Una gota, silencio, cae otra, y otra más la que sigue a otro silencio, la nostalgia que en el pretil se empotra y otra y otra que escucho o que presencio.
Quédate en silencio. Cierra los oídos. Solo, tú estás solo. Lo demás no existe. Si te sientes muerto, si te sientes triste, mira a tus adentros, palpa sus latidos.
Andando va el silencio por la calle rompiendo con el viento su atadura, la luz que le acompaña es su ternura, el sol sólo refleja algún detalle que expande al desfilar de su hermosura.
En la desnuda plaza de corazón de hielo donde las mariposas se juntan a rezar, mitigan sus pesares bajo el azul de cielo, menospreciado anhelo, para tirarlo al mar, al mar, al mar, al mar.
Pues niegan que el silencio tenga patas, yo puedo aquí jurar que las he visto, lo mismo que yo he visto a garrapatas. perdices que se ocultan tras las matas, no crean que pretendo hacerme el listo.
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Aprendo. Cada día yo algo aprendo, que nunca yo echo nada en saco roto. Cada día me monto en esa moto, a aquel que no se monta no le arriendo ganancias al piloto.
La puerta de mi casa siempre abierta la tengo por quien quiera visitar, no tiene que llamar, ni existe un aldabón en esa puerta y espera al visitante siempre alerta poderle saludar.
Un tiempo hubo en que todo era bonito, silbaban desde el cielo ruiseñores, el arte en cotejar era bendito, guardar fidelidad un requisito y obras eran amores.
Un ministro es un tipo de bigotes que suele hacer allí lo que le manda aquel que siempre es jefe de la banda y suele así esquivar a los azotes si miente o se desmanda.
Así no lo creáis, yo aquí os lo cuento, que en Quito esa ciudad del Ecuador yo tuve que curarme de un dolor y cual es mi penar que allí me encuentro de dios un chiringuito bruñidor.
Un burgalés de Pro, un castellano, el mismo que del Cid lleva coraza, en vez de pedir pan pide una hogaza, le gusta si es candeal. Y al que es hermano jamás lo despedaza.
Mi perro es un capullo. Siempre ladra. La lengua va, me mira y me la saca. Mi perro es un gruñón. Nada le cuadra. Con gritos mis oídos les taladra. Y encima se hace caca.
¿Quién manda siempre aquí? El Presidente. ¿Qué méritos aporta? El que más trepa. El mismo que se pasa por la chepa aquello que lamenta y que no siente y allí donde le quepa.
Suenan cantos de sirena. Por la alameda del río va caminando una pena con su sombra a su albedrío. Mira el terreno baldío que hay al lado allí y se siente feliz como un afluente...