Aquí os dejo esta glosa a unos patucos blancos y un vestidito rosa que aguardan impacientes al lado de una cuna que aparezca su dueña cuando asome la luna.
El amor, yo sé lo que digo, es como un juego donde hay dos tahures que si ganan se besan, que consumiendo van sus ansias en el fuego y casi siempre hacia el final quedan pavesas.
Mi vida es una casa con el tejado gris, sembrada de gorriones pintando garabatos, paredes astilladas sin cal y sin barniz, repletas sus estancias de anhelos timoratos.
Es frecuente pregunten ¿cómo están? y yo siempre respondo que hay peores, los que dicen que sufren mal de amores los que están siempre pendiente el qué dirán...
La vida para mi es un esperar que asome a florecer la primavera, de vuelta a cosechar la sementera y de nuevo el invierno y a sembrar y repetir la espera.
Quizás cuando me muera dirán que fui un poeta que succioné en la teta de la musa Talía y pensando en Erato guardarán mi libreta o colgarán mi retrato en una sacristía.