UN RESPETO, POR FAVOR (Mi poema) Luis Manuel Pérez Boitel (Mi poeta sugerido)
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MI POEMA …de medio pelo |
Yo vengo de otros tiempos donde al niño Los niños comenzamos a aprender Si quieres libertad has de saber Añoro ese lugar en que hasta ayer En nombre de la #libertad de #expresión todo está permitido? Clic para tuitear |
A mi, de pequeño, me enseñaron el respeto a los demás, incluso ese lema de «mi libertad acaba donde empieza la del otro». Ya sé, hoy dicen que las palabras no matan. Y es verdad. Pero no es menos cierto que pueden hacer mucho daño. Y en cualquier caso para qué hay que caricaturizar a las personas, símbolos, creencias…etc… de los demás. ¿Es ésta una forma honrada de adquirir notoriedad? Luego vienen las lamentaciones de que si la gente joven no respeta a los mayores, que hoy son más machistas que nunca, que el racismo, odio al diferente avanza a pasos agigantados. Al fin siempre se recoge lo que se siembra. ¿Sería justo que yo empezara a echar mierda sobre la pobre madre de este señor Hasél? Pues eso. Lo que no quieras para ti….Ah, y qué diría este señor si ETA le hubiera matado a un hermano inocente por el solo hecho de que pasaba por allí?
MI POETA SUGERIDO: Luis Manuel Pérez Boitel
TODA LA FLOR DEL UNIVERSO
He aquí, de pronto, mientras se cante este poema,
abierta y sangrante toda la flor del universo.
Carlos Galindo Lena
I
ayer, dibujaba con beneplácito
la luz de la provincia.
la mustia sombra que quedó de los astros.
en el confín aquel la nube gris
desde la hierba, simulaba
todos los enigmas. los ecos. las procesiones.
en las cercanías de tales desafíos
crucé la penumbra. el enceguecido andén
que pétreos ruidos confirman, a destiempo.
la hora de partir. señal desde la tierra
abriéndose en su mitad
como una madre dispuesta a su ceguera.
ah, piedra que solventó las noches del otoño.
la luz gravita en mí, lo demás
no importa en principio.
los techos que desde los riscos
penetraron toda la ciudad. la gente
husmeando la caída del pez.
el pez que unía su silencio
devorado tan ferozmente por la noche.
el pez que asistimos, grávido
en el citadino lugar sin pertenencias.
tengo la luz de ayer, los estertores.
la plaza de la Vigía
con todos los gatos de la ciudad, eso ya no importa.
a mis espaldas escucho el eco
entre los promontorios. el frescor
del agua, ya estéril sobre la roca única.
el hombre que cayó, no está en mí.
el oficio que tengo me insatisface. el oficio que tengo
atisba lo irreal; las cosas mueren
de repente. no lo imaginé pero hace un instante
el árbol y la ciudad sola, morían.
ayer, dibujaba con beneplácito
el parentesco fugaz con otros hombres.
el eco se hizo en mí. aluciné el tiempo;
otro tiempo. después con toda ingenuidad
pretendí la luz. ese amargo sabor
que dejan los espíritus. el agua. los temores.
la noche que caía.
II
el hombre de gloria oculto en la dureza
de todos estos años, tampoco está en mí;
salgo a buscarlo y sólo veo el astro,
la fijeza de un tiempo que retoma el polvo
para matar al pez nuevamente.
ellos dijeron que fue ayer,
nada más. que desde el ruido del agua cayó
a la falsa ilusión. sosegado sobre sí,
diestro en los oficios de los primeros tiempos. en la