A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
Solo poesía
Yo vivía en Madrid. Aquellos años,
era joven y al sol me distendía,
se hablaba de, inminente, la agonía
del General, sospechas, los amaños.
La torre de la iglesia, las campanas,
desnudas de cintura para abajo,
no pueden presumir ya de badajo,
parece de tocar no tengan ganas
al ver que el cura aflige cabizbajo.
Se oyen sones, timbales y gritos
cual si fuera a explotar la fanfarria
y en el juego viral de Pandaria
enardecen fuegos inauditos....
Permíteme, lector, te diga amigo,
así nadie nos haya presentado
y sea por azar que aquí has llegado.
Que sepas que por eso te bendigo.
espero sean mis versos de tu agrado.
Juguemos a escondernos como antes
cuando yo suspiraba en tu retrato,
para ti, yo era un tipo con tirantes,
un poco antiguo, ingenuo, algo pacato,
tan juntitos los dos aunque distantes.
A ese joven pinturero
que un día se le engatilla
toreando una vaquilla,
presumiendo de torero;
que ignora el muy puñetero,
que él problema está en el coco
y no hay que volverse loco
ni entrar en el burladero.
Cada día paso por la misma puerta
por la misma acera de la misma calle,
siempre está vacía, siempre anda desierta,
siempre está trancada, que nunca está abierta,
parece dormida, que anduviera muerta,
sólo una gatera se aprecia en su talle.
Hubo una vez que quise huir del mundo
yo era joven, tenía veinte años,
mi isla no encontré. Y mis redaños
sufrieron por aquel hedor profundo
del agua putrefacta de unos caños.
Cual mago que se extrae de la chistera
un verso que él escribe cada día,
un texto que se exprime en su mollera,
un tema, una falacia, una quimera
un tren que descarrila en otra vía.
Pues sepan que yo he muerto muchas veces,
mejor será decir que me han matado,
al ver se producía un atentado,
en que unos se arrogaban ser los jueces
y un niño era vilmente asesinado.
Hendidos por la teja del arado
los surcos van trazándose en la tierra
inmerso como están en son de guerra
a espera de que arribe ya el sembrado,
Quiero escribir cual carne de membrillo
que en sus poros jugosa miel rezuma,
la colora pintada de amarillo
y el poder seducción con que me abruma.
La vida va pasando
como pasan los días,
las penas y alegrías,
los remos van remando,
las luces alumbrando
a un mundo de locura
que me ata y me tortura.
Y cuando...
Yo amo al ser que se cuida así que a veces
no atienda a los pecados de conciencia,
que goza de la vida y sus memeces
retándole insistente a su paciencia.
Yo soy de los que antaño me creía
que Dios, si alguien le reza, va a su lado,
pecado era mortal, el no ir a Misa,
que virgen a Jesús tuvo María,
a Eva sacó Adán desde un costado,
y al mundo, si hizo mal, fue por deprisa.
¿Por qué me empeño tanto en escribir mi verso?
si nadie en esta tierra quiere escuchar mi voz,
si soy un mal poeta dentro del universo,
si todo lo que escribo, no adquiere algún valor.
Pues yo no tengo nada contra ti
no atiendo a lo que haces, lo que dices,
tampoco si lo que hago yo bendices,
mas sepas no consiento que tú a mi
me toques las narices.
Aquí estoy yo, de pinos rodeado
-de jara, de romero y matorrales-
en una piedra firme aposentado
gozando las fragancias otoñales.
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