Su cerebro reprocesa
y en sus sueños le delata
y sigue y le da la lata
pues de recordar no cesa,
le insiste no le interesa,
le tiende un puente de plata
que a su pasado retrata,
y a su mente tiene presa.
La misma que retrotrae
de su historia cada paso
que aunque ya no le haga caso
le refresca la memoria,
cual soldado de Petroria
que ha luchado a cielo raso
y en ese magma tan graso
sobrevive entre la escoria.
Luego se pone a pensar
y le asusta el panorama,
y decide ir a otra trama
para allí intentar soñar,
sueños con flor de azahar
de colores verde y grana
que escupan la mala gana
animándole a gritar.
También Ovidio, en el Ponto Euxino,
calmó las bullas con granizo
y, cuando los ardores fueron mármol,
una tristeza dorada dio nombre
a cada esquina de la dulce Roma.
Todo destierro es eso:
atraco de melancolía,
una exclusión gratuita,
y una pregunta por el cielo:
¿éste será el mismo que poseía?
El mismo, el mismo que el acerolo
de los sueños ordinarios. (De Edades de la sonante espuma)
NOCHE CARIBE
Un año apenas,
y aquellas palomas de san Bernardo,
que por su velocidad tan purísima
nos parecían otras y las mismas,
hoy he vuelto a verlas en su retiro
de invierno y sé que no:
que son definitivamente otras.
Las que fueron sobre el tejado
secreto y navío de la escarcha
evaporaron su hermosura
porque al raso de las ojivas
vosotros y yo,
pasión y criatura,
no somos sino etiquetas de un azul
errante y mortecino.
Sí, pero las otras, las que no visteis
en su laberinto de naranjales
y dejaron en mi noche caribe
un atropello de sedas y un sollozo de nieve,
esas, precisamente esas,
con su tiempo de arquero
y patrulla febril,
esas, lo juro, son las mismas. (De Edades de la sonante espuma)
CULTURA
Apiádate del turismo.
La cultura al fin es como el amor:
un sauce a la intemperie y tú.
Lo reconozco
sin esa náusea del futuro
que cede gratis bastanteos al hedor:
soy parte del tropel de reposteros
que ha hecho de la modernidad
la jareta descendente del espíritu
y un panfleto social del alba.
Con la neuralgia de los ismos
hemos creado deidades sometidas,
políticos caníbales,
intelectuales de jabonera,
obras de joviales enterradores,
y un sentimentalismo astuto
de lencería fermentada.
En resumen: un percutor de ruidos
para una sociedad pletórica
en accidentes profundos
y en soledades de cimbel.
A pesar del progreso coronado,
el triunfo de los sexadores
ha sido más bien relativo.
Dentro hay una resistencia solapada
–libertad de origen–
que oxigena el cansancio permitido.
Y emergen primaveras,
que revienta muros en Berlín
y piraterías salvajes de Wall Street,
en hermosos desfiladeros.
Y ahí, en masteleros eternales,
Tristán e Isolda en el acantilado,
Romeo y Julieta en su realidad niña,
los pensadores griegos y cristianos
en sus confidencias de aurora, y tú…
tú moldeando el embuste de la boca
hasta el próximo sorteo de un beso. (De Estamos en alta mar)