POEMA BREVE AL AMOR FUGAZ (Mi poema)
Hilario Martínez Nebreda (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Llegaste, amor fugaz, como el que pasa,
cual hielo que derrite en el estío,
fardando de una vida que es escasa
y esfuma a la alborada y queda el frío.

Pasaste, exhalación, con tu coraza,
que apenas te anunciaste y ya te has ido
y vas cual picaflor de plaza en plaza
sin traza, corazón, de haber partido.

Te fuiste y aún no sé por que te fuiste
y nunca osé saber por qué llegaste,
tampoco me interesa si es que huiste
y menos descubrir te equivocaste.
©donaciano bueno.

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MI POETA SUGERIDO:  Hilario Martínez Nebreda

EL MENDIGO

A este pobre mendigo
de corbata planchada,
entre moscas que rutan
salivas en su boca
abierta, le conozco
de siempre, echado aquí,
en la puerta del Metro
Sur de Carabanchel.
Con ojos de legañas,
semejante a dos grutas
en el mar. Sin los pies,
oquedad como nieblas
que la madre afligida
nos grita en su dolor:
“¡pobre, hijo mío. Rota
parcela… minifundio
de mendrugo de pan!”
No maldice la calle
de señoras ociosas
con sus perros lanudos.
Arácnido de pálida
mudez que no rechista
de verse des-nacido.
(De «Pareidolias»)

LA NORIA

Curvo con este alicate
(mi cuerpo) latir de sangre.
Y existo…
Pre-ocupado
por un conjunto de risas
necias de barro y de lata
que nos apremia fregar.
Cabalgo un corcel de guerra.
Su lengua lame mis páginas
nunca escritas…
Luego soy
de la tierra con perfume
de flor, de piedra y de río.
Recostado en vuestra mesa,
os rogaría tres cántaros
a mi sed, y mano cálida,
antes de venir la nieve.
Al final, nos damos cuenta
de ser un pozo de torpe
noria que gira oxidada
y nos hambrea la vida.
(De «Pareidolias»)

“Hiriendo de la luz el mar helado”

Se han posado en el árbol de mi llanto
aves oscuras. Y asoma sombría
una manada de lobos que guía,
por escarpadas noches, un abanto.
¿No ves mi piel, morena de quebranto,
envite del estío…? Y me creía
girasol bajo el sol del mediodía
en un jardín, sombrero de amaranto.
Si te vas espantada al ver que lloro,
¿Dónde tu voz que sé que cuando llamas
me puebla de palomas como un coro?
Ángel de piedra, huésped de las ramas,
herido del relámpago sonoro
ven a guardar la luna entre las llamas.

POÉTICA

En el Alfoz de Ubierna, donde recios Murbogos
pastaron sus ovejas, he visto azul la luz,
desde la cumbre de los rotos páramos.
“¡Castilla!”… resonaba el eco de una
voz redonda y dorada como parva.
Aquel día empecé a pretender
Evocar a la tierra, la mujer y la casa:
ser un pastor de la palabra pura.
Provocar con el viento, que provoca
en el agua, la mano de los hombres.
Invocar, reclinado en la piedra ante al ángel
que pasa por delante de la puerta.
¿Cuándo temblores de garlopa? ¿dónde?
¿en qué lugar y tiempo?…
Hacia la proa, en el mástil de un barco,
contando el corazón de las estrellas.
En mi cuerpo de ciego,
mazmorra o túnel sórdido.
Todo como en el aire,
asomado al suspiro del tirso en la cuneta
y al ¡ay! de la amapola. Y, sin embargo,
de cal, blanco, a pesar de ser oscuro,
en la piedra, lugar de mi almanaque.
Me refiero no al tiempo primordial,
círculo mítico, sino a los días
donde mi alma registra libre su voz poética.

ALMANAQUE DE PIEDRA:

percepción del tiempo como piedra, umbilical.

Omphalos o serpiente
en cóncavos espejos.
Cimiento de la casa,
piedra a piedra, que en proyecto cobija.
Piedra-casa, de tránsito. Laberinto,
al silencio habitado de la noche.
Tiempo de lo posible. Sitio y suelo
donde el hombre se encuentra con el ser
que le viene de Otro.
Todo como en el aire… Y de camino,
porque los ojos son mi pasión de vivir.

CANCIÓN

A Pilar Bastardes

¿Que viene?… bien.
Si no, allá él.

Recuerda, madre,
que la morera
guardaba gozos
de amor. Y penas.

(Estribillo……)

En la morera,
ayer tan verde
murió en las ramas
el viento alegre.

(Estribillo….)

En su cajita
blanca de pino,
iba de blanco
cuerpo de frío.

(Estribillo…)

Por eso llaman
de fuentes blancas,
aguas que siempre
llorando cantan.

(Estribillo…)
**
Me dio la donante
“mil besos de luz…”
Debe ser el viento
sonando alamud,
hada de las aguas
de ríos de tul
con alma de fuego.
Juego de tahúr.
Puede ser un pájaro
que duerme el bambú.
Angel de Tobías
leyendo el Talmud.
Quizás, mujer cielo
de estrellas del sur
de las cuales nadie
sabe el azimut.

LA MESA

La mesa familiar que soñé llena de hijos
está en tu vientre virgen de nogal y de almendro.
Pero dame un rincón, para ver respirar
alegres a tus vivos y rezar por mis muertos.

(No extrañes hoy mi cuerpo, ayer fuerte, bastón
de desvalidos. Frágil, vara sin flor, se corva
de soledad)… O asiento tan solo en una esquina,
donde nadie me huela el sudor de las botas.

Nunca le falte, ¡oh, Dios! el pan de cada día.
Abunde en su despensa el manjar que no tuve
(ocupado en amar olvidé ser amado).
Bendícele la mesa y beba un vino dulce.

Despiértame, si duermo, con tierna mano, leve,
que me iré a respirar el viento de la mar.

¡Oh, mujer canto!
¡Oh, mujer canto, carmen pasajero!
presente en mi deseo como eterno.
Por no serlo sufrí la noche, invierno
en primavera y pájaro de agüero.
Adiestrado en las mañas del arquero,
puse freno y olvido al pico tierno
derribando su vuelo hacia el averno
con flecha dolorosa, bien certero.
Todo sombra y de frío, negro raso
me persigue y las hojas del otoño
arrastra por las aguas al ocaso.

Y tan terco el deseo que, en madroño
ardido por el rayo, hizo vaso
donde el pájaro bebe, del retoño.

CANTAR

La lejanía, pudor de la noche nos seduce,
minero de una sima eflorescente.
Y la luna mimosa,
como la mano del pastor al manso.
¡Oh, amada mía, tan amena y dulce, tan suave!
¡qué efímeras las horas debeladas al amor!
Rubio jamelgo de cumbres ignotas
en nosotros abreva.

Cohetes y bengalas estallan los efebos
del jardín y, de pronto, quiebran débiles.
Nos funden las mejillas a trallazos
de silencio y de lágrimas.
¡Milenios! sí. ¿Miríadas? no, nadie.
Ninguna juventud pudo hacer
que fuera inmarchitable la fugaz
elíptica de un astro.
Igual que Prometeo encadenado,
la mujer a la vida.
Atisbar quiso un día los fulgores
de la felicidad. Pero, si raudo
el tiempo de la luz, más engañoso.
Por eso quiero, que en distancia y nube,
nunca puedan violarte la pureza.
Obediente a parir, inseminada
de estrellas, un espacio sideral.

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Autores
Donaciano Bueno Diez
Hilario Martínez Nebreda
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Yo nací para gozarde este mundo cual quimeray…
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