el tiempo no corrompa.

No puede estar ya lejos, pues es cierta
aquella confusión, cuya agonía
los dormidos espíritus despierta.

Antes en este caso juzgaría
que ver cosa inmortal, sin tiempo, muerta,
es ya de los prodigios de aquel día.

A una dama que se quería casar con Don Fulano de Castro, impotente

Señora, no me fastidia,
Envidia
ni mueven mi palma y labios
Agravios,
ni causan en mí desvelos
Celos;
antes alabo a los cielos
de que os sirva un impotente,
pues así el alma no siente
Envidia, Agravios ni Celos.

Diome el ciego Amor
Dolor;
ver sus deseos logrados,
Cuidados;
y que os gozasen sus ojos,
Enojos.
Supe sus aceros flojos;
y sabida su impotencia,
cesaron en mi conciencia
Dolor, Cuidados y Enojos.

Es Castro en nombre abreviado
Castrado,
castrado a quien falta el basto,
Casto,
castrado y casto varón,
Capón.
Mal podrá haceros buen son
aunque cascabeles toque,
quien es en toque emboque,
Castrado, Casto y Capón.

Bien sé que este amante rojo
es Flojo,
su pica, taco y velorto,
Corto;
y que no tiene esta pieza
Cabeza.
No jugará con destreza
instrumento tan mellado,
porque está de puro usado
Flojo, Corto y sin Cabeza.

Fáltale a vuestro Escipión
Bastón;
y aunque a la guerra os provoque
Estoque;
y para entrar la goleta,
Jineta.
y así, en la guerra secreta,
asaltos os faltarán,
faltándole al capitán
Bastón, Estoque y Jineta.

No correrá con pujanza
Lanza,
ni con gritos o a lo sordo,
Bohordo,
ni a fuer de juego de España,
Caña.
Si el corazón no me engaña,
la boda será funesta,
pues no se enristra en la fiesta
Lanza, Bohordo ni Caña.

Si no empuña Mandricardo
Dardo,
ni dispara en vuestro Onnuz
Arcabuz,
ni enciende cuando os pertrecha
Mecha,
siempre andará con sospecha,
señora, que otro os da asalto,
un hombre que ve que es falto
de Dardo, Arcabuz y Mecha.

Es un brazo sin espada
Nada;
reloj con pesas sin mano,
Vano.
y un impotente en el lecho,
Sin Provecho.
Ved, señora, el pie derecho
primero que lo juzguéis,
mirad que después no halléis
Nada, Vano y Sin Provecho.

Si al potro el Híjar no bate,
Acicate;
ya la yegua que más vuela,
Espuela;
ya la mula que más rúa,
Púa;
en ser lerda se habitúa,
y lo mismo es la mujer,
si no le bate al correr
Acicate, Espuela o Púa.

Fue un tiempo vuestro varón
Capón,
y es el que os goza al presente,
Impotente,
amén de otro monje añejo
Viejo.
Señora, mi mal consejo
es que corráis buen caballo
y no busquéis para gallo
Capón, Impotente o Viejo.

Vos tenéis, señora polla,
Argolla,
y en Castro contemplo solas
Bolas,
y en el capón solo y flaco,
Taco;
y de aquí, señora, saco
que uno destos solo y vos
nunca juntaréis los dos
Argollas, Bolas y Taco.

Plegue a Dios que no sea Castro
Padrastro;
de vuestro huerto y jardín,
Mastín;
y sea del hortelano
Alano.
Gozad del garbo lozano,
antes que seáis mujer
de un marido que ha de ser
Padrastro, Mastín y Alano.

Tenga otro en vuestros sollozos
Gozos,
y en vuestro burlado intento,
Contento,
y en veros quemar y arder,
Placer,
que a mí no me han de mover
riscos, bronce y pedernales
a tener de vuestros males
Gozos, Contento y Placer.

Cuando me trato más, menos me entiendo…

Cuando me trato más, menos me entiendo,
hallo razones que perder conmigo,
lo que procuro más, más contradigo
con porfiar y no ofender sirviendo.

