TE FUISTE SIN REZAR… (Mi poema)
Armando Buscarini (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Te fuiste sin rezar ¡qué mal cristiano!
No tienes corazón, nunca tuviste
amor a la ciudad donde naciste,
ni asiste de la mano a algún hermano,
que a nadie bendeciste.

Naciste como nace otro cualquiera
nadando entre dos aguas al despiste,
tratando procurar siempre el alpiste,
pegándola a esta vida puñetera
la coz del que resiste.

Viviste, si eso es cierto que viviste,
si algún día vivir supiste qué era
pintando en ese tiempo una escalera
a la espera llegara ya y subirte
al cielo, esa quimera.

Te fuiste un día gris sin que siquiera
-lo mismo que un vulgar malabarista-
alguno apercibiera al pasar lista
cual fluye ese fluido en la pernera,
lo mismo que un perista.

Al fin y al cabo el día en que naciste
supiste de tu estancia temporera.
Que al mundo tú te echaste por montera,
muy pronto de este mundo te reíste
saltando a la torera.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Armando Buscarini

YO SOY UN TRISTE JOVEN DE ARDIENTE SED CARNAL…

Yo soy un triste joven de ardiente sed carnal,
porque, como a Verlaine, me devora ese mal,
y busco en los burdeles, sediento de lujuria,
las mujeres que calmen mi afrodisíaca furia:
esas mujeres, propias mártires de sus vidas,
que tienen cadavéricos semblantes de suicidas.
Y encuentro en las caricias de esas pobres rameras
como un florecimiento de muertas primaveras…
Yo soy un triste poeta taciturno
a quien embruja el rayo siniestro de Saturno,
y en mis íntimas horas de dolor y de anemia
voy trazando mis versos que son rezo y blasfemia.
Mis poemas son tristes porque triste es mi vida,
los poemas sin nombre de mi alma dolorida
por todos los dolores de mi negra orfandad,
en esta vida inquieta de amarga soledad.

El Poeta

Sentado junto a una mesa
carcomida por el tiempo
y alumbrado débilmente
por la luz de un quinqué viejo,
un joven pálido escribe
en cuartillas, varios versos.
Es un poeta, las noches
pásaselas escribiendo…
Anhela la gloria, joya
más valiosa que el dinero.
Y continua impasible,
sin descansar un momento,
hasta ver recompensados
algún día sus desvelos.

ORGULLO

Aunque sufra del mundo los desdenes
de mi vida de artista en la carrera;
aunque pasen altivos a mi paso
los hombres de alma ruin que nunca sueñan;
aunque salgan aullando a mi camino
los famélicos lobos que me acechan
con la envidia voraz; aunque en mi lucha
hambre y frío sin límites padezca;
aunque el mundo me insulte y me desprecie
y por loco quizás también me crean;
aunque rujan tras mí ensordecedoras
tempestades de envidia; aunque me vea
harapiento y descalzo por las calles,
inspirando piedad e indiferencia;
y, en fin, aunque implacables me atormenten
las más grandes torturas, aunque vea
que a mi paso se apartan las mujeres
por ver con repugnancia mi pobreza
( pero quizás ignorando de mi alma
el tesoro de ensueño que se alberga),
nada me importará, porque yo siempre,
caminando sereno por la tierra,
con el alma latiendo por la gloria
y flotante a los vientos mi melena,
iré diciendo al mundo con voz fuerte,
¡ con voz en la que vibre mi alma entera!:
-Es verdad que yo sufro; pero oídme:
¿qué me importa sufrir si soy poeta?

El cafetín de los parias

En mis terribles horas de dolor y anemia,
cuando en la alta noche cae la implacable helada,
pálido y ojeroso, con la faz demacrada,
busco en un cafetín albergue a mi bohemia.

Cafetín de la noche. Una roja caldera
entre columnas de humo y olor a aceite frito,
y hacinada en las mesas la gente pordiosera
que descansa del diaria mendigar infinito.

La luz amarillenta ponen los reverberos
del cafetín. Acaso los tristes pordioseros
hablan con voz doliente, y en esa rebelión

que muestran en sus santos semblantes demudados,
se ve que la miseria los tiene aprisionados
en la cárcel eterna de la Resignación.

YO

Como mi cuna fue un transatlántico
soy navinato, como D’Annunzio
y mientras viva yo no renuncio
ni a ser poeta ni a ser romántico.

Soy arrogante, con la arrogancia
fiera y gallarda de un mosquetero,
amo la trágica historia de Francia
¡y tengo un alma de aventurero!
Soy orgulloso como italiano;
solo a los héroes tiendo mi mano
y muestro al vulgo como un blasón
mi exaltado romanticismo
que cualquier día pienso yo mismo
cantar en una canción
(…)

El Busto

Los hospicianos
van esta tarde
hasta las húmedas
frondas del parque,
entre las cuales se yergue un busto
que por lo afable de su semblante
recuerda a héroes antepasados,
cuyas hazañas fueron tan grandes,
que hoy se les rinde tributo augusto
sobre las lápidas mortales…

Los hospicianos miran atentos
la pétrea imagen
que por sus rasgos, tan expresivos,
revela antiguas cordialidades…
Luego se alejan
diciendo el nombre del personaje…
-Es don Ricardo Gasset –murmuran;
y aún vuelven todos por admirarle…

ALMA DE ARTISTA

Una errata de imprenta se deslizó en mi nombre:
No es Armando, es amando como siempre viví.
Amando a la alimaña y a la fiera y al hombre,
que el amor no se apaga en mí.

Rufianes sin ingenio rompieron mi apellido
«Buscarini», dijeron. «¡Bah! La busca del pan».
El pan que a mí me dieron siempre lo he repartido;
y también partí otro que los hombres no dan.

Armando Buscarini. El nombre trae de Galia
el perfume galante, y el apellido Italia
dice; pero soy sólo pobre poeta español,

que en esta tierra inhóspita, que no ama a sus cantores,
arrastra, entre sarcasmos, su juventud sin flores,
su sed sin agua, y su primavera sin sol.

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Muerte y vejez – Pablo Mendez

Diariamente, con una quieta
monotonía eterna, sin hacer
ridículas preguntas, los ancianos
se dirigen al mirador.

Se sientan en la desgastada madera
de los bancos, y de su silencio
hacen un brillante juego
de comunicación precisa.

Los ancianos creen verlo todo
y piensan que son las manos de Dios
lo que tienen ante su vista.

¿Cuánto tiempo les queda aún?
¿Cuánto podrán soportar sus ojos
el peso de este oquedal?
¿Qué quieren ver en realidad?

Miran sin ver lo que ya conocen,
y mientras recuerdan las copas
de los árboles que vigilaban su juventud,
o las manos tibias de su madre
acariciándoles el rostro, se resisten
a pensar que este puede ser
su último crepúsculo.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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