Seguirán viviendo, cuando yo me vaya, esos mismos ríos, con distintos peces, volando otras aves, soltando otras heces, y otros ciudadanos diciendo memeces,...
El día en que te vi, yo hoy te lo cuento, fue mala la impresión que me causaste, tan mala que hasta pudo echar al traste la que es nuestra amistad, por un momento.
Si a mi la esquina de un poste me da sombra y acomodo mi figura a su reflejo y he venido disfrutando hasta que, viejo, ha tendido para mí suave una alfombra.
El tiempo es algo que está pero no está pues antes que hayas pensado ya se ha ido, que aunque te es familiar, desconocido te abandona y sin decir adiós se va.
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.