Sentados frente a frente, jugadores, con rostros que demuestran gran desprecio, simulan ser allí, dos, los señores, fingiendo parecerse a un olmo recio.
Yo amo al ser que se cuida así que a veces no atienda a los pecados de conciencia, que goza de la vida y sus memeces retándole insistente a su paciencia.
Veintiocho días, menos de un mes, cuatro semanas, una vida sin ti que llamo y que te espero y tú sigues ausente, sin ver mi desespero, penando yo en la tarde, las noches y mañanas.
Yo, que nací en Otoño, mala suerte, que vine cuando el sol ya estaba triste, el chopo de sus hojas se desviste, las fiestas se entremezclan con la muerte jugando entre las lluvias al despiste.