LA BELLA OTERO (Mi poema)
Emilio Oribe (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Bella Otero eres ayer, que hoy no te quieren,
nadie viene ya a colgarse de tus ramas,
los halagos se convierten en soflamas,
de tí mofan a sabiendas que te hieren
pues desprecian acostarse ya en tus camas.

Y aunque sufras te dirán que a otros prefieren,
que fornidos ellos son y más apuestos,
tienen ansias por vivir, con más arrestos,
para asirse hasta ese fuego en el que ardieren
que ellos son para el amor mucho más diestros..

Que en tu brotes no se aprecian ilusiones
y las hojas ya marchitas se han caído,
ni los pájaros construyen ya su nido
alejando de su trino a los gorriones
no más queda de tu karma algún ronquido.

Pues tú exenta ya te encuentras de dar frutos
y no puedes agradar a otros quereres
sorda y ciega, sin respuesta a los placeres,
tú serás hazme reír de sus esputos
de quien fuera como tú, de otras mujeres.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Emilio Oribe

LA HOGUERA

He aquí que yo había levantado la gran pirámide.
Eso es: la gran pirámide
con mis dioses, para quemarlos vivos.
Los había juntado sobre la playa,
frente al océano,
porque a ellos los culpaba de todos
mis dolores íntimos.
Eran millares de dioses de marfil y de papel.
Iconos aindiados de Sud América,
entre reproducciones de anticuadas
mitologías griegas o germanas,
ya sin valor.
Después de haberles consagrado,
durante años,
toda mi obra, mi amor y mi vida,
ahora que ninguna de estas cosas
tenía sentido inmortal para mí,
resolvía quemarlos sin piedad.
Cuando iba a arrimar la mecha de fuego
al montÍculo sagrado,
oí cantar un ave en la alta urna de mi frente.
La cósmica virtud de aquella música!
Atraída por ese canto, surgió poco a poco,
la luna dorada y gloriosa del seno del mar.
Suspen so ante los dos milagros,
arrojé la llama al océano, pensando:
Este holocausto deicida
ya no tiene objeto.
Y para quemar dioses siempre hay tiempo!
Y me puse a gritar, frente al océano:
– Mientras tengas un pájaro en la bóveda
frontal, que con su canto
haga ascender la luna de las aguas,
bien puedes, oh, poeta,
perdonarles la vida a tus Dioses!

EL GRITO

I.

Era allá enMelo,
ciudad de coloniales casas
en medio de la pánica llanura interminable,
y cerca del Brasil.
Y o gozaba la gran revelación
de la naturaleza
en la amplitud de mi niñez bravía
y en el caudal del júbilo divino.
Si. Allá en Melo,
ciudad con casas de abolengo español,
con grandes patios,
en cuyo centro
los aljibes se abren, circulares y sonoros.
Yo era niño y solía
gritar junto al brocal de algún aljibe,
con temor, inclinándome,
hasta ver flotar mi imagen
en un agua de espejos,
para escuchar así, maravillado,
músicas primitivas de los ecos.
A cada grito,
fidelidad sorprendente!,
el eco melodioso y misterioso,
respondía desde el agua,
desde la penumbra,
tal vez, decía yo, desde más lejos …
¡Cuántas incomprensibles harmonías
y presagios
en el arcano,
de aquellas músicas,
diáfanas y fieles!

II

Hoy he aprendido
que oculto en mi espíritu cisternas que responden
a mis gritos supremos,
con ecos, ya gigantes, ya confusos,
o melodiosos, entre puros límites.
Y soy feliz,
más aún que en los días de la infancia
al oír, lleno de ansiedad,
qué claro responde el eco de la sima interior
al grito que no puedo reprimir
y se escapa, gigante, de mis labios!
Incomparable éxtasis,
respuesta del más allá de la carne,
cuyo secreto no adivino
y cuya finalidad no vislumbro!
He de vivir así, oyéndome;
extasiado en el clamor de mis internas simas,
y tal vez obtenga de ese modo
en mí,
la solución de los enigmas eternos.
Pero . ..
Hoy pienso que tal vez pueda agotarse
ese obediente cántico del ánima . . .
Mi Dios! ¿Será posible?
Y sin embargo!
Mañana, cuando eleve el verdadero
e irremediable grito, decisivo y fatal,
¿responderá la música del eco?

