No crean que me invento, que hubo un día en que el cielo tornose violento inundando la tierra de excremento, el sol entre las nubes se escondía rugía fuerte el viento.
De niño yo quería ser bombero deseando los fuegos apagar, después pensé, con fuego hay que jugar ¡cuidado no le afecte a mi sombrero! y puédase quemar.
Esta es la historia de un viejo que jugaba a hacer poemas sin saber que de escribir el buen hombre no sabía, cogió un lápiz y un papel y en la mesa que allí había se dispuso a cavilar sobre
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.