AGUA QUE NO HAS DE BEBER (Mi poema)
Francisco Acuña de Figueroa (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

Agua que discurre, que brinca y que besa,
que pasa de largo y de pronto se olvida,
que gime y sonríe y se va presumida
diciéndote adiós pues nunca regresa.

Esa que te anima alcanzar su calesa
y cuando lo haces azuza su brida,
que es muy juguetona, no comprometida,
esa, jovencito, jamás te interesa.

Que juega contigo y simula estar presa,
que te hace una finta, después un regate,
esa que es tu dueña, tanto te embelesa,
mas nunca decide darte jaque mate.

Agua de esa fuente que no has de beber
mejor que consigas lanzar al olvido,
nunca te preguntes por qué ella se ha ido.
Pues no te conviene, déjala correr.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Francisco Acuña de Figueroa

Francisco Acuña de Figueroa

Madureces

«Ansioso un higo comía
-cuenta a Gil el viejo Arbelo-
y, ¡tris!, saltó un diente al suelo
de sólo tres que tenía.»

«Es bien raro el accidente
estando maduro el higo.»
Y aquel contestóle: «Amigo,
más maduro estaba el diente.»

He aquí nuestra vida

He aquí nuestra vida: ¡de arena un reló!
En polvo sus horas se ven deslizar,
Leves ondas que el río conmueve
Y una a una desata en el mar,
Que entre dos eternidades,
Del pasado al porvenir,
Punto imperceptible
Marca su existir:
Tal del joven
Que brillo
La vida
Voló;
Si,
Cayó,
¡Oh Pena
Como arena,
Cual río pasó
Hijos y consorte
Dejas, caro amigo, si,
En una patria adoptiva
Que ora gime en pos de ti.
Mil honores debidos viviendo
En este recuerdo amor te dejó,
Ora que no vives, te deja un genido;
He aquí nuestra vida: ¡de arena un reló!

A una flaquísima tuerta

Aquí yace Estefanía,
flaca y aguda mujer,
que bien pudo aguja ser,
pues sólo un ojo tenía.

Momia, esqueleto de alambre,
en torno a sus huesos vanos
yacen también los gusanos,
pues se murieron de hambre.

Adivinanza (Figueroa)

(Esta poesía es en realidad una adivinanza para resolver; la solución al final de la página)

Tomarás primeramente
la cabeza de un marqués,
después la de un duque, y luego
la de tres condes también.
Añadirás la cabeza
o la cola de un lebrel,
y en aritméticas cifras
pondrás en línea a las seis.
Si la metáfora adviertes,
podrás entonces leer
la data en que yo escribí
el enigma que aquí ves.
Solución: MDCCCL

Autorretrato

Era algo trigueño,
de rostro festivo,
de talle mediano,
ni grande ni chico.
De nariz y boca
un poco provisto
y el lacio cabello
algo enrarecido.

Eran apacibles
sus ojos y vivos,
a veces locuaces,
y a veces dormidos.
Su rostro era feo,
mas no desabrido,
sino que inspiraba
confianza y cariño.

Tuvo algunas veces
defectos y vicios,
mas su alma era noble,
su pecho sencillo.
Un lunar tenía
con vello crecido,
fijado en el medio
del diestro carrillo.

Su acento era suave
y asaz expresivo,
mas una dolencia
lo puso ronquillo.
Usaba antiparras,
tomaba polvillo 30
y era con las damas
atento y rendido.

No era su carácter
adusto ni esquivo,
y así era de todos
amado y bienquisto.
Contaba mil cuentos
con sus ribetillos,
dejando lo exacto
por lo divertido.

Formaba renglones
largos y chiquitos
que se le antojaban
versos peregrinos.
No invocaba a Apolo
por ser Masculino
y sólo a las Musas
pedía su auxilio.

El hombre de importancia

Letrilla satírica

No historia, ni poesía,
ni ciencia estudies, Fabio;
quien más charla ese es más sabio,
lo demás es bobería:
en Pomposa algarabía
hable con gran petulancia;
y ya es hombre de importancia.

Órgano de la opinión
llame a cualquier periodista
con mucho de socialista,
luces, progreso y fusión;
carta, y no constitución,
dirá al estilo de Francia;
y ya es hombre de importancia.

No se deje en el tintero
a la clase proletaria,
con lo de accióntrinitaria,
receta y mes financiero;
apanaje y flibustero,
den a su asunto sustancia;
y ya es hombre de importancia.

Retrógrado ha de decir,
statu quo, y feudalismo;
que el siglo marcha al cinismo,
y que es nuestro el porvenir;
sueño de oro ha de embutir,
y talismán y elegancia;
y ya es hombre de importancia.

Fracasar, cotización,
casación y aprendizaje,
masacre, ojivo y carruaje,
adornen su locución;
y en larga lucubración
dé a luz una extravagancia;
y ya es hombre de importancia.

Con aire de quien desprecia,
al drama más bello embista:
hable del protagonista,
prótasis y peripecia,
extasiando a Roma y Grecia
con sarcasmo y con jactancia;
y ya es hombre de importancia.