PALOS TELEFONICOS

Recuerdo que cuando yo era muy niño aún,
sentía curiosidad supersticiosa,
al apoyar mi oído en los palos del teléfono,
y escuchar,
el rumor aquel, asombrado y tan hondo,
grave. . . continuo. . . abrumador. . . lejano …
Para acentuarlo más,
daba golpes con mi puño en la madera,
y el ruido entonces adquiría
sonoridades nuevas y encantos increíbles.
En el campo,
donde el silencio llega a lo absoluto
y molesto,
a veces descendía de mi caballo
y apoyaba mi cabeza
en un palo telefónico,
para apreciar la música de los alambres,
y deleitarme durante mucho rato,
con el ruido impreciso y sin matices.
Alguna vez, adolescente, enfermo
con altas fiebres,
ya percibir creí rumor análogo,
que pesaba en mi tímpano,
hasta hacerse obsesión auditiva, profunda …
Ahora,
si en la noche
me recojo en mí mismo,
para escuchar las voces elegidas,
y descifrar los himnos más perfectos
de un interior abismo de armonías,
no puedo concretar ningún acorde,
ah, ni una nota musical a veces,
ni un cantar fácil,
y entonces pasan horas terribles para el alma,
en que sólo oye subir de lo más hondo,
algo sin contornos,
grave … continuo . .. abrumador … lejano …
como el ruido de los postes telefónicos . ..

PERFECCIÓN DE LAS PAMPAS

Cuando se está solo
en medio de las pampas,
uno es el centro
de una circunferencia cuyo límite
se halla en el horizonte.
Perfección de pensar!
En ese instante,
si uno mira hacia el fondo de sí mismo,
lleno de soledad, puede notar,
que su alma es el centro
de una circunferencia, cuyo límite
se encuentra en un umbral de alba y sombra.
También, en esa forma, si es de noche,
en medio de las pampas
oh, curioso espejismo!
se ven brillar estrellas,
que en realidad aún no han asomado
por encima
del remoto horizonte …
– Ah, pero si entonces,
uno mira hacia el fondo de sí mismo,
se ven brillar estrellas allá adentro . ..
¡y qué estrellas tan puras!,
que en realidad,
están ocultas en la densa sombra …
Más allá del umbral en donde el alma asoma!

LAS GARZAS

Pálido de estudiar,
me fui al campo. Sufría
falta de voluntad.
Y qué fatiga en la muy joven frenre!
Además,
desencanto infinito de saber …
Y de amar.

II
Un indio de la estancia
me hizo un regalo muy original.
Cinco ga rzas -¡oh, asombro!- que hablaban
después de muchos años de enseñanza tenaz:
una era rosa, otra blanca, otra gris;
otra amarilla más que el oro, y otra ve rde.
Esto, que os parece fundamental
paradoja cientÍfica, es muy cierto.
Quien lo dude , que hable con mi capataz.
El indio me dijo:
– La garza rosa será el Amor, la blanca será
la Fe, la gris, la Duda, la de oro, la Ambición,
y la verde , la Esperanza inmortal!
– Cuando quieras, amigo enfermo,
con ellas hablarás.
Dicho esto, me entregó las cinco garzas.
Yo las quise interrogar
en seguida, gozoso del·prodigio.
Entonces,
la garza rosa dijo: Vuelve a amar!
la garza blanca dijo : Vuelve a creer!
la garza gris me dijo: Vuelve a dudar!
la garza de oro me gritó al oído,
-Vuelve a ambicionar!
La garza verde no me dijo nada.

IIl
Amar – Creer – Dudar – Ambicionar!
¡Palabras crueles y terribles!
-Muy pronto alteraréis mi nueva soledad
oh, pajarracos, despertando mi corazón! –
pensé, lleno de angustia.
Y me puse a degu llar
cuatro de aquellas aves,
la rosa, la blanca, la gris y la de oro,
con mi antiguo puñal.
Sólo he quedado con la garza verde.
La esperanza!
¡Pero esa nunca va a querer hablar!

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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Quizás no escriba más, nunca ya escriba vivencias…
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