Como la arena que arrastrando van las olas, aprovechándose de la fuerza del viento, existe gente que maneja el sentimiento para acercar hasta su altar las caracolas, contándoles un cuento.
He pasado en la calle donde estaba tirado un perro muerto, la gente se paraba y le miraba que al pobre miró un tuerto, comentaba, haciendo un aspaviento.
La vida aquí es mejor, de eso no hay duda, vivir aquí es más dulce, más amable, quien puede comparar dice es palpable, vivir aquí es posible sin ayuda, más grato y saludable.
Así es él, creyente, un descreído que un día al terminarse la jornada contempla con rubor no cree en nada e ignora incluso aquí a qué ha venido, si acaso es que se encuentra confundido...
Estoy triste y mis ojos ya no lloran en un banco sentado junto al parque, sin navío, sin remos, sin embarque, pidiendo ayuda a dios al que le imploran.
Me niego aquí en redondo. Tengo miedo. Periódicos y prensa a la basura. La radio me hace huir por su impostura. La tele da asco ver, me importa un bledo.
Cuando yo me muera… deseo guarden mis recuerdos, de cartón en una caja de zapatos. Procuren colocar bien mis retratos. Incluyan un manojo de cabello y un poco de naftalina
Son fatuos, prepotentes, presumidos, escasos de principios o amorales, algunos hay bastante carcamales que sueñan con mandar cuando aun dormidos presienten que han logrado sus avales.