IMAGINA, MEJOR NO IMAGINAR (Mi poema)
Jacinto de Salas y Quiroga (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Imagina que en este mundo cruel
las personas vivieran sin abrazos,
sin los besos, saludos y aun codazos,
sin poderse rozarse con la piel.

Que las calles brillaran por su ausencia
porque nadie a pasear se decidiera,
y hasta el ruido de pena se muriera
procurando a pecados penitencia.

No pudiérase hablar con sus vecinos
por el miedo a juntar con apestados
y mirarlos con semblantes despechados
aun peor se tratara de gorrinos.

Imagina que fueras un anciano
recluído en tu casa y resistiendo,
mientras oyes los viejos van muriendo
sin que nadie les echen ni una mano.

Imagina, es mejor no imaginar
que eso mismo es lo que hoy está pasando,
las campanas de pena están llorando,
sin que exista otra opción, la de rezar.
©donaciano bueno

Estábamos tan calentitos...y vino #Dios a vernos Clic para tuitear

MI POETA SUGERIDO: Jacinto de Salas y Quiroga

Jacinto de Salas y Quiroga

Yo te amo

Angelito, dame un beso;
dame un beso y un abrazo,
que tu padre está en la guerra
hace ya más de dos años,
y de entonces nada basta
para darme buenos ratos
sino una voz de tu boca,
sino un beso de tus labios.
¡Pobrecillo!… ¡Cuántos lloros
a mí mísera has costado!
De tu padre, ángel del cielo,
eres el vivo retrato.
Esas mejillas de rosa,
esos ojos azulados
que respiran solo amor…
Eso todo, no hay dudarlo,
eso todo es de mi Antonio…
Aprende, niño adorado,
a decir como tu madre:
«Yo te amo, yo te amo».
Mamá, mamá, ¿por qué quieres
que suspire al pronunciarlo?
-Hijo mío, dame un beso.
-Mamá mía, yo te amo.
Vino luego de la guerra
el militar suspirado,
y al darle un abrazo tierno,
fuera de sí, enajenados,
hijo y madre repetían:
«Yo te amo, yo te amo».

El amor del poeta

Mon luth sur mes genoux, soupirant mon amour,
je charmerai ta peine en attendant le jour.
LAMARTINE

Amor, devora el alma de tu esclavo,
devórala en un día;
o deja que mi pecho candoroso
en torrentes se exhale de armonía.

Ya no tiemblo, no tiemblo… el Dios que inspira
al genio creador es quien me inflama;
Él dio temple a las cuerdas de mi lira,
Él raudales de voz en mí derrama.

No es más grata la fuente en el desierto,
ni en el jardín más bella es la palmera,
que el grato sonreír de la ternura,
y el mirar de la virgen hechicera.

O virgen, me amarás, que yo te adoro,
y a un destello no más de mi mirada,
a una gota tan solo de mi lloro
sin querer te verás cual yo arrastrada.

El llanto del poeta es más que fuego,
su mirar arrebata y enardece,
y el valor de la virgen inocente
a su cantar de amor desaparece.

Si la brisa murmura, de tu boca
me parece que a mí trae un suspiro;
si las olas se estrellan en la roca,
algo me dice: allí tu imagen miro.

Cuando el hielo del Norte me cubría
el latir de mi pecho era aun más frío,
y ora que siento el sol de Mediodía
me digo: aun más me abrasa el amor mío.

Mil te amaran, o virgen, mil te amaran;
mas ¿te amará jamás cual yo un poeta?
Ellos sin ti por otra suspiraran,
más yo ¿qué necesito?… Mi paleta.

Mi paleta, teñida de colores,
para pintar el cielo…
Cantar fue mi elemento y mis amores…
Y ora otro amor me arrastra por el suelo.

¡Oh! Por ti nada más… por ti, mi amada;
sin tus ojos de cielo yo dichoso
¿Qué pidiera al Eterno?… ¡Oh! Nada, nada:
Melodioso cantar, gloria y reposo.

Sí, que me niegue luz el Dios que inspira
sino puede mi canto enternecerle;
en mil pedazos quiébrese mi lira…
O compasión o muerte.

