Recuerdos de chulapo en los domingos marchando a disfrutar de las verbenas, ansiando ser capricho de las nenas, y a veces con pesar yendo a los bingos tratando de al amor curar las penas.
Te escribo desde aquí, desde mi muerte, desde el lado invertido del espejo donde lo que es, se aprecia ya es añejo, sombras, desolación, materia inerte.
Sonreír, a la vida sonreír, aun cuando la misma le trate con desprecio a este árbol que antaño fuera recio y presienta que algún día ha de decir adiós. Y así que fuera un necio,
Esa calle algo arrugada, esa es la calle Isilla, que aunque un poco paticorta es la más presumida pues conoce al dedillo la ida y la venida de la gente del pueblo ¡qué pueblo! de la villa.