Yo nací en el cuarenta, en Castillla la llana, una hermosa mañana de algún dichoso día, con perfume a tomillo, romero y mejorana, la pena de mis padres*, saltando de alegría.
Yo amo el amor igual que aquel que ama el alma del pabilo de una llama, la escarcha en el pistilo de una flor, la fiel policromía del color y en ansia de abrazarle se derrama.
Pues yo a las tradiciones no me aferro, tampoco ni a ese sitio en que nací, pues fruto del azar yo vine allí, pudiendo en vez de humano nacer perro o acaso un jabalí.
Hay tardes que la lluvia luce triste cual si fueran vacías de esperanza, cansadas de regates, que al despiste simulan disfrutar pues tú te fuiste, no pueden soportar ya la tardanza.
Yo he vivido la vida lo mejor que he sabido, bebí de buenas fuentes los mejores consejos, la herencia que yo tuve con gusto he recibido, de padres y maestros, de sabios y de viejos.