El soldado

Caballito, caballito,
el de la cola rizada,
hoy me dijo el capitán
que me puedo ir a mi casa.
Hace ya más de ocho años
que no duermo en buena cama,
que vivo sin padre y madre,
sin hermanos, sin hermanas,
que no tengo quien me cosa,
ni quien me diga: ¿qué extrañas?
Ya se acaban mis trabajos…
a Dios, caballo del alma;
cuando mi madre me abrace
le diré: «Sólo me falta
mi caballo para ser
dichoso, madre adorada».

Así decía el Soldado,
luego con dolor y calma
fue a casa del Capitán
Y recibió sin tardanza
su licencia. ¡Pobrecillo!
Quiso volver a la cuadra
a dar el último abrazo
al de la cola rizada.
Ve al caballo, y sin querer
una lágrima se escapa
de sus ojos… «Caballito,
caballito de mi alma,
no veré más a mi madre,
dormiré sobre unas tablas,
llevaré palos del cabo,
más cuidaré tu cebada.
No, no te puedo dejar…
Vales tú más que mi casa».

Dijo, y rompió la licencia.
¡Pobre! Volvió a sentar plaza.

La indecisión

Cada vez que sin conmoverte
mi tierno llanto ves correr,
deplorando mi triste suerte
me ofrezco no volverte a ver.
Pero si acaso una sonrisa
llego en tu boca a descubrir,
lloro, suspiro, mi Luisa,
y aquí a tus pies juro morir.

Cuando el requiebro de otro amante
veo que escuchas con placer,
acusándote de inconstante,
me ofrezco no volverte a ver:
mas si hacia mí, dueño adorado,
llegas tu vista a dirigir,
si ves mi llanto con agrado,
aquí a tus pies juro morir.

Si pienso que mi ardiente anhelo
de ti no puede merecer
ni una palabra de consuelo,
me ofrezco no volverte a ver.
Mas si imagino que algún día
a mi amor te podrás rendir,
siento renacer la alegría,
y aquí a tus pies juro morir.

El roble y la caña

Fábula
Lima, 1832

El orgulloso roble cierto día
a la flexible caña así decía:
¡cuán injusto contigo me parece
el padre de los dioses! ¡Pobre arbusto!
Un régulo ligero te estremece,
y te dobla a su gusto.
Al impulso de Céfiro impotente
inclinas sin defensa humilde frente:
yo, no sólo detengo sin trabajo
del sol molestos rayos, mas el viento
es para mí un débil elemento,
y en su curso furioso yo le atajo.
Tan pródiga natura fue conmigo,
como parca contigo.
¡Si nacieses siquiera
bajo mi espesa copa, bondadoso,
yo de la tempestad te defendiera,
y sabrías así lo que es reposo!
Mas a menudo naces, infelice,
en las regiones húmedas del viento.
Señor, la caña dice,
digna es vuestra bondad del nacimiento
que Júpiter le ha dado;
mas no se aflija tanto por mi suerte;
contra el viento es verdad soy poco fuerte,
mas, si me dobla, nunca me ha cortado.
Cuando así dice, Bóreas inclemente
forma la tempestad más horrorosa
que ha visto humana gente.
El cielo se obscurece, el sol reposa,
zumba el viento, la tierra se estremece,
y todo con su estrépito perece.
La caña dobla, el árbol se resiste;
La tempestad no obstante
su fuerza aumenta, y con furor persiste;
y hace tanto que el árbol del Tonante,
cuya cabeza toca al firmamento,
se mira derribado en el momento.

La luna

Leur ciel est nébuleux et leur soleil est froid.
NAPOLÉON EN EGYPTE.