Elimine con baldón
a Cervantes y Mariana,
descargando su macana
desde Lope hasta Bretón;
¡Anatema! ¡maldición!,
lance en esa turba rancia;
y ya es hombre de importancia.

No hay que una vida, dirá
con galicismo expresivo,
y el mundo definitivo
su diorama aplaudirá;
y de un parque elogiará
la escultural elegancia;
y ya es hombre de importancia.

Mutuasolidaridad,
e impulso emancipatriz
son voces que harán feliz
a una notabilidad;
y en misteriosa ansiedad
haga votos por la infancia;
y ya es hombre de importancia.

Con satánica sonrisa
jure a su virgen amor
con un volcánico ardor
que cruce cual blanda brisa,
y de hinojos ante Elisa
acredite su constancia;
y ya es hombre de importancia.

La toaleta y el buró,
lo de prosaica figura,
y el llamar pastor a un cura,
son de un hombre comm’i1 fó:
dará quitanzas, mas no
recibos, que es cosa rancia;
y ya es hombre de importancia.

Instaure uncomicio y dé
garantías a las masas,
con facultades escasas
al que en la poltrona esté;
y haga profesión de fe
con moderna altisonancia;
y ya es hombre de importancia.

Hable en tono campanudo
al emitir su moción,
comohombre de corazón,
y no estacionario rudo;
y, en fin, sabio y concienzudo
charle con gran arrogancia; 90
y ya es hombre de importancia.

La madre africana

(Oda)

Tairai-je ces enfants de la rive africaine
Qui cultivent pour nous la terre américaine?
Différents de couleurs, ils ont les memes droits,
Vous memes, contre vous, les armez de vos lois!

(Delille, Poema La Desgracia y la Piedad, canto 1º).

¿Y así, cruel pirata, así te alejas,
robándome tirano
los hijos y el esposo? ¿Así, inhumano,
en desamparo y en dolor me dejas?
¡Ay! ¡vuelve, vuelve! En mi infeliz cabaña,
donde te di acogida,
¡ve cual me dejas como débil caña
del huracán violento combatida!

Vuelve, entrañas de fiera,
que por mi mal viniste;
llévame a mí también, y al menos muera
con mis prendas amadas… Mas, ¡ay triste!
ya no espero ablandar tu pecho duro
con lamentos prolijos:
¡tú no sientes amor ni tienes hijos!

¿Y es posible que el sol resplandeciente
que ostenta esa bandera
llegue a estas playas por la vez primera
a autorizar un crimen tan patente?
¡Oh, globo celestial, que esplendoroso
dominas en las cumbres
oscurece tu luz, y al monstruo odioso
sólo sangriento y con horror alumbres!

Mas ¡ay! ¡qué nueva pena
descubren ya mis ojos!
He allí el arco y las flechas, que en la arena
del asalto traidor fueron despojos.
¡Infeliz compañero, tu ignorabas
que esos blancos altivos
proclaman libertad, y hacen cautivos!
De esta suerte la mísera africana

se queja inútilmente,
mientras su nave apresta, indiferente,
el traficante vil de carne humana.
Y truena el bronce y su clamor repite,
que el clamar la consuela;
mas el Águila, en hombros de Anfitrite
suelta las alas, y al estruendo vuela.

Al punto, encadenados,
los cautivos se miran,
y al fondo del bajel desesperados
los lanzan sin piedad, y, ellos suspiran;
mientras que la infeliz desde la peña
se arroja y da un lamento,
que en pos de la alta popa lleva el viento.

Super flumina babilonis

(Salmo)

(Traducción literal)

Sentados a la margen
de babilonio río,
allí, Sión, tu nombre
recordamos llorosos y cautivos.

Y las sonoras arpas,
y címbalos festivos,
tristes ya y destemplados,
de los frondosos sauces suspendimos.

Los que en vil servidumbre
nos llevaban ¡oh, indignos!
por escarnio intentaron
oír nuestras canciones allí mismo.

Ellos que nos trajeron
con ignominia uncidos,
«Entonad», nos decían,
«de Sión los cantares y los himnos».

¡Cantar! ¿Cómo es posible?
¿Cómo infamar, impíos,
el Señor los cantares
en tierra ajena, y en ajenos grillos

No, Sión; y primero
que así te dé al olvido,
y en tu ignominia cante,
me olvide de mi diestra, y de mí mismo.

Yerta mi lengua, y fija
al paladar indigno;
si de ti me olvidare
pásmese inmóvil con letal deliquio.

Sí no te antepusiere,
o si indolente y tibio,
Jerusalén no fuese
de mi alegría el móvil y principio.

Tu ira, Señor, se acuerde
de esos infandos hijos
de Edón, cuando disfrute
Jerusalén su día apetecido.

Ellos son los que dicen,
sedientos de exterminio:
«¡Hasta los fundamentos
asolad, asolad sus edificios!».

¡Oh, hija desventurada
del pueblo aborrecido!
¡Feliz quien te dé el pago
del tratamiento vil que te debimos!

¡Oh, bienaventurado
el que a tus parvulillos
logre alzar con sus manos,
y en la piedra estrellarlos vengativo!

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Donaciano Bueno Diez
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