La fe jamás con la esperanza ofendo;
desconfiando más, menos obligo;
el padecer no puede ser castigo,
pues sólo es padecer lo que pretendo.

De un agravio, señora, merecido
siempre será remedio aquel tormento
que cuanto mayor es, más se procura.
Porque para morir agradecido
basta de vos aquel conocimiento
con que nunca eché menos la ventura.

Determinarse y luego arrepentirse…

Determinarse y luego arrepentirse;
empezar a atrever y acobardarse;
arder el pecho y la palabra helarse;
desengañarse y luego persuadirse.

Comenzar una cosa y advertirse;
querer decir su pena y no aclararse;
en medio del aliento desmayarse,
y entre el amor y el miedo consumirse.

En las resoluciones detenerse;
hallada la ocasión no aprovecharse,
y perdido de cólera encenderse.

Y sin saber por qué, desvanecerse:
efectos son de amor; no hay que espantarse,
que todo del amor puede creerse.

El que fuere dichoso será amado…

El que fuere dichoso será amado
y yo en amor no quiero ser dichoso,
teniendo mi desvelo generoso
a dicha ser por vos tan desdichado.

Sólo es servir, servir sin ser premiado;
cerca está de grosero el venturoso;
seguir el bien a todos es forzoso,
yo sólo sigo el bien sin ser forzado.

No he menester ventura para amaros;
amo de vos lo que de vos entiendo,
no lo que espero, porque nada espero;

llévame el conoceros a adoraros;
servir más, por servir, sólo pretendo;
de vos no quiero más que lo que os quiero.

¡Oh cuánto dice en su favor quien calla!

¡Oh cuánto dice en su favor quien calla!
porque de amar, sufrir es cierto indicio,
y el silencio el más puro sacrificio
y adonde siempre amor mérito halla.

Morir en su pasión sin declaralla
es de quien ama el verdadero oficio,
que un callado llorar por ejercicio
da más razón por sí, no osando dalla.

Quien calla amando, sólo amando muere,
que el que acierta a decirse no es cuidado;
menos dice y más ama quien más quiere.

Porque si mi silencio no os ha hablado,
no sé deciros más que, si muriere,
harto os ha dicho lo que yo he callado.

Nadie escuche mi voz y triste acento…

Nadie escuche mi voz y triste acento
de suspiros y lágrimas mezclado,
si no es que tenga el pecho lastimado
de dolor semejante al que yo siento.

Que no pretendo ejemplo ni escarmiento
que rescate a los otros de mi estado,
sino mostrar creído, y no aliviado,
de un firme amor el justo sentimiento.

Juntóse con el cielo a perseguirme,
la que tuvo mi vida en opiniones,
y de mí mismo a mí como en destierro.

Quisieron persuadirme las razones,
hasta que en el propósito más firme:
fue disculpa del yerro el mismo yerro.

Pasé los golfos de un sufrir perdido…

Pasé los golfos de un sufrir perdido,
y piélagos de ofensas he surcado,
de enemigos impulsos agitado,
de poderosas olas impedido.

Hoy, pues, menos quejoso que advertido,
de esperanza las velas he animado,
y debo a mi noticia haber tomado
en mar de sinrazón puerto de olvido,

donde ya en dar benéficos alientos
a la violenta fuerza me libraron
del tiempo airado y de contrarios vientos.

Ya engañosas sirenas me dejaron
porque la falsa voz de sus acentos
mis diamantes oídos no escucharon.

Silencio, en tu sepulcro deposito…

Silencio, en tu sepulcro deposito
ronca voz, pluma ciega y triste mano,
para que mi dolor no cante en vano
al viento dado ya, en la arena escrito.
Tumba y muerte de olvido solicito,
aunque de avisos más que de años cano,
donde hoy más que a la razón me allano,
y al tiempo le daré cuanto me quito.
Limitaré deseos y esperanzas,
y en el orbe de un claro desengaño
márgenes pondré breves a mi vida,
para que no me venzan asechanzas
de quien intenta procurar mi daño
y ocasionó tan próvida huida.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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