POETA EN CIERNES (Mi poema)
Aída Cartagena Portalatín (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

De niño yo apuntaba a ser poeta,
coincide que acababa ya una guerra,
con mucho que soñar, sin una perra,
que perra entonces era la peseta.

Pues perras las que a veces yo cogía
haciéndole a mi madre una trastada,
queriéndola engañar, como si nada
sabiendo en su regazo me acogía.

Después cuando volvía la alegría
tornaba a hacer de tripas corazón,
metiendo mi manaza en el cajón
dudando por saber lo que allí habría.

Sisar cuando mi madre no veía
abriendo aquella caja de cartón
y al tiempo así evitar un coscorrón
aquello si era pura poesía.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: <strong>Aída Cartagena Portalatín</strong>

Aída Cartagena Portalatín

DE LA AUSENCIA TUYA

Ausencia tuya nunca ha estado sola:
tu recuerdo es el pasaporte de mis viajes.

si tu ausencia fuera la ausencia de los otros,
y te presintiera como estrella lejana, vacilante,
entonces, no sería tu ausencia la ausencia,
sería el dolor de la muerte.

Tu palabra fue más que una palabra
y te hice ídolo en mi templo en llamas,
donde estaremos hasta siempre… ¡la muerte!

Si tu ausencia no se hubiera eternizado,
como una luz o una sombra,
yo no estaría ausente.
En un continuo viaje iría hacia ti,
persiguiendo tu presencia.

SED DEL DOLOR

El llanto de la tarde se apagó en la montaña
las palomas del sueño se han herido en las alas
la infinita ternura con que el olvido
acuna el dolor
para hacerlo olvidar
es una queja vaga rezagada en la arena
donde el dolor se abre
pero el agua no llega.

UNA MUJER ESTÁ SOLA

Una mujer está sola. Sola con su estatura.
Con los ojos abiertos. Con los brazos abiertos.
Con el corazón abierto como un silencio ancho.
Espera en la desesperada y desesperante noche
sin perder la esperanza.
Piensa que está en el bajel almirante
con la luz más triste de la creación
Ya izó velas y se dejó llevar por el viento del Norte
con la figura acelerada ante los ojos del amor.
Una mujer está sola. Sujetando con sus sueños sus sueños,
los sueños que le restan y todo el cielo de Antillas.

Seria y callada frente al mundo que es una piedra humana,
móvil, a la deriva, perdido el sentido
de la palabra propia, de su palabra inútil.
Una mujer está sola. Piensa que ahora todo es nada
y nadie dice nada de la fiesta o el luto
de la sangre que salta, de la sangre que corre,
de la sangre que gesta o muere en la muerte.
Nadie se adelanta ofreciéndole un traje
para vestir una voz que desnuda solloza deletreándose.
Una mujer está sola. Siente, y su verdad se ahoga
en pensamientos que traducen lo hermoso de la rosa,
de la estrella, del amor, del hombre y de Dios.

ESTACIÓN EN LA TIERRA

I
No creo que yo esté aquí demás.
Aquí hace falta una mujer, y esa mujer soy yo.
No regreso hecha llanto. No quiero conciliarme
con los hechos extraños.

Antiguamente tuve la inútil velada de levantar las tejas
para aplaudir los párrafos de la experiencia ajena.

Antiguamente no había despertado.
No era necesario despertar.

Sin embargo, he despertado de espalda a tus discursos,
definitivamente de frente a la verídica, sencilla y clara
necesidad de ir a mi encuentro.

Ahora puedo negarte. Retirarte mi voto.
Y puedo escuchar y gritar conmigo
irremisiblemente viva,
porque viva es la voz de las verdades,
porque viva es la voz del luminoso
salón del casamiento del ángel con la estrella.

Ahora puedo negarte. Toda soy de ventanas,
limpia, libre y clara de frente al campanario
de los oficios de los vivos y de los muertos.
Y siento la necesidad de las cosas pequeñas,
de esas cosas pequeñas que no trepan
como si tuvieran medido el sitio,
sino que se esparcen como los árboles ardidos.

Con esa pequeñez me desplazo por tu arquitectura
de galería sin fin.
—siempre sin novedad, ni rosa, ni luna en su camino—
y llego al fondo donde te descubro
en esas generaciones de familias inmovilizadas
que terminan con la última viga anciana
cuando ya no hay otro dueño y el mueble está gastado.

II
Esa infeliz dignidad de la rutina
está en el término donde la tontería
tiene la voz de las caricias para llamar a las bestias
y no significa nada para la voz de mis verdades.

Pensarán que he llegado demasiado temprano,
acaso un poco tarde. Tal vez no hubiera
llegado a ningún otro tiempo
para reemplazar mi turno.
Pero no creo que yo esté aquí demás,
y además prefiero estar aquí ahora,
y desatarme a veces,
y recoger las negaciones
para volver con la resignación,
el grito y el paso de la muerte.

Esto es regresar al sitio
donde los árboles rechazan a los desconocidos
y se prolonga el conversar de algunas estaciones.
Esto es ser como los otros
y volver mi alma vecina
igual a las de los vecinos,
y perder el temor de atravesarme totalmente
con el recuerdo del libro del recuerdo.

III
Prudentemente he cerrado el camino
y he dicho: estoy en tiempo puro.
Un tiempo que en la vida ha perdido el sentido.
Un tiempo que revela que la naturaleza de las cosas
está al revés de su corteza
y el alimento consiste en el estímulo.

Estación de verdad que me incorpora
y rechaza el propósito de descubrir el Código
que sentencia la vida detrás de tu cortina.

TARDE EN EL PARQUE

El parque, quejido de ramas vacías,
relámpago claro con guiones de sombra,
en la hiedra tiembla la gota su vuelta
al firmamento.
La risa de los niños en sueño.
El llanto de los niños está a flor de ojos.

¡Los pinos se han cansado de ser siempre altos!
¡El parque, refugio de recuerdos!

El viento
concierta encuentros…

Los que pasan olvidan que vuelven.
Exilio de la luz.
Sueño de la arboleda.

CÓMO LLORAR LA MUERTE DE UNA ROSA

De todos los hombres que están vivos, ¿quién sabe algo?. «Eclesiastés».

¿Cómo llorar la muerte de una rosa,
si los amaneceres han desdoblado el Mundo,
y en la hierba que tiembla cerca de los rosales
se han quedado las albas vueltas gotas de agua?

Sólo desde la tierra
tienen brillo de ámbar las estrellas.
A la tierra amarga vuelva
la lluvia del color de los rosales.

Sentir como los musgos se asen a las piedras:
¡hay un rencor en la brisa viajera!
Hombres no han llorado
porque caen los hombres.

¿Cómo llorar la muerte de una rosa?

REENCUENTRO DEL ALMA Y MI VIDA

Mi vida se llenó de sombras desde que nos separamos:
alma.
Al encontrarte de nuevo
mis ojos
se han quedado en ti para verte,
para verte más allá de donde llega la mirada
en los confines.

Mi vida se llenó de luces desde que no encontramos:
alma.
Y en ese infinito mundo, hecho para mí,
donde solamente llega mi pupila,
han reverdecido pámpanos tiernos.

EL SOBRE EL MUNDO

El sol cae sobre el mundo,
lámpara de Dios,
llama en ascuas.

Las nubes han virado su traje
y el carnaval del cielo es festín de fuego.

Hay almas que decaen como un atardecer
si la luz la sorprende…

El tiempo ha dejado la fuga de la luz;
la tarde se desviste para dormir su angustia.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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