La tarde triste está y en su fiel en el ocaso, entre escarpados montes el cielo se recrea extendiendo su manto sutil en la marea de ese horizonte de añil pintado al raso.
Los ojos se cierran, luces que se apagan, tras de los cristales de mis dos ventanas diviso la lluvia, el cielo está en calma, los miedos durmientes por la vega bajan.
Comparo aquellos tiempos de miseria después de que una guerra se acabara cansados de luchar y de llorar, sintiendo soy un mono en una feria, sin sueños, sin un dios que los fundara,...
Aquellos olorosos perfumes de la infancia, recuerdos concentrados de luz multicolor, romeros y tomillos, jarales la fragancia y tiernos arrumacos de madre con su amor.
El tiempo pasado había y un día a Madrid volví, y encontrarme yo creí, aquella villa de asuetos rellenita de chulapas, chulos, catetos, paletos que de provincias llegaban, de madera la maleta...