UN MES SIN SALIR DE CASA (Mi poema)
Acoyani Guzmán (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Llevo un mes que no salgo de mi casa,
que el mundo alrededor no sé si existe,
si a hacerlo el que mandaba aún se resiste
o sigue malmetiéndose en la masa
jugando con las trolas al despiste.

Ando aquí removiendo las lentejas
llevándolas de atrás para adelante
algunas que escribí que ya son viejas,
cuidando no se peguen las pendejas
moviendo sin parar a cada instante.

Mi mente está repleta de fantasmas
y sigo ya dudando en qué me meto,
no insistan, no deseo ser discreto,
que dejen de sonar ya las alarmas
no importa si me pierden el respeto.

Que el tiempo que me queda raudo pasa
y nunca aunque quisiera ha de volver,
y puesto no lo debo de perder,
preciso ya por fin salir de casa,
correr, correr, correr, correr, correr.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Acoyani Guzmán

Acoyani Guzmán 

P. ABUELA

¿Abuela, cómo se cuida a un pájaro?
Tú que siempre has sido de alas, abuela,
¿Cómo se le abre la boca a un gorrión pequeño para que coma?
¿Debo tapar su jaula temporal con una manta por las noches?
Así, como recuerdo que tú hacías.
¿Abuela, por qué siempre tuviste pájaros en tu casa?
¿Era por el canto que vuela por las paredes?
¿Por eso se iluminaba tu sonrisa en el patio
cuando les saludabas por la mañana?
¿Abuela, cómo se entiende a un pájaro?
¿Hay que entender a los pájaros?
No tengo fotografías mentales de que los llevaras al hombro,
Ni les enseñaras a volar,
Pero eso sí, con qué dulzura les hablabas,
Con qué arte manipulabas la acción cotidiana de vivirlos.
Abuela, cómo puede ser que sea hasta ahora que te lo pregunte,
¿Cómo se quiere a un pájaro abuela?
¿Cómo se le abraza sin aplastarlo?
¿Cómo se le lleva a pasear por las calles de Madrid?
¿Estoy exagerando?
¿Abuela cómo elegiste los nombres de tus aves?
Siete, se llama Siete,
Y tiene unas ganas inmensas de aprender a volar abuela,
Pero no sé,
Tengo miedo de que no quiera irse,
De que se instale en mi cuerpo
Haciendo una alquimia justa,
Necesaria para mi esencia y…
Tengo miedo abuela,
De que Siete no quiera irse,
De abrirle la jaula,
Tomarlo entre mis manos,
Y ser yo quien salga pájaro
hacia la cordillera de los andes,
hacia Tlacotalpan o Valparaíso,
a Granada de vuelta,
a la infancia en Distrito Federal,
al Quisco de piedras regalo,
de playa invernal,
o a tu casa abuela,
en la calle piña,
para meterme en alguna jaula guardada en el almacén,
comenzar a cantar muy fuerte,
despertarte entre los muertos hecha un tótem gorrión,
un oráculo canario,
y allí entonces, quedarnos,
con las puertas abiertas,
la jaula es lo de menos,
quedarnos a bailar la danza de la música,
con sonrisa, alas, vida y melodías.

E. LA BOMBA

Vengo a dejar una bomba,
a regalárselas a todos,
pueden activarla cuando quieran,
intentar destruirla antes de que lo haga con vosotros
o simplemente entender su metáfora,
su idea,
su misión insospechada,
su locura de manzana fabricada.
También llevo puesto un chaleco con explosivos,
mejor no acercarse,
no abrazarme no besarme,
quizás sólo observar mi poema roto,
desintegrado,
de guerra,
antes de que salgamos volando por las ventanas
y sin ungüento en nuestras memorias.
He dejado para todos un botón rojo en sus bolsillos,
por si alguien decide acabar con este invento de un momento a otro,
porque ha eso he venido,
a que gritemos de espanto antes de enfrentarnos con la muerte.
He venido a sembrar una bomba,
para que crezca en vuestros corazones,
redonda,
gorda,
jugosa,
la traigo envuelta entre mis piernas,
y tiene miedo,
más miedo a explotar que a desaparecernos.
La he traído hasta aquí después de cargarla por mucho tiempo,
de construirla,
de herirla de tiempo,
de destino,
de humanidad,
finalmente ella ha entendido y por eso hemos venido,
para acabar con todo de una buena vez,
oprimid el botón,
yo abriré mi chaleco,
romperé mi pecho,
desgarraré el silencio,
abriré mis piernas,
y volaré,
mientras se siembra,
lenta pero asesina,
la bomba de la poesía.

DE SAPOS Y HOMBRES

Duele,
No es que lo que duela sea el engaño,
Lo que duele es ver un mundo con gente envenenada,
Pienso en la infancia, no duele tanto,
Duele tener abiertos los brazos al sol y que te juzguen,
Duele que quieran apagar tu brillo,
Duele que duela la luz,
Duele.
Duele un relámpago recuerdo hecho caricatura,
Duele tu encaramelado “no te levantes todavía”,
Duele tu voz pronunciando mi nombre,
Duele haberte transformado en príncipe.
Malditos sapos de cuatro ojos,
Duele su ponzoña en los ovarios,
Su asqueroso olor de moscas digeridas,
Duele su croar inoportuno,
Haciendo contaminación auditiva en este ya por si jodido planeta,
Duelen sus saltitos cortitos sobre nuestro estómago,
Su intento de sangre azul en las escamas,
Duele cuando por casualidad les veo por la calle,
Allí vas, de brinco en brinco,
Dejando el rastro de tu hedor en las aceras,
Inútilmente vivo,
Haciendo de los otros peores personas.
Duele,
Duele tener que esconderse princesa en la mujer moderna,
Para poder cazarlos sin que se asusten de esta condición de guerreras,
Hay que besarlos a ellos,
A los príncipes de cuentos,
Para que de nuevo vuelvan a su esencia,
Llegar disfrazadas de brujas,
De poetas,
De enfermeras,
De niñas frágiles,
De artistas apasionadas,
De ligueros,
De putas,
De salvadoras de hombres,
De buenas cocineras,
Disfrazarnos de sex symbol y escotes,
De conejitas,
De rojo y falditas cortas,
De bomberas,
De gatubelas,
Disfrazarnos con mucha pasta,
Disfrazarnos de hembras calientes,
Y así,
Cuando por fin sucumba alguno en nuestros labios,
Darle un beso gitano que lo regrese a sapo.
Ya entonces, podemos comenzar el aquelarre,
Porque si cada una de nosotras,
Logra atraer al renacuajo más ponzoñoso que conozca
Haremos un caldero exquisito,
Y volverán los cuentos de hadas,
Los hechizos de doncellas,
Los frutos prohibidos en nuestras piernas,
Volverán los pájaros de fuego,
Desde lo eterno,
Desde lo imperecedero,
Apareceremos inconfundibles en un solo elemento,
Y los hombres no serán más hombres,
Y las mujeres serán más mujeres,
La raza extinta dará un giro hacia la Luna,
Y a imagen y semejanza,
Todas juntas,
Volveremos a crear un nuevo espectro,
Hecho con nuestras manos desde el barro,
En una danza de risas, cantos y fortuna,
Hasta que de pronto,
Estará esculpido
Y habrá creado la mujer al ombre a su imagen
Y no se llamará hombre,
Se llamará ombre,
A imagen de la mujer lo crearemos
Y nosotras nos llamaremos Hhembras

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Autor es esta páginna

Donaciano Bueno Diez
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