UN DÍA DE INVIERNO (Mi poema)
Manuel González Prada (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

El cielo de aquel día amaneció plomizo,
heridos los tambores con furia redoblaban,
sobre el azogue oscuro,
cual chocan los suspiros contra un muro.
De pronto zigzagueando la luz se hizo
y en un tris-trás bramó, gritó y el gesto se deshizo
cegando en el interior de mi retina su mirada,

Yo, expectante, al espectáculo asistía,
a la espera de que hubiera una amnistía
sujeto en la ventana
de forma que alargando el brazo hice un giro en el cristal,
un traveling fue el que realicé de forma tal
que en lágrimas la manga de mi pijama se empapaba
y en unos minutos metido vime en un charcal.

Invierno era y se mascaba
un silencio sepulcral
únicamente interrumpido por el pavoneo de las hojas
en un intento vano por despegar y llegar hasta el final
para de nuevo aterrizar revoloteando temblorosas
y acabar nadando… y nadando… en el caudal.

El gélido exterior con el ambiente cálido chocaba de mi estancia
de forma tal que me impedía ver.
Busqué algo que leer
y de pronto tropecé con algunos garabatos de mi infancia.
Y comencé a mirar,
aquello a recordar,
la escuela a recorrer
y en cada anotación que yo encontraba
alguna referencia percibía,
tan grande era el placer, tanto mi gozo y mi alegría
que cuando desperté y quise darme cuenta ya escampaba.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Manuel González Prada

Manuel González Prada

Las flechas del Inca

Tuvo tres flechas en la mano el Inca,
Y, alegre, a la primera preguntó:
-«Amiga fiel, envenenada flecha,
Di, qué me pides hoy?»
–»Fuerte guerrero de infalible pulso,
De bravo corazón,
Te pido sólo destrozar las alas
De cóndor volador».

Tuvo tres flechas en la mano el Inca,
Y, alegre, a la segunda preguntó
-«Amiga fiel, envenenada flecha,
Di, qué me pides hoy?»
-«Fuerte guerrero de infalible pulso,
De bravo corazón,
Te pido sólo desgarrar el seno
De tigre acechador».

Tuvo tres flechas en la mano el Inca,
Y, alegre, a la tercera preguntó:
-«Amiga fiel, envenenada flecha,
Di, qué me pides hoy?»
-«Fuerte guerrero de infalible pulso,
De bravo corazón,
Te pido sólo atravesar el pecho
De vil conquistador».

Canción de la India

Con almas de tigre
Se acercan los Blancos.
Esposo querido
(Salvemos, huyamos!
Es tarde, que llegan,
Te embisten airados,
Te cubren de injurias,
Te ligan las manos).
Adónde te arrastran
A modo de esclavo?
Adónde te llevan
Cual res de un rebaño?
Te llevan, te arrastran,
A luchas de hermanos.
Maldita la guerra!
Malditos los Blancos!

Adiós, oh mi choza!
Adiós, oh mis campos!
Adiós! que me alejo
Siguiendo al Amado.
Quién sabe si adioses
Eternos exhalo!
Quién sabe si nunca
Regrese a pisaros!
Ay, pobre del Indio,
Sin leyes ni amparo,
Muriendo en las garras
De inicuos tiranos!
Tú callas, oh Esposo,
Tú marchas callando…
Maldita la guerra!
Malditos los Blancos!

Por costas y punas,
Por montes y llanos,
Con sol o tinieblas,
Camino a tu lado.
Qué importan fatigas,
Si escucho tus pasos?
Valor, oh mi Esposo!
Valor y suframos!
Si débil flaqueas,
Descansa en mis brazos;
Mi sangre devora,
Si hay sed en tus labios.
Mas callas y callas,
Y marchas callando…
Maldita la guerra!
Malditos los Blancos!

Ya vibran clarines,
Galopan caballos,
Retumban cañones
Y bullen soldados.
Crujido de hierros
Asorda el espacio;
La sangre a torrentes
Inunda los campos.
Tú vas y peleas
Intrépido y bravo,
Tú matas y mueres
En lucha de hermanos.
Yo beso tu herida,
Yo gimo gritando:
Maldita la guerra!
Malditos los Blancos!

Triolet

Tus ojos de lirio dijeron que si,
tus labios de rosa dijeron que no.
al verme a tu lado, muriendo por ti,
tus ojos de lirio dijeron que si.

Auroras de gozo rayaron en mi;
mas pronto la noche de luto volvió:
tus ojos de lirio dijeron que si,
tus labios de rosa dijeron que no.

I
Algo me dicen tus ojos;
mas lo que dicen no sé.
Entre misterio y sonrojos,
algo me dicen tus ojos.

¿Vibran desdenes y enojos,
o hablan de amor y de fe?
Algo me dicen tus ojos;
más lo que dicen no sé.

II
Para verme con los muertos,
ya no voy al camposanto.
Busco plazas, no desiertos,
para verme con los muertos.

¡Corazones hay tan yertos!
¡Almas hay que hieden tanto!
Para verme con los muertos
ya no voy al camposanto.

