UNO SONETO al DON (palabras moribundas IV) (Mi poema)
Cesar Lopez (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

(palabras moribundas)

Al DON, hoy descolgado de la parra,
que antaño definía al señorito,
al hombre que sabía o había escrito
o un título llevaba en la zamarra.

Vocablo éste florido, tan bonito
el que se anteponía al nombre, el Don,
motivo de prestigio, admiración,
para ser recibido un requisito.

Sujeto hoy al desdén y vejación
ni conocen, desprecian o te ignoran
denostado ya en tu uso y condición.

Desde aquí solicito explicación
-la ciencia y el saber no se pignoran-
un responso, rezando una oración.

Y en acto de tristeza y emoción,
las lágrimas me afligen y me afloran,
me sumo a tu cortejo y defunción.
©donaciano bueno.

Comentario del autor sobre el poema: ¿Quién si no, Don Quijote pudiera ostentar ese título mejor? Palabras moribundas son aquellas que están condenadas a su desaparición o porque ya no existe el oficio o porque han caído en desuso

MI POETA SUGERIDO: Cesar Lopez

Cesar Lopez

Epitafio para don Antonio Machado

He recibido una carta de Colliure, breve
y casi desmemoriada. «El rostro del hermano se ilumina
suavemente«. ¿Qué significa,
cuál destino supone la tierra vigilante, la dura
y alejada sepultura?
No le importa una flor, cuando pasaron
alegremente, sin conocer siquiera los verbos regulares,
todos los puñeteros muchachitos de quinto año, ni la
taza de café derramada, en la solaa, las tremendas vocales

que se olvidaron rápidas, o un muñeco de nieve:
«Tournez, tournez, chevaux de bois».
Al cruzar bajo el arco de un estrecho callejón en la judería,
(Yo no pude llegar hasta Numancia, Soria
había sido inundada por cientos de fascistas)
guardaba todas las cosas inéditas, los poemas, las pregunas
a aquella buena vieja, las hojas amarillas
y la leve corriente y música de vísperas en el monasterio…
a pesar de los yunques
sonad y enmudeced campanas, y a pesar
de ir contando las escasas monedas
para dormir en un albergue pobre bajo el acueducto, todavía
busco el texto más
adecuado a tu epitafio.

No puedo hablar de él como no era

No puedo hablar de él como no era:
No fue poeta.
Los versos que escribiera balbuceaban la voz,
iban saliendo,
pero por muchas cosas se quedaron
a mitad de camino.
No fue pintor.
He visto emocionado los dibujos
y sin embargo, la mente, el corazón, la mano,
quedaron en el aire como un trazo empezado.
No fue músico.
Porque aquellas sonatas
eran signos borrosos, no cuajados,
que sólo algunos pocos escucharon.
No fue padre.
Se guardó su simiente en la pureza
de los hijos futuros.
…………………………………………………
Fue un niño a quien recuerdo
diciendo afirmativamente y siempre:
Quiero.
¡El ser que mutilasteis,
asesinos,
era, en resumen, todo lo posible!

ORISHA

Dame la gracia y dame, dame mejor
toda la sabiduría
acumulada por el tiempo en estas islas,
en esta sola isla donde el viento
a veces arrebata, donde la calma reina
en apariencia y la rabia tascada
entre los dientes va devorando el alma.
¡Di de dónde vinieron
los ancestros oscuros con sus ritos,
busca entre otras montañas tus montañas,
animal hembra o macho, mezcla
de nieve derretida y delgada
y de criaturas fieras o elegantes
que a dioses llaman y a dioses se asemejan
con ritmo omnipresente, indescifrado,
como un signo perpetuo entre los cuerpos!
Una suma total, todos los símbolos
superiores y hermosos te sostienen,
diosa o leyenda, bosque
o sabana donde en pastos trémulos
bestias de dulce mirar y regio porte pacen,
pacíficas descansan o se mueven.
Escapó la tarántula del monte,
el sinuoso majá dejó su fatalismo inveterado
y ya se purifican al aire por el agua,
del cielo al fuego entre tus piernas arde.
El tomeguín, la tórtola, la tojosilla al monte
se fugan para siempre y allá acampan contigo.
Dame otra vez lo que te he suplicado,
para ser nuevo aquí donde la vida,
aquí donde la muerte, en fin, aquí,
para que exista la atrevida imagen
que todo tiene y con orgullo altiva
como señora de los tiempos llevas.

CADENCIA PARA SERVANDO CABRERA

Servando, en las sedientas
sementeras serenas seculares,
en donde crecen juntas
luces y transparencias tamizadas,
retiene un rayo su color poderoso;
el bulto, su figura y su prodigio,
instala el tiempo de la patria en vuelo,
tonos recorre, acierta
en el contorno preciso,
da el toque genital, engendra el ala
del sombrero, el arma, la mirada
que abarca los misterios del futuro.
Como un cascabeleo,
como un columpio en pleno movimiento
que revela el secreto alegre o serio,
va por la piel hermosa a los extremos
del cuerpo, con el donaire de la rosa.

