Yo he porfiado con quien nunca, ya lo sé, se ha mirado de frente en el espejo, no oyendo a los demás ningún consejo, creyendo que tan sabio yo era y que eso sonaba a viejo.
Mis versos hoy les brindo a mercachifles que abundan revestidos de maestros, sujetos tan insanos, tan siniestros, que en vez de apaciguar sacan sus rifles.
Triste la vida pasa como las olas, a veces ya con descaro o suavemente, va dejando en el fondo las caracolas, momentos que ha soñado su historia a solas, los otros que ha vivido sinceramente.
Cuando las emociones inundan los sentidos las olas arrebatan el pensamiento al mar tan duro y tan difícil podrán compaginar que ya el corazón y la razón quedan partidos.
La tierra es del que la trabaja con el sudor de su frente, al que agradece y consiente cuando la sed le rebaja; la tierra no se relaja ya esté triste o sonriente....
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.