MIS TRAPOS SUCIOS (Mi poema)
Osiris Rodríguez Castillos (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA … de medio pelo

 

Remueve en el estiércol de su mente
cual pobre que rebusca en la basura,
allí en donde su magma es podredura,
no hallando ningún hilo consistente
del que pueda anudarse la cordura.

Escarba con frecuencia en su mollera
cual escarda el labriego en la maleza,
se exculpan los pecados al que reza,
la fiera que se planta ante otra fiera
y aparca hacia otro lado su fiereza.

Que al límite de herir sus sentimientos
se araña hasta sufrir un desengaño,
consciente de que al alma le hace daño,
con balas de dolor a sus cimientos,
afligiéndose tal cual año tras año.

Y tanto esto es así que hoy se presenta
como un loco de atar lleno de harapos,
de melindres, de chinches o de sapos,
desecho que le asusta y lo lamenta,
desnudo sin lavar sucios sus trapos.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Osiris Rodríguez Castillos

Camino de los quileros

Hay un camino en mi tierra
del pobre que va por pan,
camino de los quileros
por la sierra de Aceguá.
Tal vez, sin ser tan baqueano
cualquiera lo ha de encontrar,
pues tiene el pecho de piedra
pero el corazón de pan.

Gurisit’e pierna flaca
Barriguita de melón
Donde hay tanta vaca gorda
No hay ni charque para vos.
Tu bisabuelo hizo patria,
tu abuelo fue servidor,
tu padre carneó una oveja
y está preso por ladrón.

Toma café con fariña
y andá guapeando por ahí.
Mañana mate cocido;
pasado, Dios proveerá.
Mañana busco el camino
del pobre que va por pan
Si no me para una bala
pasando te traigo más.

Yerba, caña, rapadura,
un rollo’e naco, nomás;
los pobres contrabandeamos
a gatas pa’ remediar.
¡Qué gaucho es el tal camino!
Pero duro de pelar.
Camino de los quileros
por la Sierra de Aceguá.

Cantado:

Abajajá, pampa viejo,
hopa, hopa, yaguané.
En los corrales de Algorta
me espera el atardecer
la flor de la sanducera,
criollita bonita de labios de miel.

A los corrales de Algorta
llegué con tropa una vez.
Vamos chorreao no se me abra,
hopa, hopa, hopa, buey.
Abajajá, y ya llegamos, barroso, (1)
y entre el mugir de la hacienda,
la vida, y ya mi alma dentró a padecer.

En los corrales de Algorta
se me hace que alguna vez
me esperarás, sanducera, (2)
pero ya no he de volver.
Por los caminos de tropa,
penando con rondas
de niebla andaré.

Poquito me ha dao el mundo,
poquito le dejaré.
Abajajá, pampa viejo,
hopa, hopa, hopa, buey.
Mi eterno grito tropero, (3)
mi poncho en el aire
de un atardecer.

Versión de Osiris Rodríguez Castillos.

Los Olimareños hacen los siguientes cambios:

(1) «abajajá, ya llegamos, barroso»
(2) «me espera la sanducera»
(3) «ya estamos vistos tropero»

De Corrales a Tranqueras

De Corrales a Tranqueras,
cuántas leguas quedarán,
dicen que son once leguas,
nunca las pude contar.

Las hice con agua y viento,
escarcha de luna y sol,
pero entonces no contaba,
porque iba rumbo al amor.

Entonces todo era canto:*
agua, tierra, viento y sol;
entonces todo cantaba,**
porque iba cantando yo.

Mi flete era parejero,
mis años, de domador,
y los caminos cortitos
pa’l trote del corazón.

Camino de mis recuerdos,
tierra roja y pedregal,
bordea’o de cerros parejos
que se empinan al pasar.***

Vigilante, Miriñaque,
cerros de mi soledad,
repecha’os por mis cantares,
sombras de toro y chilcal.

Hoy, que me duele la vida,
cansa’o de tanto changar,
balda’o por los redomones
ya no las puedo contar.

Y quebra’o por una pena,
pregunto a mi soledad:****
De Corrales a Tranqueras,
¿cuántas leguas quedarán?

* Alfredo Zitarrosa dice «Entonces todo cantaba».
** Alfredo Zitarrosa dice «entonces todo era canto».
*** Alfredo Zitarrosa dice «que se inclinan al pasar».
**** Alfredo Zitarrosa dice «pregunto en mi soledad».

Décimas a Jacinto Luna

Versión de Alfredo Zitarrosa:

No pregunten de a’nde soy,
vengo del tiempo aparcero,
y ni los mismos senderos
se imaginan p’ande voy;
voy tiempo arriba y estoy
conforme con mi destino,
de andar solo y peregrino,
durmiendo sobre mis garras,
y despertando guitarras
a la orilla del camino.

Sin facón en la carona
ni lazo ata’o a los tientos,
traigo un temblor que los vientos
dejaron en mis bordonas,
y una pena en las lloronas
que no levantan el vuelo,
porque el rigor del pihuelo
la lleva atada a mi huella,
de no, ya serían estrellas
alumbrando desde el cielo.

Ya no tengo ni querencia
y las leguas no me espantan,
porque no hay pa’ los que cantan
más pago que el de la ausencia;
nada me ata a la esistencia,
voy muriendo al tranco lerdo
y, en ocasiones, me pierdo
tras los horizontes rojos,
con un niebla en los ojos
y acosa’o por los ricuerdos.

Me han echa’o en el fogón
ramitas de mataojo,
espinas en el rastrojo,
dolor en el corazón;
y voy con esta canción
en los labios de una herida,
pa’ que al final de mi vida
quede mi canto despierto,
pues todo cocuyo muerto
deja una luz encendida.

La galponera

Dicho:

Un resabio de gauchismo
quedó a la orilla de los fogones;
casi en cualquier parte se ven aún,
una espuela rota, un lazo ramaleado,
una lanza olvidada entre los varejones de una quincha.
Y en toda guitarra: una milonga,
la más humilde, la más peona, «La galponera».

Cantado:

La llaman «La galponera»
y es milonga de fogón,
que lo mismo vive a monte
si le niegan el galpón.

La arrastró la montonera, (1)
cuando el llano corcoveó,
y hubo un ñudo de orientales,
lanza, trabuco y facón.

Fue capataz de sargento,
de comandante, el patrón, (2)
y los peones de melicos…
¡salga de ai, si era un primor!

Ande hubiera una guitarra
y algún pardo trovador, (3)
«La galponera» pa’ tuítos,
General de División.

En la paz como en las guerras (4)
apeligrando vivió,
entre guampas de franqueros
y ahorquetada a un redomón. (5)

El cariño ’e los mensuales
le hizo un sitio en el galpón
con las pilchas domingueras
y el recadito cantor.

En ella mojan mis indios
los ojos de su canción,
ruda pa’ los sacrificios
y curtida pa’l amor.

Versión de Osiris Rodríguez Castillos.

Los Olimareños omiten la introducción recitada y hacen además los siguiente cambios:

(1) la bajó la montonera
(2) de comandante, patrón
(3) o algún pardo trovador
(4) en la paz como en la guerra
(5) y horquetada a un redomón

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Sin lamento (Jorge Guillén – Cántico)

Oigo crujir una arena
¿es aquí? nadie la pisa
En el minuto resuena
-‘cuánta playa nunca lisa!-
mucho tiempo, va despacio.
¿Por qué fluctúa despacio,
hostil a su movimiento?
Lenta la hora, ya es todo
breve. ¡Bah! por más que el codo
cavile, no, no hay lamento.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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