Yo a concursos nunca asisto, me provocan frustración los que ganan siempre son los que a mi más me disgustan, que a mis pautas no se ajustan, no generan emoción...
Pues sepan que yo he muerto muchas veces, mejor será decir que me han matado, al ver se producía un atentado, en que unos se arrogaban ser los jueces y un niño era vilmente asesinado.
Ya sé que no es verdad, que lo que dicen algunos se lo inventan, y hay otros, pocos más, que lo bendicen y hay otros, muchos más, que lo maldicen pues bulos son que al vulgo representan.
Veintiocho días, menos de un mes, cuatro semanas, una vida sin ti que llamo y que te espero y tú sigues ausente, sin ver mi desespero, penando yo en la tarde, las noches y mañanas.
Yo, que nací en Otoño, mala suerte, que vine cuando el sol ya estaba triste, el chopo de sus hojas se desviste, las fiestas se entremezclan con la muerte jugando entre las lluvias al despiste.
¿Y qué más da si yo no entiendo nada, por qué será que siempre me confundo, por qué la mar conmigo es despiadada y ahora el viento me arrecia ya iracundo?
El que escribe, Donaciano,
como el labriego en Castilla
va esparciendo la semilla
a voleo con la mano.
Lo mismo que hace el cristiano
que a Dios no ha visto y le reza
y espera de su grandeza
que llegado el mes de abril
le riegue con aguas mil
la madre naturaleza.