A usted que tanto sabe de la vida, a aquel que pasa el tiempo presumiento, a todos los que al vulgo van mintiendo gozando con ruindad de la comida y al resto desvistiendo.
María fue mi novia, la quería, después vino otra más y la siguiente, a todas las juraba yo, inocente, que un día hasta el altar las llevaría con un beso en la frente.
Un ave se ha cagado en mi sesera ¿por qué será si yo nada la he hecho? le puede suceder a otro cualquiera. Maldigo a esa costumbre puñetera pues sé que no hay derecho.
Nadie sabe de ti, todo se dice, se escribe, se publica, se comenta, no sé si eso es verdad o es que se inventa, si tú eres la Verdad que se bendice o si es que ese mensaje trae a
Un grillo se ha incrustado en mi mollera no para de gritar, ¡maldito grillo!, le trae a mal traer a mi sesera. No puede razonar como cualquiera por culpa su estribillo.
El Jefe manda aquí. Nadie discute. Sus leyes son del mismo catecismo. Se deben de acatar con realismo. Mejor se ha de decir que lo disfrute. Que el Jefe es uno mismo.
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.