en los bordes de algo que termina, uno ya no sabe si saltar
o quedarse a mirar co´mo las ruinas crecen
Y si ya nunca dejo la puerta abierta no es porque no tenga esperanza
sino porque no creo en las puertas
– – –
no sé si es posible salvar el abismo entre dos mundos,
entre dos cuerpos
entre dos bocas que se mueven sin emitir ningún sonido, no sé
si es posible hacerle frente al frío de los pies descalzos sobre las baldosas
al frío que sube como un insecto por el cuerpo
(el cuerpo
se mueve
sin emitir ningún sonido)
la piel contra la piel como si hubiese guerra
como si te mirara y en mi mirada ya te estuviera deformando
y no sé si es posible salvar el abismo
entre dos ojos que se oponen
(tocándote, tocándome, el cuerpo era lo único recíproco)
– – –
la luz es la continuidad de la luz, el recorrido de la luz a lo largo de mi pasillo,
como una mano que avanza tanteando la superficie uniforme de la pared
como un cuerpo
que se mueve a tientas
recordando los pasos que todavía faltan hasta el final del corredor
la mano acaricia la pared como si acariciara un cuerpo
líquido
homogéneo
la luz interrumpida
en una casa que conozco de memoria
es también un ejercicio de renuncia
– – –
dispongo de esta casa,
de sus interferencias, de las interrupciones
que sus paredes generan en la luz
dispongo de esta casa
vacía
vaciada
como si en ella nunca hubieras habitado, como si en ella nunca
te hubiera permitido entrar
– – –
(en esta desprotección
está la intimidad)
me abro camino a través de tu imagen, igual
que un reguero de agua crea su caudal entre la arena blanda:
con la violencia suave que supone sesgar
aquello que no opone resistencia.
STILL LIFE, LA VIDA quieta como tú y yo pasando
la mañana en la cama,
eres
como una naturaleza muerta, la quietud
de la vida palpitando y, mientras te duermes
te conviertes para mí en un objeto
no haré de ti retrato sino bodegón,
disposición ordenada de cosas en pausa, la
quietud
de la vida mientras intento
retenerte
en un gesto
(amaba
tu manera de sentirte solo)
(en esta desprotección está la intimidad)
(YO ESTABA ALLÍ, AMOR, estaba allí como la lluvia detrás de las ventanas un lunes por la tarde
desnuda
discreta
mirándote
estaba allí sentada, erguida, estirada
con mi cuerpo que palpitaba, mi cuerpo que latía como un viejo árbol que decía tu nombre
un viejo campo que ha visto muchos cielos pasarle por
encima,
que conoce tu nombre y todos los demás nombres
yo estaba allí, amor, como lo está la luz horizontal sobre los ríos
todo mi cuerpo, amor, estaba siendo un río mientras te miraba,
un río que decía y conocía tu nombre,
tu forma de estirarte por las mañanas, de dormirte
agotado en el sofá
estaba allí cuando te me rompiste entre las manos como
de las montañas se desprenden las rocas
mirándote, amor, escuchando mi voz decir tu nombre
escuchando tu voz decir el suyo
como una letanía
con esa voz de río medio seco
con esta voluntad de ser paisaje,
cuerpo tendido al sol,
palabra matutina
buenos días, amor, me gusta tanto
despertar contigo).