JUAN RAMÓN JIMÉNEZ vs ANTONIO MACHADO (Mi poema)
Juan Felipe Toruño (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

De Antonio a Juan Ramón

Ayer te vi, vistiendo otro ropaje,
cambiando de chaqueta por lo visto,
mas pude confundirte en el paisaje,
quizás mejor, quisieras darte el pisto.

Después me hizo un amigo un lado aparte
diciendo te has echado ya otra novia,
yo sé que no es muy fácil aguantarte,
mas dicen tiene el nombre de Zenobia.

Pensar prefiero es otra de tus bromas,
si no es así, con pan tú te lo comas.

De Juan Ramón a Antonio

No esperes que me vaya a quedar quieto
traición tal no se hace al que es tu amigo,
yo en tu vida afectiva no me meto,
sabes bien siempre noble fui contigo.

Entiendo que me envidies por Platero
mas yo para curarme el deshonor
lo debo denunciar, seré sincero,
la herida tú has curado con Leonor.

No sé si tu conciencia te carcome
ya sabes quien se pica es que ajos come.
©donaciano bueno

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Un juego en clave de humor, tomando como excusa a sus respectivas mujeres,  en torno a la preferencia que ejercen sobre él ambos poetas.

MI POETA SUGERIDO: Juan Felipe Toruño

Juan Felipe Toruño

SAN SALVADOR

CORONADA de cerros San Salvador parece
la encantada princesa, niña de Cuscatlán.
Efervescente urbe que ruidosa se mece
al halago de un lago, o al furor de un volcán.

Cosmopolita y bella, al viajero le ofrece
la sombra de un reposo o el calor de un afán.
Es un vivo motivo que vibra y se estremece:
la rige el cataclismo, la alienta el huracán.

Bajo de un claro cielo tibiamente palpita,
cual si fuera un enorme corazón que se agita,
sangrando savias que urden un rumor imperial.

Y en las noches desiertas, en esa subconsciente
vida de la ciudad, sonambúlicamente,
recorre sus antiguos dominios Atlacalt.

EGO

Yo canto como canta primavera en la flor:
rumores de montañas, caricias en los nidos
susurros de auras dulces en los bosques dormidos
y por toda fortuna el cielo y el amor.

Con vivos resplandores de incógnito arrebol
mis ensueños se enredan en madejas de lumbre….
¡Yo soy como los árboles que se sueñan en la cumbre,
que por estar más solos más cerca están del sol!

Voluntad es mi insignia. En mi ruda jornada,
con la fe por escudo, la lira por espada,
sin cansarme camino de la verdad en pos

Impulsivo optimista en el Combate. Fuerte.
Sobre el lomo del siglo me encontrará la muerte
cabalgando en los predios donde transita Dios.

SAN SALVADOR

CORONADA de cerros San Salvador parece
la encantada princesa, niña de Cuscatlán.
Efervescente urbe que ruidosa se mece
al halago de un lago, o al furor de un volcán.

Cosmopolita y bella, al viajero le ofrece
la sombra de un reposo o el calor de un afán.
Es un vivo motivo que vibra y se estremece:
la rige el cataclismo, la alienta el huracán.

Bajo de un claro cielo tibiamente palpita,
cual si fuera un enorme corazón que se agita,
sangrando savias que urden un rumor imperial.

Y en las noches desiertas, en esa subconsciente
vida de la ciudad, sonambúlicamente,
recorre sus antiguos dominios Atlacalt.

TENTATIVA DE UNA NUEVA POESÍA

(Compréndaseme bien, que se me entienda claro:

Estamos clausurando la
poesía barata, el verso de sillón y cabecera, el pálido poema de las niñas enfermas.

El libro de los viajes aburridos.
El consultor inútil de los tontos que impresiona a las tontas.
Estamos inaugurando una poesía nueva, prohibida de antemano para
el oído fino,

de escándalo, y abierta para el vocablo adrede
desnudo y abrazante.

Estamos en la física nuclear de los poemas, ozono la palabra que destruya a la «araña» que circunda a la mosca.
Estamos contra el ángel
por el hombre en la tierra. Estamos contra el cielo para instaurar la
piedra,

A Juan Ramón Jiménez de Antonio Machado

Era una noche del mes
de mayo, azul y serena.
Sobre el agudo ciprés
brillaba la luna llena,
iluminando la fuente
en donde el agua surtía
sollozando intermitente.
Sólo la fuente se oía.
Después, se escuchó el acento
de un oculto ruiseñor.
Quebró una racha de viento
la curva del surtidor.
Y una dulce melodía
vagó por todo el jardín:
entre los mirtos tañía
un músico su violín.
Era un acorde lamento
de juventud y de amor
para la luna y el viento,
el agua y el ruiseñor.
«El jardín tiene una fuente
y la fuente una quimera…»
Cantaba una voz doliente,
alma de la primavera.
Calló la voz y el violín
apagó su melodía.
Quedó la melancolía
vagando por el jardín.
Sólo la fuente se oía.

A Antonio Machado, de Juan Ramón Jiménez

¡Amistad verdadera, claro espejo
en donde la ilusión se mira !
…Parecen nubes
más bellas, más tranquilas.
Siento esta tarde, Antonio,
tu corazón entre la brisa.

La tarde huele a gloria.
Apolo inflama fraternales liras,
en un ocaso musical de oro,
como de mariposas encendidas ;
liras plenas y puras,
de cuerdas de ascuas líquidas,
que guirnaldas de rosas inmortales
decorarán, un día.

Antonio, ¿Sientes esta tarde ardiente,
mi corazón entre la brisa ?

Autor es esta páginna

Donaciano Bueno Diez
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