Pero tan comedido y grave,
o tan jacarandoso y festinado,
lleva una gota contraria siempre al lienzo.

Tan comedido y festinado
o tan jacarandoso y grave,
a veces, tembloroso, te tienta,
Servando, la tormenta.

CONVERSACIÓN CON VICENTE ALEIXANDRE

¿Dónde están esos tigres del tamaño del odio?
Cómo es posible
si una voz toda trémula y una leve o ligera
pregunta inquisitiva preside: ¿Es la Poesía
quehacer de todo el mundo?
Y mientras,
se recuerdan los nombres amigables, el asiento
ocupado por jóvenes, o viejos ya; y entre el rumor
los ladridos cercanos (es un perrazo
horriblemente cariñoso y que no muerde)
y un vientecillo que viene de la sierra, detrás
de una sonrisa se cierra, imaginada casi,
una cancela.

QUIÉN HA DICHO QUE EL AMOR…

¿Quién ha dicho que el amor no se encuentra
al doblar de una esquina insospechada del mundo?
Amada, el jueves por la tarde no hacía demasiado frío.
Toda mi vida
se limitó al Madrid de aquel instante.

CONTRA LOS HOMENAJES

¿De qué tamaño habrá sido tu cadáver
en las pequeñas tierras que acogieron tu muerte?
Adoraban tu pecho desnudo,
posiblemente lo único verdaderamente amplio
que adornaba tu cuerpo,
las criaturas erráticas que rodeaban tu risa.
Nadie podría llamarte señor, hubiera sido
mejor denominarte señorito,
burlonamente hablando, desviando
la connotación virginal que se atribuye al sexo.
¡Qué alta y sonora suena
la carcajada, la saeta volandera
que fue marcando el paso a tu figura!
¿Dónde estarán tus noches interminables,
alcohólicas, equívocas,
abiertas en el sueño sobre alfombras
y náuseas y ronquidos,
envuelto entre sudores, sudorosos
y descomunales berrinches tropicales?
Si vigilaste el suelo americano, si fuiste
al mismo tiempo
el bufón, el poeta, el revolucionario,
alabado y negado, vilipendiado acaso,
¿Con qué furia soportarías ahora el homenaje?

Esos que rasgan camisas desteñidas
y desentrañan cartas y hasta fotografías,
esperaron a que tu cuerpo podrido confirmara
la muerte y los insultos,
pues dudaban, y en el fondo querían
que hubieras sido un traidor, muchacho tonto,
perdido en la balumba delirante;
con sigilo de asco (mierda tú hubieras dicho)
acechaban el robo y el hedor que llegaban
desde un país cercano y a la vez remoto.
Pero no te creían,
o mejor deseaban que hubieras sido otro.
A ti no te querían, borracho ilusionado,
torpe entre ideologías punzantes y enfrentadas,
a grito limpio contra el futuro limpio
que soñabas y ansiabas.
¡Oh, Roque, niño u hombre, loco ensoberbecido,
no se resisten estas celebraciones
falsas, descascaradas, resentidas!
Nunca fuiste perfecto y no eras
un gran poeta,
pero eras (eres) un poeta verdadero,
eras (eres) un hombre humano hasta los mismos tuétanos.

Te equivocaste tanto, amando
hasta las lágrimas, hasta en el mismo
asesinato o crimen
a donde te llevaron tantas gentes.
Vamos a perdonar, a callar a los perros
y a poetastros con cargos oficiales. Vamos
a pasear por los bares abiertos, con las manos
extensas y apretadas en los sitios ocultos,
gritando un sueño alto, americano,
con una ronda de amigos verdaderos.

PEQUEÑO RECORDATORIO

PARA ALFONSO COMÍN

¿Quién está? ¿Quién se coloca
en medio de su pueblo para intentar
sencilla, cotidianamente
el milagro de ser carne y espíritu?
Si alguna vez se hizo, si ese lugar común
y si la misma retórica piadosa informa de esas cosas,
el símbolo quedó enredado entre los tiempos,
sea porque los sabios o los necios
insistieran de buena o mala fe
en dejar con su sed a los sedientos.
Descifrar los misterios no era su cometido,
sino desentrañar lo oculto en la madeja,
que parece lo mismo, pero no es igual,
panes, monedas, peces,
además del valor, del plus valor, las clases,
contradicciones, obreros y burgueses.
Rodeado de una guerra, entre las guerras,
de literales montones de periódicos,
revistas ilustradas, bellas cartas,
cárceles, herramientas, griterías,
panfletos, conferencias, entrevistas y huelgas…
a más de incomprensiones, vituperios, ofensas.
Mierda por todas partes. Muerte y mierda.
y en medio de su pueblo, estaba,
como el Señor en quien creyera tanto,
tratando, entre los textos de Marx y con mirada
abierta (a los tres mundos existentes)
de convertir gozoso el agua en vino.

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Autores
Donaciano Bueno Diez
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