No me interrumpas, que contemplo ansioso
el astro bello que en el cielo brilla,
no cual le he visto, triste y nebuloso,
del Támesi a la orilla.
Hoy hace un año el astro así vagaba,
y sobre el césped húmedo sentado,
cual hoy le contemplaba,
el rostro mío en lágrimas bañado.
Envuelto estaba en mi pesado manto,
y mi vista a lo lejos descubría,
para placer y encanto,
nieve más bella que la luz del día.
No así la luna, con su faz hermosa,
Las canas plateaba del anciano,
ni del rostro lozano
yo distinguía la color de rosa.
La luna de Albión, entre vapores,
no alumbra, cual alumbra la de Iberia,
que la nuestra es de amores,
la suya de miseria.
Hoy mismo hace dos años que en los mares
guiaba mi bajel el astro mismo;
al verlo yo olvidaba mis pesares,
al verlo no temblaba ante el abismo.
Hoy, astro de inocencia y de consuelo,
te miro de mi patria y sin anhelo,
suspirando tal vez… ¡Si soy poeta!
Pero tal vez dichoso
si recuerdo aquel tiempo tenebroso
en que cantara a Pirra la coqueta.
Allá arriba otros ojos en la luna
se encontrarán acaso con los míos…
-«Su luz te es importuna.»-
-«Los años son tardíos.»-
No, déjame mirar, ya que no pueda
ver lo que quiero si la vista inclino;
¡Qué consuelo me queda
si no sueño más próspero destino!
Mira, ¿no puedes descubrir conmigo
sus ojos retratados
en el astro testigo
de sus amores lánguidos pasados?
Bajo la vista, que me brota el llanto,
y harto lloré en mi vida;
cúbrete, oh luna, con tu triste manto,
que tu belleza al lloro me convida.

A Damón

Je crains toujours d’attrister les heureux.
BÉRANGER.

Una vez sola, o numen de alegría,
una vez sola endulza mis cantares,
los de aquel que jamás pulsó su harpa
sino al claror de antorchas funerales.

Hoy el amor, cual amo, me avasalla,
él me arrastra hasta el pie de sus altares,
él mi labio desata… Dios o monstruo,
tú enfrenas por un día mi coraje.

A la puerta divina de tu templo
himeneo en mirarte se complace,
el que sin ti es la hidra de Lernea,
y por ti protegido es sólo un ángel.

Así será para mi tierno amigo,
que halló dolor al alto de los Alpes,
en la ciudad hermosa de Pizarro,
y en el piélago inmenso de los mares.

Doce veces la tierra en su carrera
midió el sol, cuando el fin de tus pesares
sonó, Damón, en el reloj sagrado,
y el amor te dio fuego que te abrase.

Felice tú que adoras a quien ama,
que sientes los latidos de quien late,
que recoges sus lloros en tus labios,
y suspiras tal vez por leves males.

Al lado de tu esposa, Damón mío,
sólo mora una paz interminable,
y nadie hay cerca de ella desgraciado,
sino el triste que entona estos cantares.

Si así, porque sus penas son eternas;
sus penas que bondoso tú escuchaste
en la ciudad del reino de los Incas,
do la amistad a entrambos nos fue madre.

Hoy ¡cuán distintos! La amistad nos une,
y en eso nuestros pechos son iguales,
pero tú gozas de indecible dicha,
mientras que a mí me oprimen nuevos males.

Mas sé feliz, mis penas se mitigan
al contemplar que vives sin pesares;
mientras tanto yo pobre pido al cielo
para cantar tu dicha voz suave.

A *** (Salas y Quiroga)

Sublime virgen, a mi canto atiende,
y si mi nombre el eco de la fama
repite un día y te alboroza el pecho,
di, virgen mía, que tu amor me inflama.

Tu amor es quien mi párpado humedece,
tu amor el que da sones a mi lira,
tu amor es el que acalla mis pesares,
tu amor quien este cántico me inspira.

Por Delia suspiró Tibulo versos,
el Petrarca por Laura, y por Elvira
suspiró Alfonso, el cisne de la Francia,
y sus nombres por siempre tendrán vida.

¡Dichosa la beldad que ama el poeta!
Es eterna cual él… O virgen pura,
si los siglos audaz mi canto vence,
tu nombre será eterno y mi ternura.

Y en los remotos siglos una amante
repetirá a su amante tiernamente:
«Ámame cual Fileno amó…» Y entonces
tu nombre sabrá el mundo solamente.

Al pueblo español, en la época de su regeneración política y literario.

Quizás mis versos secarán el llanto
de algún hombre inocente y afligido.
Alma ardorosa con secreto encanto,
menospreciando el mundanal ruido,
quizá hallará en mis versos candorosos
mayor verdad que en versos más famosos.
J. L DE MORA. -Poesías inéditas.

Le poète est semblable aux oiseaux de passage
qui ne bâtissent point leur nids sur le rivage,
qui ne se posent pas sur les rameaux des bois;
nonchalamment bercés sur le courant de l’onde,
ils passent en chantant loin des bords; et le monde
ne connaît rien d’eux que leur voix.
LAMARTINE.

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Donaciano Bueno Diez
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