III
Los bienes y las glorias de la vida
o nunca vienen o nos llegan tarde.
Lucen de cerca, pasan de corrida,
los bienes y glorias de la vida.
¡Triste del hombre que en la edad florida
coger las flores del vivir aguarde!

Los bienes y las glorias de la vida
o nunca vienen o nos llegan tarde.
Placeres de la soledad
Pláceme, huyendo el mundanal ruido
tender al bosque mi ligero paso
y en la negrura espesura errar perdido
al fallecer del sol en el ocaso.

Pláceme agreste monte y escondido,
luna que brilla en el etéreo raso,
volcán de eterna nieve revestido,
fuente sonora y arroyuelo escaso.

Que en tu recinto, soledad secreta,
duerme el dolor que al infeliz oprime
y es todo paz y venturanza quieta;
habla el silencio en tu solemne calma,
adormecido el universo gime
y ábranse a Dios el corazón y el alma.

Vivir y morir

Humo y nada el soplo de ser:
mueren hombre, pájaro y flor,
corre a mar de olvido el amor
huye a breve tumba el placer.

¿Dónde están las luces de ayer?
Tiene ocaso todo esplendor,
hiel esconde todo licor,
todo expía al mar de nacer.
¿Quién rio sin nunca gemir,
siendo el goce un dulce penar?
¡Loco y vano ardor el sentir!
¡Vano y loco anhelo el pensar!

¿Qué es vivir? Soñar sin dormir.
¿Qué es morir? Dormir sin soñar.

Amar sin ser querido

Un dolor jamás dormido,
una gloria nunca cierta,
una llaga siempre abierta,
es amar sin ser querido.

Corazón que siempre fuiste
bendecido y adorado,
tú no sabes, ¡ay!, lo triste
de querer no siendo amado.

A la puerta del olvido
llama en vano el pecho herido:
Muda y sorda está la puerta;
que una llaga siempre abierta

es amar sin ser querido.

El pájaro ciego

I
Era un Pájaro de nieve:
Con su inefable cantar,
Derramaba en tristes pechos
Alegría sin igual.

-«Pájaro, el Inca murmura,
Tu canción me atedia ya:
Siempre cantas alegrías,
Nunca lloras el pesar.

Lanza quejas doloridas,
Porque sufro negro afán,
Porque siento una amargura
Melancólica y mortal.

Canta canciones que aumenten
Mi congoja más y más,
Que yo gozo en mi tristeza,
Que yo gozo en mi penar».

Mas el Pájaro de nieve,
Sordo al mandato real,
Canta siempre la ventura,
Pero tristeza jamás.

II
Murmura un viejo Cacique:
-«Rey, al Pájaro cegad,
Y con lánguida tristeza
Su canción exhalará».

Ciego, el Pájaro de nieve
Siente y sufre pena tal,
Que, si fue de blancas plumas,
Es de negras plumas ya.

Canta dolor y amarguras
Con tan lúgubre cantar
Que, a su voz, las fieras lloran
Y se quiebra el pedernal.

Todos cierran los oídos,
Todos huyen y se van:
El oír los tristes cantos
Es gemir y agonizar.

La hija tierna del Monarca
Oye el canto sin igual,
Y solloza, y se adormece,
Y no despierta jamás.

Prorrumpe el Inca, estallando
Con la voz del huracán:
-«Pronto al Pájaro la muerte,
Pronto al Cacique cegad».

La sombra de Huáscar

En su lecho, prisionero,
Yace Atahualpa dormido;
Mas despierta, se incorpora,
Arrojando al aire un grito.

-«¿Quién me toca con sus manos?
¿Quién me llama con gemidos?
¿Qué visión de los sepulcros
Turba mi sueño tranquilo?»

-«Quien te llama y te despierta,
Quien suspira en tus oídos,
Es Huáscar ¡ay!, es tu hermano,
Es el cadáver del río.

En vano sueñas rescate
Y el real poder antiguo;
De mí piedad no tuviste,
No la tendrán, no, contigo.

A la tierra de los muertos
Pronto irás, bastardo inicuo:
Atahualpa, fui delante
Para enseñarte el camino».

La adusta sombra de Huáscar
Se disipa de improviso;
Atahualpa se estremece
De mortal escalofrío.

La tempestad

I
Con el cántaro a los hombros,
Entre nubes y destellos,
La Ñusta pisa las cumbres
Más vecinas de los cielos.

Risueña, el cántaro inclina
Y derrama suave riego
En las ceibas de los bosques
Y en los cactos del desierto.

De gozo, entonces, henchido,
Alza un himno el Universo
Con la voz de sus arroyos
Y la lengua de sus vientos.

II
La ruda maza en el puño
Y la cólera en el ceño,
El hermano de la Ñusta
Asoma y corre a lo lejos.

Salta por cumbres y abismos
Como en fantástico vuelo;
Tenaces golpes de maza
Descarga en llanos y cerros.

Quiebra el cántaro, y entonces
Vibra el rayo, zumba el trueno
Y en cataratas de lluvia
Se desploma el firmamento.

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Autores
Donaciano Bueno Diez
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