Yo allí me encuentro a gusto, mas nunca volveré, que aquella no es mi tierra, aunque me siento a gusto. Si lo tuviera que hacer, siempre ir yo intentaré a donde me reciban y piensen que soy
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.