Mi poema: EL COLEGIO MARAVILLA Mi poeta aquí sugerido: Sergio Mondragón

Hay un colegio en mi calle
que se llama Maravilla,
que por las mañanas chilla
sin poder decir que calle,
gritos que a toda pastilla ,...
Tema perteneciente o relativo a la infancia o a los niños y su comportamiento.
Hay un colegio en mi calle
que se llama Maravilla,
que por las mañanas chilla
sin poder decir que calle,
gritos que a toda pastilla ,...
Algunos hoy quisieran sin por qué,
a la infancia robarle la inocencia.
Pues que he de confesar, pido clemencia,
que una noche de Reyes yo me até
el dedo y una cuerda a la ventana...
Mi madre, la que un día me pariera,
mi madre más que madre era una santa,
la veo y se hace un nudo en mi garganta,
pues siempre yo la tuve prisionera.
Aquí os dejo esta glosa
a unos patucos blancos y un vestidito rosa
que aguardan impacientes al lado de una cuna
que aparezca su dueña cuando asome la luna.
Mas no habrá de llegar
pues se marchó a volar
con una mariposa.
Recuerdo la emoción cuando robaba
los pájaros de un nido,
yo entonces era un niño y no pensaba
que aquellos pequeñajos que encontraba
habían de sufrir. De haber sabido
Para mi en este mundo nada es mágico,
que ha perdido de su cara la inocencia,
vagabundo en su penar pide clemencia
pues de tanto arrastrar se ha vuelto trágico.
Los niños, ya se sabe, son felices
así que en torno suyo llueva a mares,
los niños son graciosos, sin matices,
siguiendo van sus santas directrices
no tienen ni reseñas ni estandares.
¿Sabes?
Tu vida es como el canto
más bello y más hermoso de las aves,
un rayito de luz,
un sueño que al trasluz
va conformando un manto
Saltamontes que saltas por la vereda,
gorrioncillo que brincas de rama en rama,
mariposa que libas de flor en flor.
Yo hoy a los tres os conservo entre alcanfor
con la esperanza, feliz, que un día pueda
sacaros a pasear sobre mi cama.
Hoy pretendo mostrar a mis lectores,
si es que alguno me sigue, que aun retengo,
que aunque viejo, que muchos años tengo,
oí en mi infancia piar a ruiseñores,
silbar, balando a ovejas, los pastores.
Benditos los caminos polvorientos,
dichosas las encinas y pinares,
las fuerzas que atormentan a los vientos
en altas, las colinas y en pajares.
Abriste hoy el cuaderno de tu infancia
leyendo con nostalgia aquellos versos
que hicieron recordar tu dulce estancia,
momentos revividos tan intensos.
Yo nací, como tú, como cualquiera,
del abultado vientre de mi madre,
¡lo que hube de empujar pa' que pariera!
tan sólo Dios lo sabe, y la comadre.
Cuando yo era pequeño los poetas
con dedos de la mano se contaban,
a algunos muy famosos se estudiaban,
igual que se estudiaban los profetas
y a veces con fruición se recitaban.
Hubo un tiempo, yo andaba con pañales,
lo supe porque oía los rumores,
que allí solo abundaban los rencores
más propios de otras bestias y animales.
Nosotros, ángeles que un día fuimos,
de un mundo muy cercano al paraíso,
buscando allí volar sin previo aviso,
castillos que en el aire construimos,
a solas, sin permiso.
El día aquel en que nació la luna
el cielo dormitaba, estaba oscuro,
las meigas recitaban un conjuro,
ni un atisbo de luz. Y es que hubo un muro
que ciego, se postraba ante su cuna.
Si Dios yo hubiera sido habría hecho
un mundo en que los niños no crecieran
blindando la inocencia por derecho,
y a aquellos que aceptarlo no quisieran
por culpa de un agravio o de un despecho
sin ver de ser adultos se murieran.