No puedo soportar tanta inconsciencia, algunos me dirán que con los años me he vuelto intransigente, que miro por encima de la gente, mi mal es la impaciencia,...
Los hombres, esos seres pretenciosos, que van haciendo alarde, presumidos, pues nacen y se creen bendecidos, los mismos, los que fardan de rumbosos retumban al pasar con sus quejidos.
Entre el sol y la luna hay una estrella, entre el cielo y la tierra hay una nube, si me meto en el agua, el agua sube si la luna se cae aquí se estrella.
Pintado tengo un pueblo en la pupila -mi pueblo, bien que cabe, es muy pequeño- lo saco a pasear siempre risueño, sembrado está de mies que se maquila.
Me dicen que soy viejo y yo inocente me miro con frecuencia en el espejo, y escucho: no hagas caso, que esa gente no llega a comprender que su reflejo se vuelve para atrás como el cangrejo...